La elite de Estambul festejó el fin de semana a la orilla del estrecho del Bósforo, entre Europa y Asia, el comienzo de negociaciones el año próximo para el ingreso de Turquía a la Unión Europea (UE).
Ahora somos plenamente europeos y Somos la nueva estrella de Europa, eran algunas de las consignas celebratorias.
En medio de los festejos, el primer ministro turco Recep Tayip Erdogan, alguna vez un fervoroso musulmán y ahora un reformista, tuvo una recepción de héroe a su regreso de la cumbre celebrada en Bruselas, sede de la UE.
Triunfamos, decía el título de Hurriyet, el diario de mayor circulación del país.
Erdogan y la elite de la capital turca consideran que ganaron lo que Turquía buscó durante cuatro décadas: romper el muro que los separa de la Europa cristiana y contar con una fecha firme para negociar la plena integración a la Unión Europea (UE). Las conversaciones para el ingreso al bloque comenzarán el 3 de octubre de 2005.
[related_articles]
Pero los festejos podrían ser prematuros. La concesión de la UE se acompaña de muchas condiciones que podrían negarle la membresía plena a Turquía, una nación en desarrollo y mayoritariamente musulmana, y además existe considerable resistencia en Europa a la incorporación de este país.
Además, no todos los turcos están seguros de pertenecer a lo que algunos llaman el club cristiano europeo.
Somos diferentes, reconoció el fisioterapeuta Dogan Bulut en un spa termal en Afyon, provincia de Anatolia. Podemos y debemos cuidar de nosotros mismos sin perder nuestra identidad para integrarnos a la UE, dijo.
La contradicción fundamental es que Turquía forma parte tanto de Europa como de Asia, pero no pertenece plenamente a ninguno de ambos continentes.
Ambas identidades se apreciaron en un viaje en autobús desde Ayfon, convertido en sinónimo del opio por sus campos de adormidera, hasta la cosmopolita Estambul.
El autobús era de la marca alemana Mercedes Benz, pero fabricado en Turquía. A bordo, se ofrecían los servicios típicos de la clase ejecutiva en las aerolíneas: azafata, refrescos y películas.
Pero hombres y mujeres se sientan en sectores separados. Algunas mujeres usan el velo islámico, y otras visten más a la usanza occidental. El viaje de 400 kilómetros cuesta apenas 15 euros.
El autobús pasó por Orucoglu, en las afueras de Afyon, un centro termal a la altura de muchos en Europa. El centro tiene piscinas, salas de rehabilitación y los últimos equipos de ultrasonido, y también allí, hay piscinas separadas para hombres y mujeres.
Por cinco euros, las familias musulmanas conservadoras pueden hacer uso de un baño turco privado o hamam.
Europa es buena para nosotros, dijo el gerente de informática del hotel. Con sus criterios, estamos modernizando nuestra sociedad. Debemos ser modernos, pero no necesariamente europeos, observó.
Los pasajeros del autobús no sabían nada de la propuesta Constitución Europa ni de los criterios de Copenhague, que se aplican a todos los países candidatos, referentes al imperio de la ley y el respeto a los derechos humanos. Según la UE, Turquía ya ha cumplido esos requisitos en el papel.
Lo cierto es que el autobús llegó a Estambul a tiempo, pero no se sabe si el viaje de Turquía llegará a Bruselas.
Las conversaciones para el ingreso serán largas (hasta 15 años), y además cualquiera de los 25 países miembros del bloque puede vetar el ingreso de Turquía en cualquier momento, entre ellos Chipre, un nuevo integrante de la UE dividido entre el sur griego y el norte turco.
Turquía está aislada en la cuestión de Chipre, pese a haber votado por el sí a un plan de la Organización de las Naciones Unidas respaldado por la UE para unificar la isla. Los grecochipriotas, con el ingreso asegurado al bloque, rechazaron el plan.
Un precio que Erdogan debió pagar por el inicio de las conversaciones es el reconocimiento de la parte griega de Chipre antes del próximo octubre. Los críticos lo acusan de ser blando sobre ese asunto y de vender los intereses nacionales para obtener la incorporación a la UE.
Son varios los obstáculos socioculturales para la incorporación a la Unión. Los europeos temen una migración masiva desde un país de 70 millones de habitantes que podría convertirse en el más poblado de Europa dentro de dos décadas, y por tanto adquiriría mayoría de votos en el Parlamento Europeo.
Aun si las negociaciones prosperan, Francia ya está preparando un referendo que podría abortar la integración, y otros miembros de la UE podrían seguir su ejemplo.
Será duro a partir de ahora, reconoció Erdogan tras la cumbre de Bruselas.
Francia, Alemania y Austria propusieron a Turquía una asociación privilegiada en lugar de la incorporación plena, pero los turcos proeuropeos rechazaron la oferta, alegando que esa asociación ya existe mediante una unión aduanera y la calidad de miembro asociado.
El problema no es sólo de los turcos, señaló Nejdet Ates, un trabajador de un hotel de Afyon. También es de los europeos. Deben decidir si quieren entre ellos a un gran país musulmán. No mendigaremos para que nos acepten, dijo.
Este no es el fin del proceso. Es el principio, resaltó Jose Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea.