El flamante presidente ucraniano Viktor Yuschenko quiere consolidar su reputación de prooccidental con el fin de acelerar la integración de su país a la Unión Europea (UE). Pero aún falta mucho para eso.
Las elecciones de diciembre, cuyo escrutinio estuvo marcado por acusaciones de fraude formuladas por Yuschenko contrael gobierno de entonces, puso a esta república ex soviética en el centro de atención de la prensa internacional y causó un conflicto entre Rusia, hostil al líder ucraniano, y Occidente.
Alentado por su victoria y por el entusiasmo en los medios y círculos políticos occidentales, Yushchenko aprovechó la oportunidad para lanzar en febrero negociaciones de alto nivel con la UE y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El ingreso de Kíev en la OTAN fue, de todos modos, postergado por ambas partes.
Funcionarios occidentales se mostraron preocupados porque tal eventualidad causara daños permanentes en el vínculo entre Moscú y la alianza, así como entre Rusia y Ucrania, ya tenso por la intención de Yuschenko de incorporarse a la UE.
El anterior gobierno ucraniano se disponía a unirse al Espacio Económico Único propuesto por Rusia. El nuevo gabinete, en cambio, se comprometió a considerar la membresía simultánea a la UE y al EEU. Pero eso es impracticable, según la mayoría de los analistas.
El EEU incluiría a Rusia, Ucrania y otras repúblicas ex soviéticas como Kazajstán y Belarús. Al parecer, Kíev tiende ahora a una discreta salida del proyecto.
A pesar de eso, la reacción de la UE al pedido ucraniano de integración al bloque europeo ha sido calificada de fría por la prensa nacional.
Una reunión entre Yuschenko y la comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner, concluyó con la firma de un plan de acción, que había sido preparado en lo esencial antes de las elecciones de diciembre y que fue luego modificado ligeramente para incluir algunas declaraciones políticas.
Ferrero-Waldner declaró luego de la reunión que las relaciones entre la UE y Ucrania se profundizarán y fortalecerán, pero condicionó esa aspiración a la implementación de reformas internas por parte de Kíev.
Éstas y otras declaraciones constituyen, sin embargo, importantes hitos en la política ucraniana. Es un avance notable desde el año pasado, cuando el entonces presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, había advertido que Ucrania nunca será miembro de la UE.
La cautela de la UE hacia Kíev, aunque atemperada, responde a los desafíos derivados de la aprobación de la nueva Constitución Europea y a la aspiración de afianzar la integración de los 10 miembros incorporados el año pasado, dijo Helmut Kurth, director de la oficina de la alemana Fundación Friedrich Ebert en Ucrania.
En este momento, la UE no dirá nada que pueda dar a Ucrania la sensación de que se podrá incorporar al bloque, dijo Kurth a IPS.
Pero al puerta hacia Europa no está completamente cerrada, agregó. El mensaje de la UE es: hagan los deberes tan rápido como puedan, para exhibir así los resultados, explicó.
Buena parte de los esfuerzos del nuevo gobierno en ese sentido se concentrarán en el cumplimiento de los Criterios de Copenhage.
Estos Criterios son una serie de principios políticos —instituciones estables y estado de derecho—, económicos —funcionamiento de la economía de mercado— y de derechos humanos —su vigencia y el respeto por las minorías— fijados para los países aspirantes a integrarse en la UE.
El futuro nos mostrará cuán serio es este gobierno. Quizá en unos pocos años, si Ucrania cumple con los Criterios, la UE no podrá decir que no, enfatizó Kurth.
De todos modos, añadió, Europa está muy lejos.
¿Qué relaciones culturales, científicas o juveniles tiene Ucrania con la UE. Muy pocas. Todos esos vínculos deberán crecer, observó.
Ucrania tiene pocos amigos en la UE. De hecho, hasta ahora unos pocos de los países que acaban de integrarse al bloque respaldaron abiertamente su aspiración a la incorporación.
Se espera que Bruselas se limite a esperar el devenir de los acontecimientos, tanto para ver cómo el gobierno ucraniano maneja sus pujas internas como para establecer su capacidad de convertir las declaraciones en accines.
Los expertos descartan que la UE le dé tratamiento especial a Kíev sólo sobre la base de la revolución naranja que puso al liberal Yuschenko en el poder.
La primera demanda específica incluida en el plan de acción acordado entre Yuschenko y Ferrero-Waldner es la reducción de las barreras comerciales. Eso permitiría al país ser reconocido como economía de mercado —uno de los Criterios de Copenhage— y abrirle paso al ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Luego, comenzarían las negociaciones sobre el establecimiento de una zona de libre comercio Ucrania-UE.
En un plazo más largo, la UE espera que el nuevo gobierno erradique la corrupción e imponga el estado de derecho.
Ya están en curso negociaciones sobre visas, control fronterizo y reorganización del mercado de energía. Ucrania juega un papel clave en el transporte de petróleo a Europa. El oleoducto que pasa por su territorio es hoy propiedad del monopolio estatal ruso Transneft.
Eso determina modalidades de relacionamiento: Bruselas daría una calurosa bienvenida a Kíev en el futuro, y se beneficiaría económicamente, por cierto, de esa incorporación, pero no lo hará al precio de causar molestias a Moscú.
Cada paso que Ucrania tome en su camino hacia Europa no será juzgado sólo por sus resultados, sino también por la capacidad diplomática del gobierno de Yuschenko para apaciguar la sensibilidad rusa. (