El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos aplaudió en su informe anual sobre derechos humanos los avances en Afganistán, Iraq y Ucrania y cuestionó el desempeño de Belarús, China, Corea del Norte, Irán y Venezuela en la materia.
En su introducción de 22 páginas a los informes por país, la cartera a cargo de Condoleezza Rice también criticó a dos aliados de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo, Arabia Saudita y Uzbekistán, aunque mencionó algunos pasos positivos de ambos países en el pasado año.
Los abusos y violaciones de derechos humanos en Arabia Saudita superan, de todos modos, los avances, según el documento, que menciona informes creíbles de tortura y abuso de prisioneros, arrestos arbitrarios y mantenimiento de extranjeros y ciudadanos detenidos incomunicados.
El informe también indica que en Uzbekistán era rutina la tortura, pero agrega que el gobierno ha tomado algunos pasos iniciales para reducir esa práctica.
La atención en las páginas introductorias se concentra, de todos modos, en lo que Rice denomina puestos de avanzada de la tiranía: Belarús, Birmania, Corea del Norte, Cuba, Irán y Zimbabwe. También figuran otros países cuya situación es preocupante, a los ojos de Washington.
Esta edición del informe de derechos humanos del Departamento de Estado (cancillería), tarea anual encargada a esa cartera por el Congreso legislativo en 1976, cubre la situación de casi 200 países en 2003 y abarca más de 3.000 páginas.
La publicación es ampliamente considerada la más completa sobre los derechos humanos en el mundo. Está dedicada, más que nada, a los derechos civiles, políticos y a la integridad personal de los habitantes, pero no a los contemplados en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, nunca ratificada por Estados Unidos.
Los 196 informes por países se basan sobre información recogida por organizaciones no gubernamentales internacionales y locales, así como sobre informes de prensa y de diplomáticos estadounidenses.
Estos informes evitan comparar las prácticas de los diversos gobiernos, pero la introducción del reporte completo, escrita este año por el secretario de Estado asistente para Derechos Humanos, Michael Kozak, identifica países específicos, en general aquellos con los que Washington un vínculo ambiguo o de hostilidad.
Como en el pasado, la edición de este año tampoco analiza la situación de los derechos humanos en Estados Unidos ni en instalaciones estadounidenses en el extranjero, como la prisión de Abu Ghraib en Iraq o la base naval en Guantánamo, Cuba.
Esa omisión es considerada por observadores una demostración de doble discurso e hipocresía. En Abu Ghraib, fuerzas estadounidenses maltrataron a detenidos supuestamente insurgentes en Iraq, mientras en Guantánamo recluyó a prisioneros en el marco de la guerra contra el terror.
En la introducción, por ejemplo, el informe menciona el generalizado uso de tortura por parte del gobierno de Siria, pero no el caso del sirio-canadiense Maher Arar, quien fue detenido en un aeropuerto estadounidense y entregado a Damasco, quien supuestamente lo sometió a torturas durante meses hasta su repatriación a Canadá el año pasado.
Para el activista Jumana Musa, de la filial estadounidense de Amnistía Internacional, la entrega de detenidos a países que practican la tortura, como Siria, Egipto y Arabia Saudita, es una clara señal de absoluta hipocresía.
Aplaudimos el generalmente franco y certero informe sobre los derechos humanos en el mundo, pero Estados Unidos hallará cada vez más dificultades para ser un defensor creíble y persuasivo mientras persista en las mismas prácticas que critica en otros gobiernos, dijo el director legislativo de la organización Human Rights First, Raj Purohit.
Las críticas a Rusia en la introducción del informe quedaron relativamente acalladas. Allí se sugiere, sí, que los cambios legales que permitieron al presidente designar gobernadores en aquellas regiones donde la ciudadanía ya había elegido uno, así como las restricciones a la prensa y presiones sobre los jueces, reducen el control sobre el gobierno en Moscú.
Mientras, el conflicto en Chechenia, incluida el asedio fatal sobre una escuela en la localidad de Beslan, en la región de Osetia Septentrional, demostró que ambas partes tenían poco respeto por los derechos humanos básicos.
Los elementos más destacados en la introducción del informe este año fueron positivos, en particular las elecciones presidenciales en Afganistán, los comicios que consagraron al líder opositor ucraniano Viktor Yushchenko y la preparación de las elecciones del 30 de enero en Iraq.
Creemos que acontecimientos como estas elecciones aumentarán las perspectivas de paz, darán una base sólida para el autogobierno en estos países y ayudarán a impulsar el avance de los derechos humanos, indica el estudio, si bien acota que los comicios no garantizan por sí mismos el respeto de los derechos humanos.
En ese sentido, se menciona el referéndum en Venezuela del que surgió triunfante el presidente Hugo Chávez, cada vez más percibido por Washington como una amenaza. Esa consulta popular fue seguida por intentos de restringir la acción del Poder Judicial y de los medios de comunicación, según el informe.
Venezuela, país en que el respeto a los derechos humanos siguió siendo pobre en 2004, mereció en esta última edición del informe más espacio aun que Cuba, donde Fidel Castro sumó otro año a su récord como el dictador más veterano en ejercicio del mundo.
La introducción del informe también destaca la exitosa resolución del conflicto entre el gobierno árabe e islámico de Sudán y la insurgencia negra y cristiana del sur de ese país. Ese logro quedó, sin embargo, ensombrecido por la violencia en Darfur, calificada en septiembre de genocidio por el antecesor de Rice, Colin Powell.
En cuanto a los países que constituyen puestos de avanzada de la tiranía, el informe del Departamento de Estado acusa a Corea del Norte de tratamiento brutal y represivo a su pueblo, y a Birmania de no respetar ningún derecho fundamental.
La cooperación y los avances de los derechos humanos de China fueron desalentadores, según los autores del estudio, que acusaron también al gobierno de Zimbabwe de lanzar una campaña concertada de violencia, represión e intimidación.
A su vez, atribuyeron a Irán numerosos asesinatos durante el año, incluidas ejecuciones tras juicios que carecieron de (garantías al) debido proceso y la organización de elecciones parlamentarias vistas generalmente como ni libres ni justas.
Siria, otro gran objetivo del gobierno de Bush, fue acusada de tortura y de represión a los miembros de la minoritaria etnia kurda, de la cual docenas fueron asesinados, hasta 2.000 fueron arrestados y 300 aún esperan juicio.