DESARROLLO: Otra vuelta de tuerca a la reforma agraria

La agricultura familiar puede ser más eficiente en la producción de alimentos y como motor de desarrollo que las grandes unidades de producción, sostuvo el experto brasileño Edson Teófilo en la conferencia sobre acceso a la tierra que se realiza en esta ciudad boliviana.

Nuevas corrientes del pensamiento económico sostienen que ”unidades productivas al alcance de las capacidades de trabajo de una familia pueden tener éxito y ser un factor de generación sostenible de renta”, si se agregan condiciones como acceso a mercados, créditos, educación y tecnología, sostuvo Teófilo, consultor del Ministerio de Desarrollo Agrario de Brasil.

Brasil, donde en la última década se distribuyeron 16 millones de hectáreas a medio millón de familias, ”es un buen ejemplo. El año 2003 la contribución de la agricultura familiar al producto interno bruto creció 9,4 por ciento, mientras que el de la agricultura empresarial intensiva aumentó 5,1 por ciento”, precisó luego Teófilo a IPS.

”Desde la Cumbre del Milenio del año 2000 los líderes mundiales reconocen que la pobreza es el mayor desafío para la humanidad, y la clave para reducirla está en asegurar el progreso de las áreas rurales”, sostuvo Bruce Moore, presidente de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC, por sus siglas en inglés).

De los 1.100 millones de personas que viven en pobreza extrema en el mundo, ”tres cuartas partes, alrededor de 800 millones, viven en áreas rurales, intentando sobrevivir con menos de un dólar por día”, recordó Moore.
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”Son los pequeños agricultores, pescadores, pastores, habitantes de los bosques, y los sin tierra. Vastas cantidades son indígenas y, en todos los conglomerados, la mayoría son mujeres”, afirmó Moore ante representantes de organizaciones no gubernamentales de una veintena de países que acuden desde el domingo hasta este jueves a la conferencia de la ILC.

La meta número uno marcada por la Cumbre del Milenio es reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas que sobreviven con menos de un dólar al día.

En septiembre de 2000, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas estableció ocho Metas de Desarrollo del Milenio, con el fin de abatir la pobreza extrema y el hambre, mejorar la salud infantil y materna y la educación, acabar con la discriminación de género y reducir la contaminación.

La ILC se reúne por primera vez fuera de su sede en Roma y ha encontrado en esta ciudad del oriente boliviano, capital de una región de extensas explotaciones ganaderas y forestales y un millón de hectáreas de soja sembrada en grandes fincas, abono para sus debates sobre el acceso a la tierra.

Desde el occidente boliviano emigran campesinos que ya no pueden producir en pequeñas parcelas con suelos agotados. En el oriente, junto con pequeños nuevos arrendatarios y campesinos sin tierra, las comunidades indígenas luchan para reivindicar derechos sobre los que consideran sus territorios ancestrales.

Jorge Prestel, presidente de la Federación de Ganaderos de Santa Cruz, dijo a IPS que ”la base del problema no está en el acceso a la tierra o en las condiciones para la producción, sino en los términos de intercambio. Si producimos, pero el primer mundo decide las reglas del juego, no produciremos riqueza”.

Teófilo refutó ese enfoque porque ”lleva a la modernización conservadora del campo, pero como se demostró en Brasil —donde en la década pasada surgió un beligerante movimiento de campesinos sin tierra— el solo crecimiento económico lleva a agravar las desigualdades sociales y a transformar la pobreza rural en miseria urbana”.

El experto se apoyó en un informe sobre desarrollo que prepara el Banco Mundial para fines de 2005 y en cuyos borradores se afirma que ”la gran desigualdad en temas de renta, salud, educación y otras dimensiones del bienestar es la más pura realidad”.

La persistencia de esa desigualdad, dentro de los países y globalmente, sólo ”puede ser notada como una señal de fracaso de los sistemas económicos, tanto en el pasado como en la actualidad, para generar un desarrollo que les sea igual a todos los sectores y que acabe con la pobreza”, asienta el borrador del Banco Mundial.

Moore insistió en que ”en muchos países, el tema de mejorar el acceso seguro a la tierra para los más pobres se relaciona con las desigualdades fundamentales de las comunidades rurales o del país en general”.

Invocó estudios del Banco Mundial y de la Comunidad Europea, según los cuales ”la democracia se logra mucho más tarde en países dominados por terratenientes que en aquellos que dependen de la producción de pequeños propietarios, y grandes concentraciones de tierra reducen incentivos para proveer servicios públicos”.

Moore defendió por otra parte el derecho de las mujeres a controlar activos en el mundo rural, con impacto positivo sobre lo que se gasta en educación y otras necesidades sociales.

Rita Lakor, de la no gubernamental Alianza para la Tierra en Uganda, expuso que en África oriental la participación de la mujer como trabajadora agrícola puede ser altísima, incluso de 80 por ciento en algunas comunidades, pero según sus estudios sobre el caso ugandés, apenas 13 por ciento de las campesinas son propietarias de tierra.

Este fenómeno se combina fatalmente con la alta incidencia de sida en países como el suyo, pues ”cuando los hombres enferman, empiezan a vender tierras, y éstas no quedan en manos de las mujeres”, dijo.

”Tratamos de que la ley agraria recoja el objetivo de que al menos un tercio de los propietarios de tierra sean mujeres”, añadió Lakor.

”Las mujeres y hombres en desventaja, como los pobres del campo, están pidiendo más”, recogió Moore. ”Desatar el potencial de los más pobres al convertirlos en productores y mejores consumidores, con acceso a la tierra, fortalecimiento de sus capacidades e inversión pública, contribuirá a la prosperidad económica”, concluyó.

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