BOLIVIA-BRASIL: Dilema del gas y de la integración

Las declaraciones del principal líder opositor de Bolivia, el diputado Evo Morales, a favor de la colaboración energética con Brasil, ”el hermano mayor”, y la permanencia en su país de la compañía Petrobras no alcanzan para tranquilizar a las autoridades brasileñas.

La inestabilidad social e institucional de Bolivia, el país que provee casi dos tercios del gas natural que consume Brasil, agrava la urgencia de elevar la producción brasileña para reducir la dependencia energética, expresión que empieza a sustituir la invocada integración.

La compañía estatal petrolera Petrobras anunció la intención de adelantar las operaciones en el campo marítimo meridional de Mexilhao, prevista para 2008. En sus yacimientos, no muy lejos de Río de Janeiro y Sao Paulo, se estima existen casi 420.000 millones de metros cúbicos de gas natural, casi la mitad de las reservas bolivianas conocidas.

La semana pasada, el parlamento boliviano promulgó y sancionó, con prescindencia del presidente Carlos Mesa, una nueva Ley de Hidrocarburos que establece un impuesto a la explotación de gas natural de 32 por ciento, que se suma a las regalías de 18 por ciento, y que obliga a renegociar los contratos firmados entre el Estado y las compañías extranjeras, la primera de las cuales es Petrobras, por el volumen de sus negocios.

Sin embargo, movimientos sociales, sindicatos e indígenas encuentran insuficiente dicha norma y reclaman la nacionalización de los recursos, en un clima de creciente tensión, signado por movilizaciones, huelgas y bloqueos de carreteras.

El riesgo de una interrupción del suministro boliviano por acciones como el cierre de la frontera o el sabotaje a un gasoducto es ”alarmante” para Brasil, que no tiene ”pulmones de gas, es decir (depósitos) donde almacenarlo para emergencias”, ni fuentes alternativas viables a corto plazo, dijo a IPS el experto en política energética de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Giuseppe Bacóccoli.

El izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Morales y cuyas manifestaciones masivas sacuden a Bolivia desde hace varios años, ”jamás” abogaría por una ruptura con Petrobras, que adquiere y transporta el gas a Brasil, aseguró el dirigente en entrevista telefónica con IPS.

Pero Bolivia necesita ”una nueva política de hidrocarburos, con nuevas normas y contratos que establezcan un equilibrio entre Estado y empresas”, dijo, en referencia a la nueva Ley de Hidrocarburos, sobre la que pide ajustes que aseguren de hecho la propiedad estatal del petróleo y del gas.

Aunque la ley establece mayores impuestos, al obligar a renegociar 76 contratos firmados en la década pasada, los valida, dando pie a reclamaciones de las compañías extranjeras que podrían pedir abultadas indemnizaciones en tribunales internacionales, según Morales.

A su juicio, esos contratos deben anularse porque son ilegales, ya que no fueron ratificados por el Congreso legislativo, y deben firmarse nuevos, lo cual permitiría a Bolivia librarse de las reclamaciones judiciales, alega.

El MAS no defiende la ”expulsión de las transnacionales”, al contrario de los ”grupos radicales equivocados” que quieren la nacionalización de los hidrocarburos y paralizaron La Paz esta semana, aclaró el dirigente. ”Necesitamos socios, pero no dueños”, acotó.

Bolivia y Brasil, como ”hermanos menor y mayor”, deberían elaborar ”en conjunto una estrategia energética” para atender la demanda brasileña y latinoamericana, sostuvo Morales. Y, en el futuro, si el MAS llega al gobierno, espera contar con el apoyo de Argentina y de Brasil para que su país recupere una salida al mar, dijo.

Pero la crisis institucional boliviana se agravó por la decisión del Comité Cívico de Santa Cruz (impulsado por terratenientes y empresarios), seguido de entidades de otros tres departamentos orientales, de convocar por su cuenta un referendo sobre la autonomía regional para el 12 de agosto. Se trata de departamentos ricos que concentran los yacimientos petrolíferos y la producción agropecuaria.

