Un escándalo de corrupción política que afronta el Partido Liberal, gobernante en Canadá, sirve de impulso al movimiento soberanista de la principal provincia francohablante, Québec.
Cualquier partido que gane las elecciones federales previstas para este año encabezará, al parecer, un gobierno sin representantes de Québec.
Tal circunstancia sería muy peligrosa para la unidad del estado canadiense, dijo John McGarry, profesor de Ciencias Políticas y experto en nacionalismos de la Queen's University de Kingston, en la provincia más populosa del país, Ontario.
McGarry trazó el escenario de un gobierno en minoría, sea del opositor Partido Conservador o del Liberal, que descansará exclusivamente sobre los escaños parlamentarios logrados en las nueve provincias y siete territorios de la Canadá anglohablante.
Mientras, el Bloc Québécois, partido que defiende una mayor autonomía para Québec y que se define como soberanista, obtendrá, según las encuestas, una gran cantidad de lugares en la Cámara de los Comunes federal, que tiene su sede en Ottawa.
Un gobierno de coalición entre el Partido Conservador y el Bloc Québécois, y que sumaría una mayoría absoluta de escaños, no tendría mayor andamiento, pues el partido quebequense responde, en general, a una orientación socialdemócrata.
Además, ambos partidos tienen diferencias importantes en materia de política exterior.
Los conservadores tienden a acompañar al actual gobierno de Estados Unidos. En cambio, el Bloc Québécois apoyó la decisión del gobierno liberal de mantenerse al margen de la invasión a Iraq y de el plan de defensa misilística propuesto por Washington.
Los conservadores, como el gobernante Partido Republicano estadounidense, se oponen a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, hoy a debate en la Cámara de los Comunes. El Bloc Québécois se ubicó en la vereda de enfrente.
Con algunas pocas y breves excepciones, todos los primeros ministros de Canadá desde 1968 han sido naturales de Québec, incluido el actual, el liberal Paul Martin.
Pero la etapa de alta presencia de quebequenses en todos los gobiernos federales desde entonces, tanto encabezados por liberales como conservadores, concluirá con las próximas elecciones, según McGarry.
No sólo tendremos un gabinete federal privado de representación quebequense. También tendremos un fuerte movimiento por la soberanía de Québec, consideró.
El Partido Liberal es la principal fuerza política de Québec, pero al parecer se reducirá ahora a un puñado de escaños, la mayoría asignados por distritos anglohablantes de la provincia, indicó Antonia Maioni, directora del Instituto para el Estudio de Canadá en la Universidad McGill, en Montreal.
Según una reciente encuesta, 54 por ciento de los quebequenses apoyan la soberanía plena de la provincia, pero manteniéndola aliada económica y políticamente con el resto de Canadá, opción que había sido rechazada por estrecho margen en un referéndum provincial en 1995.
Los quebequenses se sienten traicionados porque testimonios judiciales indican que millones de dólares en fondos públicos federales asignados a proyectos de promoción de la unidad nacional en Québec fueron desviados a las finanzas del Partido Liberal.
Esas irregularidades fueron cometidas durante el gobierno del ex primer ministro Jean Chrétien (1993-2003), él mismo natural de Québec.
Su sucesor y actual jefe de gobierno, Paul Martin, quien fue ministro de Finanzas del gabinete de Chrétien, procuró distanciarse de lo que se ha denominado escándalo de patrocinios.
La investigación judicial que el propio Martin inició ayudó a reforzar viejos prejuicios de los anglohablantes canadienses en detrimento de los dirigentes políticos de Québec, a pesar de que ese estado fue el primero del país en prohibir los aportes financieros de empresas y sindicatos a los partidos políticos.
Los quebequenses son muy sensibles a esto porque la provincia reformó su sistema político de un modo mucho más profundo y rápido que cualquier otra de Canadá. Y, de hecho, Québec está muy orgullosa de sus valores democráticos, dijo Maioni a IPS.
La población de Québec se percibe como una nación francohablante minoritaria dentro de Canadá, y esa cuestión continúa sin resolución constitucional a pesar de las gestiones de los políticos federales.
Desde fines de 1960, por ejemplo, Canadá tiene el inglés y el francés como idiomas oficiales, y el francés es el idioma oficial de Québec, una normativa que sigue desatando controversia.
El problema es que no se trata sólo de contemplar los deseos de los quebequenses, sino de llegar a una solución aceptable para todos los canadienses, según Maioni.
Al igual que sus predecesores, Martin procuró satisfacer las aspiraciones quebequenses de autonomía dentro de la federación, al mismo tiempo que ofrecía al resto de las provincias mayores potestades en el manejo de sus recursos y en los programas nacionales de beneficios sociales y de salud.
Los liberales también procuraron ampliar los nuevos programas sociales.
Pero muchos recuerdan que, como ministro de Finanzas en los años 90, Martin recortó los servicios de bienestar social y salud para las provincias con el fin de reducir el déficit federal, lo que exacerbó la tensión entre el gobierno central y los provinciales, dijo el presidente de Instituto de Estudios Canadienses de la Universidad de Carleton en Ottawa, François Rocher.