Un fallo judicial que absolvió de cargos a un enfermo de sida que cultivaba marihuana en su hogar para fumarla con fines terapéuticos, reabrió en Chile el debate sobre los negativos efectos de las políticas prohibicionistas en el desarrollo de usos medicinales de la Cannabis sativa.
Rafael Antonio D. J., de 41 años, portador del virus del síndrome de inmunodeficiencia adquirido (sida), estuvo encarcelado 53 días en 2001 por una falsa acusación de que vendía marihuana a escolares, en circunstancias en que solo consumía la hierba para contrarrestar efectos negativos de las medicinas para tratar su enfermedad.
La Corte de Apelaciones de Santiago lo absolvió tras una larga batalla judicial en que Rafael Antonio y su médico tratante, Juan Ballesteros, demostraron que intentaron importar marinol, un fármaco que sintetiza uno de los compuestos medicinales de la marihuana, pero las autoridades aduaneras impidieron el ingreso de las dosis al país.
Este caso se sumó al de María Luisa Velasco, de 71 años, ex esposa del ex ministro y ex senador demócrata cristiano Juan Hamilton, arrestada en febrero por tener 40 matas de marihuana en el jardín de su residencia en Las Condes, uno de los municipios más aristocráticos de Santiago.
Velasco, calificada como la abuelita por la prensa local, alegó fumar la hierba desde hace 30 años porque la alivia de los dolores que le provocan la artrosis y el reumatismo. Se encuentra ahora en libertad condicional y es probable que en el juicio en su contra influya como precedente el dictamen que exculpó a Rafael Antonio.
El fallo de la Corte de Apelaciones en el caso del enfermo de sida debiera ser la regla. La persona a la cual un médico le indica cannabinoides (compuestos de la cannabis) para el tratamiento del dolor u otros estados debe tener derecho a consumirlos, dijo a IPS el médico Pedro Naveillán, presidente del Instituto Chileno de Salud Mental.
Naveillán, uno de los más decididos promotores chilenos de la despenalización del consumo de marihuana, agregó que las autoridades deberían autorizar la importación de fármacos con base en la cannabis, pero advirtió que esto encarecería los tratamientos.
Lo que hay que autorizar es la producción particular de marihuana para los propios fines terapéuticos. Son lo mismo (el efecto de) los medicamentos que la marihuana fumada directamente, afirmó Naveillán.
Distintas son las opiniones del psiquiatra Mariano Montenegro, jefe del área de Tratamiento del gubernamental Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONADE), y de Iván Saavedra, presidente del Colegio Profesional de Químicos Farmacéuticos de Chile.
El uso de cigarrillos de marihuana como reemplazo de cualquier medicamento no está autorizado en ningún país del mundo. Solo en Canadá, algunos estados de los Estados Unidos y Holanda, se prescribe en medicamentos o infusiones una vez que la aplicación de otras terapias no ha resultado como se esperaba, dijo Montenegro en una entrevista.
La marihuana tiene más de 400 compuestos psicoactivos, y en los fármacos o infusiones se sintetiza uno de ellos, el THC 9 (tetrahidrocannabinol), que alivia dolores crónicos de algunas enfermedades, aumenta el apetito en enfermos de cáncer y sida y disminuye las náuseas y vómitos que causan las quimioterapias en tratamientos del cáncer, explicó Montenegro.
Al fumar la hierba se consumen todos sus compuestos, muchos de los cuales afectan el sistema nervioso central y alteran las funciones psíquicas, apuntó el psiquiatra. Se necesita una dosis muy precisa de THC para aplicaciones médicas, agregó.
El consumo excesivo y prolongado de marihuana produce pérdida de la concentración, reducción de la memoria, dificultad de coordinación motora, disfunción eréctil en los hombres, angustia y paranoia. Además, afecta el flujo de sangre al cerebro, lo que explica deficiencias cognitivas observadas en los consumidores, indicó Saavedra.
En un escrito difundido en el diario El Mercurio, el químico farmacéutico admitió efectos positivos de tratamientos de migrañas, insomnio, neuralgias, rigidez muscular, inflamación intestinal, esclerosis y dolores del cáncer con marihuana, pero advirtió que no ha sido registrada como un medicamento de uso racional o indispensable en la medicina moderna.
Considero inaplicable la aprobación en Chile del uso de los cannabinoides y su posible venta en farmacias, concluyó Saavedra.
Rodrigo Pascal, coordinador de Vivopositivo, una organización de apoyo a portadores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida), terció en la polémica. Está probado que la marihuana no solamente tiene efectos paliativos sobre el dolor y efectos secundarios de otros medicamentos, sino que además sirve mucho para personas que padecen VIH en etapas avanzadas porque aumenta el apetito, dijo.
Álvaro Bardón, un economista neoliberal, director del Instituto de Políticas Públicas de la privada Universidad Finis Terrae, dijo a IPS que el dictamen judicial en el caso de Rafael Antonio fue lo más razonable.
Naveillán citó estudios de la Universidad de Oxford para señalar a IPS que la marihuana no es adictiva y que además de las aplicaciones médicas ya señaladas sirve también para tratar glaucomas. Aseguró asimismo que la Cannabis sativa en sí no produce enfermedades mentales, aunque si puede agravarlas en quienes ya las tienen.
El médico rechaza tajantemente la teoría de la escalada, según la cual la marihuana es puerta de entrada para otras drogas ilícitas más fuertes, como la cocaína o el hachís. Lo que ocurre, afirmó, es que la represión de las políticas prohibicionistas facilita que las mafias motiven sobre todo a los jóvenes a experimentar con estupefacientes.
Desde el Conace, el psiquiatra Montenegro sostiene en cambio que la marihuana no es una droga inocua. Durante 2003, de los 12.000 drogadictos que ingresaron en Chile a tratamientos de rehabilitación en el sistema público de salud, 5.700 eran consumidores problemáticos de Cannabis sativa, refirió.
Para Bardón, en cambio, el consumo de marihuana y otras drogas debería estar legalizado y abierto, porque es la única forma de tratar convenientemente la drogadicción y evitar las mafias que se forman gracias al prohibicionismo. No conozco a ningún país que haya logrado resultados con el prohibicionismo.
La policía y todo el aparato público, en vez de dedicarse a perseguir el crimen clásico se dedican a perder tiempo en maniobras antidrogas. Con la prohibición, la corrupción se generaliza y aumentan el crimen, los muertos por la mala calidad de las drogas y los encarcelados: madres de poblaciones (barriadas marginales) y jóvenes, alegó el economista.
+ Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (http://www.conace.cl)
+ Instituto Chileno de Salud Mental (http://www.infodrogas.cl)
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