Los comités cívicos ”quieren disponer libremente de los recursos naturales y fiscales”, asuntos que son prerrogativas del Estado nacional, ”como la seguridad interna”, argumentó Morales, acusando a banqueros, terratenientes y grandes empresarios de pretender dividir la nación.

El MAS, en cambio, reclama una Asamblea Constituyente como única instancia legítima para discutir la autonomía de los nueve departamentos del país y no de una parte.

Los militares volvieron a la escena, con la jefatura de las Fuerzas Armadas rechazando los separatismos y luego ”descalificando” a dos coroneles que aparecieron en televisión para proponer una salida golpista.

La crisis preocupó el gobierno brasileño, que envió esta semana a Bolivia al asesor internacional de la Presidencia, Marco Aurelio García, para evaluar la situación dialogando con variadas fuerzas políticas.

La misión fue conjunta con Argentina, país en el que una falta del gas boliviano sería trágica en el invierno austral que se acerca. El gas natural representa casi la mitad de la matriz energética argentina, mientras Brasil lucha por elevar esa participación a 12 por ciento en 2010.

Argentina es exportadora de gas natural, del que se autoabastecía hasta el año pasado, cuando la falta de inversiones para mejorar el suministro interno la obligó a importar cuatro millones de metros cúbicos diarios de gas boliviano, sobre todo para alimentar las olvidadas provincias del norte. Un acuerdo firmado en 2004 prevé que esas compras a Bolivia aumenten a 20 millones de metros cúbicos en 2007.

El uso de gas natural en Brasil crece aceleradamente, gracias a las importaciones desde Bolivia, que ya superan 24.000 millones de metros cúbicos diarios. Una interrupción del suministro golpearía duramente algunos sectores industriales, señaló Bacóccoli. El gas boliviano es el principal insumo energético para más de 2.200 industrias.

Además, ”no hay manera de producir gas en Mexilhao antes de 2008 y será incluso difícil hacerlo en ese año, pues se requieren 1.500 millones de dólares en inversiones”, evaluó el experto.

Las fuentes alternativas de importación son lejanas, como Nigeria y Trinidad Tobago. Además, se trataría de gas licuado, Brasil no dispone de plantas de regasificación, observó.

La conclusión es que Brasil debe invertir más en exploración y producción internas, ya que se comprobó la existencia de cuencas prometedoras en el país, sostuvo.

La crisis boliviana plantea un segundo escarmiento para Brasil.

Luego de las crisis petroleras internacionales de los años 70, Petrobras adoptó como política buscar crudo en los países árabes, hasta que en los años 80 descubrió un campo gigantesco, Majnoon, en Iraq. Pero el gobierno iraquí lo confiscó, pagándole una indemnización que no compensó las inversiones, recordó Bacóccoli.

Se decidió entonces explorar en países vecinos. Petrobras invirtió cerca de 1.500 millones de dólares en Bolivia, donde controla diez por ciento de las reservas de gas, tiene dos refinerías de petróleo y gasolineras que atienden a 20 por ciento del mercado.

Ante el aumento de impuestos de la Ley de Hidrocarburos, el Ministerio de Minas y Energía brasileño informó que reduciría las inversiones en Bolivia, lo cual afectará principalmente el desarrollo de un polo de industrialización de gas en la frontera y de un gasoducto hasta el sur de Brasil a través de Argentina.

La venta de gas a través del gasoducto que opera hace seis años elevó las exportaciones bolivianas a Brasil de 23 millones de dólares en 1999 a 713 millones el año pasado, mientras sus importaciones aumentaron de 443 a 535 millones en ese período.

La presencia económica brasileña en Bolivia representa un quinto del producto interno bruto de ese país, e incluye la producción de un tercio de la soja boliviana por parte de agricultores de Brasil que emigraron buscando tierras más baratas.

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