SALUD-EEUU: Fantasmas en las Torres Gemelas

Las autoridades de Estados Unidos, en especial la Agencia de Protección Ambiental (EPA), no han logrado librar a los residentes del centro de Nueva York de los productos tóxicos que dejó el atentado del 11 de septiembre de 2001.

Miles de trabajadores y vecinos del centro del área de Manhattan, uno de los cinco ”borroughs” (municipios) de la ciudad de Nueva York, están enfermos por la exposición a sustancias como asbesto, dioxina y bifenilo policlorado (PCB).

”La EPA está obligada a limpiar los edificios contaminados por ataques terroristas, pero se ha negado a cumplir la ley”, dijo Jerrold Nadler, miembro por Nueva York en la Cámara de Representantes estadounidense e integrante del opositor Partido Demócrata.

Nadler manifestó, en una carta enviada al presidente George W. Bush, su preocupación de que ”dos días después del atentado, la EPA inició una estrategia para confundir al público y dar información falsa sobre la calidad del aire”.

En agosto de 2003, casi dos años después de los atentados en que murieron 3.000 personas en Nueva York y Washington, la EPA admitió haber subestimado el riesgo que supone en Manhattan el polvo venenoso y el escombro de las derrumbadas Torres Gemelas del World Trade Center.

El inspector general de la agencia dijo haber actuado así instruido por la Casa Blanca.

Pero la EPA aún no ha tomado acciones decisivas desde la emisión del informe de 2003, y Bush no ha respondido a la carta de Nadler, enviada en octubre pasado.

La agencia gubernamental asegura haber analizado muestras de aire, polvo y agua potable y de las corrientes fluviales de Nueva York.

También informó que ha suministrado miles de aparatos de asistencia respiratoria a trabajadores, realizado estudios sobre los métodos de descontaminación dentro de edificios y limpiado

Pero Nadler, entre otros, cree que la EPA eludió sus obligaciones como principal agencia a cargo de descontaminar en área, en especial el edificio del Deutsche Bank, próximo al destruido World Trade Center, donde el nivel de asbesto es 150.000 veces mayor al normal.

Por lo tanto, el legislador demócrata elevó sus quejas a Bush personalmente, junto con organizaciones sindicales, ambientalistas, comunitarias y de defensa del derecho a la salud.

Nadler se refirió al asunto el martes en una conferencia de prensa en Nueva York, instantes antes de subir a un tren rumbo a Washington, donde este miércoles el presidente Bush rendiría ante el Congreso su informe anual sobre el Estado de la Unión.

Este mismo jueves, el legislador y su par Carolyn Maloney volverían a presentar un proyecto de ley para ampliar los programas médicos y el tratamiento dirigido a las víctimas de los atentados que carecen de seguro.

También procuran ampliar el alcance del Fondo de Compensación para las Víctimas del 11 de Septiembre a personas cuyas enfermedades son diagnosticadas tardíamente o empeorando con el tiempo.

De las 12.000 personas atendidas en el Centro de Medicina Ocupacional y Ambiental Monte Sinaí en Manhattan, los médicos han analizado a 10 por ciento con perturbadores resultados.

”Hay alta incidencia de problemas respiratorios entre trabajadores que surgen dos o tres años” después de los atentados, dijo el codirector del programa de seguimiento de las víctimas, Steven Levin, que participó en la conferencia de prensa junto con Nadler.

Muchos también tienen problemas psicológicos, entre otros desorden por estrés postraumático, agregó.

El programa obtuvo financiamiento por otros cinco años, pero hay casos de cáncer originados por las sustancias liberadas por los atentados en la atmósfera que podrían detectarse 20 años más tarde, explicó Levin.

El ingeniero de saneamiento Kevin Mount, que trabajó en la limpieza del escombro, dijo a la prensa que su experiencia con el fondo de compensación a trabajadores municipales fue ”una gran evasiva”.

Mount debió luchar tres años para obtener asistencia médica luego de ser hospitalizado en febrero de 2002 por obstrucción respiratoria, hepatitis C, sinusitis, reflujo gástrico y depresión. ”Los fiscales de Nueva York cuestionaron todas y cada una de mis lesiones”, dijo.

Mientras trabajó en lo que quedó del World Trade Center, Mount estuvo expuesto a ”una gran cantidad de humo, polvo y tóxicos, así como a partes humanas”. ”La máscara de papel para detener el polvo fue inútil”, agregó.

La ciudad puso fin a los beneficios por enfermedad de Mount en noviembre, a pesar de que contaba con numerosas cartas de médicos que confirmaban sus problemas.

Los trabajadores de rescate y limpieza no fueron los únicos que corren riesgo. El Centro Médico de la Universidad de Nueva York detectó que 25 por ciento de los residentes del Bajo Manhattan sufren síntomas de enfermedades respiratorias ”persistentes”.

”Soy un ejemplo de trabajador administrativo de Manhattan que sufrirá daño pulmonar por mucho tiempo a causa de la exposición al escombro del World Trade Center”, dijo Robert Gulack, fiscal de la Comisión de Seguros y Cambio.

Gulack toma cinco medicamentos distintos para tratar sus enfermedades pulmonares crónicas, diagnosticadas poco después de que se le dijo que era seguro regresar a su oficina, a una cuadra de distancia de las aún entonces humeantes ruinas del World Trade Center.

El ambiente dentro del edificio en que trabaja Gulack tiene concentración de asbesto 850 veces superior al máximo admitido.

”Parece que el plan de EPA para limpiar el polvo del World Trade Center es dejar que los neoyorquinos nos lo metamos en los pulmones”, sostuvo. ”Tres años después de entrar en la segunda guerra mundial, habíamos recuperado Francia… ¿Por qué resultará más fácil echar a los nazis de París que meter a la EPA en Brooklyn.”

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