AZÚCAR-CUBA: Mal momento para precios altos

La zafra azucarera cubana de este año no recolectará más de 1,3 millones de toneladas del producto, indican sombríos pronósticos en un contexto de altos precios internacionales.

Con ese pobre resultado, el país sólo podría exportar unas 900.000 toneladas de azúcar, desaprovechando el repunte de los precios, que pasaron de 6,42 centavos de dólar por libra (algo menos de 500 gramos), en enero de 2004, a más de 10 centavos en los primeros cuatro meses de este año, según expertos consultados por IPS.

Se prevé que los precios continuarán subiendo en el transcurso de este año y principios del próximo, entre otras razones por el aumento del consumo mundial y el descenso de la producción en algunos países.

De acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional del Azúcar (OIA), citados por la prensa cubana, el aumento de la demanda mundial en 2004-2005 generará un déficit de la oferta de 2,8 millones de toneladas.

”Cuba pierde un importante momento y oportunidad de aprovechar el beneficio que reporta el alza de los precios del azúcar en el mercado internacional, que podrían llegar en los próximos meses hasta 11 y 12 centavos la libra”, dijo a IPS un economista e investigador que no quiso dar su nombre.

Este país caribeño exportó 1,8 millones de toneladas de azúcar en 2004 y 1,7 millones en 2003. Pero para atender su mercado interno, con un consumo de entre 600.000 y 700.000 toneladas, debe importar azúcar blanco de Colombia y de Brasil.

De cumplirse las previsiones, la actual producción azucarera quedará registrada como la peor en un siglo, debido a la sequía y a la falta de insumos básicos, como fertilizantes, herbicidas y otros recursos para mejorar los rendimientos.

En la cosecha, que debe finalizar en los primeros días de mayo, participan unos 56 ingenios en todo el territorio fuertemente afectado por una persistente falta de lluvias.

Según autoridades del sector, la agricultura cañera padeció en los últimos 50 años tres grandes y costosas sequías, pero la actual es la peor y echa por tierra las esperanzas de superar la última cosecha, de 2,5 millones de toneladas, unas 300.000 toneladas más que en 2003.

Investigadores alertan, además, que el déficit de fertilizantes (nitrógeno, fósforo y potasio) agravó el empobrecimiento de los suelos, ya agotados por años de cultivo intensivo de caña de azúcar, sin rotación ni diversificación adecuadas.

Por eso, la escasez de precipitaciones se hizo sentir con mayor fuerza en las plantaciones cañeras ya vulnerables por la falta nutrientes en sus suelos.

Esta zafra también muestra los efectos de suministros inestables de herbicidas y de escasos estímulos a los agricultores cañeros, cuyos ingresos están por debajo de sus expectativas.

Otros expertos mencionaron en primer término el proceso de descapitalización sufrido por la industria azucarera en las últimas dos décadas, entre las causas de la caída productiva del que fue el corazón de la economía cubana.

Datos estadísticos contenidos en un libro del economista cubano Armando Nova indican que las inversiones en la industria azucarera representaron 18,8 por ciento del total invertido por el país en el período 1981-1985. En ese último año, Cuba produjo ocho millones de toneladas de azúcar, y en 1990 llegó a 8,1 millones.

La inversión bajó a 6,6 por ciento entre 1996 y 2001, según cifras del libro ”Reflexiones sobre economía cubana”, publicado en 2004.

En 2002, La Habana inició un proceso de reestructura de la industria azucarera, con el cierre de 71 fábricas y la reducción de las áreas dedicadas al cultivo de caña de azúcar, bajo el fin declarado de mejorar la eficiencia y competitividad del sector.

Otro objetivo de esos cambios, que redujeron en 50 por ciento la capacidad productiva, apuntó al aprovechamiento de los suelos liberados de la caña azucarera para cultivos de otros alimentos y reforestación.

Pero economistas estiman que esas transformaciones requieren financiación adecuada inicial para lograr, en primer lugar, el restablecimiento de volúmenes de producción de caña acordes con la capacidad industrial existente para la elaboración de azúcar y derivados.

Entre los efectos colaterales del descenso de la producción de la agroindustria azucarera está la disminución de la generación de electricidad a base de biomasa cañera, que cayó de 10 por ciento a 5,6 por ciento entre 1990 y 2002.

Se estima que el costo de generación de un kilovatio a partir del bagazo es 50 por ciento inferior al de generación con combustible fósil. Además, la biomasa es una fuente de energía renovable y no contaminante.

Los partidarios del desarrollo de la industria azucarera señalan que la caña proporciona altos rendimientos en biomasa, con elevada capacidad de fotosíntesis.

Esto permite una absorción de dióxido de carbono atmosférico (el principal gas de efecto invernadero) comparable a la de los bosques, lo cual contribuye a atenuar el proceso de recalentamiento del clima.

El gobierno cubano apuesta a impulsar sectores productivos como el níquel y el petróleo, además del turismo, antes que el azucarero, cuyos riesgos de inestabilidad de mercados se suman a las incertidumbres del clima.

”Del azúcar no volverá a vivir jamás este país; pertenece a la época de la esclavitud”, dijo a fines de marzo el presidente Fidel Castro, quien se quejó del excesivo gasto de combustible de esa industria que fue ”el sustento de este país y hoy es la ruina”.

Castro aseveró que este año se asignaron al sector azucarero 293.000 toneladas de combustible, y que consume ”tres veces más” que el Ministerio de Transporte. Según sus cálculos, Cuba gasta diariamente unos dos millones de dólares para cosechar y elaborar el producto.

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