BOSNIA-HERZEGOVINA: Diez años de división irreductible

Diez años después de la creación de Bosnia-Herzegovina, tras la desintegración de la antigua Yugoslavia, este pequeño país de los Balcanes esta lejos de ser lo que trazaban los planes de paz.

Una sangrienta guerra de tres años entre croatas de Bosnia católicos, serbio-bosnios ortodoxos y musulmanes de origen eslavo terminó en 1995 con el acuerdo de paz de Dayton, firmado por Serbia y Croacia.

Bosnia-Herzegovina se convirtió entonces en un país independiente conformado por dos entidades, cada una con su propio gobierno y asamblea legislativa: la Federación Croato-Musulmana y la Republika Srpska, de mayoría serbia.

Hoy, ambas entidades, escasamente pobladas, están sumidas en la pobreza. Los 5.000 millones de dólares que recibieron de ayuda para el desarrollo parecen haberse disuelto en el aire.

”No hay ninguna mejora en Bosnia-Herzegovina. No hay desarrollo ni esperanzas de que la situación mejore. Nada cambió”, dijo a IPS el presidente del Partido Socialista en la Republika Srpska, Petar Djokic.

Tras el acuerdo de paz, se montó una intrincada estructura legislativa y administrativa para mantener unido a este estado federal de 4,1 millones de habitantes. Pero cada entidad aún tiene su propia policía, ejército y sistema judicial.

Al menos 200.000 personas, la mayoría musulmanes, murieron en las campañas de limpieza étnica durante la guerra, mientras que dos millones fueron desplazadas u obligadas a exiliarse. Muy pocos retornaron.

Bosnia-Herzegovina ”es un país con pocas esperanzas”, sostuvo San Majovic, un musulmán de 35 años nacido en Banja Luka, capital de la Republika Srpska y radicado en Dinamarca desde 1993.

Banja Luka tenía una población de 195.000 habitantes antes de la guerra, de los cuales 54 por ciento eran serbios y el resto musulmanes y croatas. Hoy los no serbios suman apenas 15.000.

”Las personas jóvenes no tienen posibilidad de encontrar trabajo, y los no serbios ya no son bien recibidos”, dijo Majovic.

El presidente del Directorio Nacional de Empleo, Huso Saric, dijo semanas atrás en un seminario que ”la situación económica de Bosnia-Herzegovina es muy difícil”.

”El número de empleados cayó al mínimo, y la actual situación económica está teniendo un fuerte impacto en todos los segmentos de la vida”, añadió.

El desempleo en Bosnia-Herzegovina afecta a casi 500.000 personas, 45,5 por ciento de la fuerza de trabajo.

Una situación similar a la de Banja Luka vive la localidad de Mostar, dividida por el río Neretva en un área croata y otra musulmana. La población de este otrora centro agrícola e industrial se redujo de 120.000 a menos de 100.000 habitantes.

Antes, Mostar estaba poblada por diversas etnias, pero ahora los croatas son la gran mayoría. Más de 25.000 musulmanes fueron desplazados a la banda occidental del Neretva entre 1992 y 1995.

Las dos etnias rara vez atraviesan los puentes que cruzan el río. Tienen hospitales, servicios de emergencia, bomberos y escuelas separadas.

”Esto sólo demuestra cuán absurda fue la guerra. Todos nos convertimos en perdedores. No se trata de odio y reconciliación, sino de enfrentar el hecho de que la guerra fue innecesaria. Reconocer esto será muy difícil para las partes y tardará un tiempo, pero debe hacerse”, dijo Safet Orucevic, alcalde de Mostar entre 1994 y 2000.

Pero la reconciliación parece muy lejana. Días atrás, reclutas serbios del ejército de la Republika Srpska se negaron a tomar el juramento de lealtad a Bosnia-Herzegovina.

”No podía jurar lealtad a algo creado artificialmente para satisfacer a personas que mataron a miembros de mi familia en la última guerra”, dijo Sladjan Jankovic, de 23 años, nacido en la pequeña localidad de Kozarac, cerca de Banja Luka.

Como otros reclutas, tiene miedo al dormir junto a otros soldados de diferentes etnias. ”Temo que alguien me mate sólo porque soy serbio”, afirmó.

El representante de la Organización de las Naciones Unidas en Bosnia-Herzegovina, Paddy Ashdown, dijo días atrás que el país debía dejar atrás su pasado e integrarse más a Europa ”para no convertirse en un agujero negro”.

Pero los esfuerzos de unificación interna no cuentan con mucho apoyo. La Republika Srpska se opone rotundamente, por ejemplo, a la creación de una fuerza policial unificada.

Los serbobosnios arguyen que la medida aparejaría dificultades administrativas, ”pero la verdad es que se preguntan para qué hubo una guerra si ahora vamos a estar unidos”, afirmó Savo Janicic, de 55 años, residente de Banja Luka.

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que patrocinó los acuerdos de paz en los Balcanes y las elecciones subsiguientes, también expresó preocupación por la división de la sociedad en Bosnia-Herzegovina.

”Hay 54 escuelas donde estudiantes y maestros están bajo el mismo techo, pero se relacionan de acuerdo con sus respectivos grupos étnicos y religiosos”, señaló. (

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