Las ballenas de la costa de Liguria, al noreste de Italia, corren riesgo de quedar solteras por culpa de la contaminación acústica.
El llamado mar Ligure, que corresponde al golfo de Génova y el mar Tirreno septentrional, se conoce como santuario de las ballenas, pero el tráfico diario de embarcaciones mercantiles causa ruidos que han vuelto casi imposible la comunicación entre los gigantes del mar.
Los cetáceos que llegan a esa región son rorcuales comunes (Balaenoptera physalus), una de las especies llamadas genéricamente ballenas barbadas.
Los machos emiten ciertos sonidos que atraen la atención de las hembras y les indican que están disponibles para aparearse, especialmente en los meses de invierno, y con mayor volumen y frecuencia en febrero y marzo, explicó a Tierramérica el investigador Fabrizio Borsani, del laboratorio acústico marino del Instituto Central de Investigación del Mar (Icram), con sede en Roma.
Ese canto, que más se parece a golpes de martillo, sería perceptible a 500 kilómetros de distancias si no hubiera interferencia. Pero las hembras del mar Ligure no logran escucharlo y hay riesgo de que queden solteras, señaló a Tierramérica el coordinador de la investigación científica del Acuario de Génova, Guido Ognone.
Un estudio del Icram, realizado de 1999 a 2003, confirmó que el golfo de Génova y el Tirreno del norte están entre las zonas marinas más ruidosas del mundo debido a la navegación, especialmente mercantil.
Cada año pasan por allí unos 300 buques-tanque, llevando hacia el norte de Europa cerca de 18 millones de toneladas de petróleo y sus derivados.
El Icram grabó 16.000 horas del canto de los cetáceos, mediante 18 artefactos con microchips a profundidades de 600 a 2.000 metros, y descubrió que diariamente el tránsito de embarcaciones interrumpía 97 por ciento de esos mensajes.
Según los investigadores, eso significa que en 24 horas sólo quedan 43 minutos libres de ruido, insuficientes para que se concreten citas de amor entre ballenas.
La rorcual común, también llamada de aleta, puede medir unos 24 metros de largo y pesar unas 60 toneladas, y tiene un promedio de vida de 90 años. La potente musculatura de su cuerpo le permite desplazarse a 40 o 50 kilómetros por hora.
En el mar Mediterráneo viven cientos de ballenas, que la mayor parte del tiempo están solas, nadando cientos de kilómetros al día.
La capacidad de reproducción de las ballenas barbadas es baja, con una a tres crías en promedio. Las hembras están listas para la maternidad cuando cumplen 14 años, y los machos son sexualmente activos a los 18.
El periodo de gestación varía de un año a 16 meses, y las madres alimentan durante un año a sus pequeños, que consumen unos 200 litros de leche diarios.
Ante la explosión de ruidos en el último siglo, debido a mucho mayor tráfico de grandes embarcaciones, es posible que las ballenas hayan aumentado el volumen y frecuencia de su 'canto'. Pero esto todavía es una hipótesis que necesita verificación, apuntó Ognone.
De todos modos, es claro que la contaminación acústica resulta muy perjudicial para los habitantes del mar, y por eso organismos del sistema de las Naciones Unidas buscan, al igual que la Unión Europea, limitar la actividad del hombre en el mar, pero no hay resultados ni cambios de ruta, dijo a Tierramérica la responsable del sector Pesca de la Liga Antidiseccion de Animales, Maria Teresa D'Agostino.
Según el Icram, para evitar un mayor daño a las ballenas es necesario reglamentar el tráfico de las embarcaciones en los corredores navales, establecer rutas preferenciales y construir naves, puertos y barreras con parámetros orientados a mitigar la contaminación acústica.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, un cuarto de las especies de cetáceos está en vías de extinción. Muchos ejemplares cayeron en manos de cazadores en los últimos decenios, y otros son amenazados por la presencia de sustancias tóxicas en el mar, la extracción de gas y petróleo, e incluso eventuales colisiones contra buques.
La Comisión Ballenera Internacional (IWC por sus siglas en inglés) calcula que cada año mueren 300.000 ballenas atrapadas en redes de pescadores.
Todo eso agrava se suma a las dificultades para el apareamiento de los rorcuales en las costas de Liguria.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 19 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.