Hace un año que India y Pakistán lanzaron su primer intento serio de diálogo desde que ambos países realizaron ensayos nucleares en 1998, y la paz parece tan cercana como esquiva.
El primer ministro indio Manmohan Singh y el presidente pakistaní Pervez Musharraf deberán esforzarse para superar antiguos obstáculos, centrados en la disputa por el territorio de Cachemira desde la creación de ambos países en 1947, y lograr resultados tangibles en 2005.
En febrero de 1999, el entonces jefe de gobierno indio Atal Bihari Vajpayee viajó en ómnibus a la oriental ciudad pakistaní de Lahore, y en 2001 mantuvo una infructuosa reunión con Musharraf en la norteña ciudad india de Agra, pero esta vez hay conversaciones más estructuradas, preparadas y sistemáticas.
Estudios de opinión indican, además, que en las poblaciones de ambos países hay amplias mayorías a favor de la reconciliación, y los grupos más poderosos de Pakistán han depuesto gran parte de sus prejuicios sobre Singh, cuyo estilo sobrio contrasta con el de Vajpayee.
Pero lo único que se logró en el último año es restaurar comunicaciones, entre ellas los servicios de transporte mediante aviones, autobuses y trenes, interrumpidos tras un ataque terrorista contra la sede del parlamento indio en diciembre de 2001, y liberalizar relativamente el otorgamiento de visas.
Musharraf y Singh acordaron en junio reabrir los consulados de sus países en Mumbai (ex Bombay) y Karachi, respectivamente, pero desde entonces se avanzó poco hacia esa meta.
También parecen estancados los planes anunciados de desarrollar mayor cooperación comercial y económica, especialmente mediante la construcción de un gasoducto entre Irán e India que atravesaría Pakistán.
No hubo avances en relación con las armas nucleares, pero por lo menos ambos países han aceptado, por primera vez en su historia, discutir la cuestión de Cachemira.
Una medida de construcción de confianza manejada desde octubre de 2003 pero no concretada es establecer un servicio de autobuses entre Srinagar, en el norteño estado indio de Jammu y Cachemira, y Muzafarabad, en la parte del territorio cachemiro controlada por Pakistán.
Pakistán piensa que India quiere sustituir la negociación sobre Cachemira con medidas en otros terrenos, y Nueva Delhi cree que Islamabad retarda los avances en muchas áreas para imponer la centralidad de la cuestión cachemira.
Mientras tanto, han continuado las hostilidades a mayor altura del mundo en el glaciar cachemiro de Siachen, que cuestan cada año muchas vidas (sobre todo por las inclemencias climáticas) y millones de dólares, pese a que los expertos coinciden en que se trata de un área sin valor estratégico.
Los problemas en Siachen y otras en áreas fronterizas podrían resolverse con rapidez, pero para que eso ocurra, Pakistán debe sentirse seguro de que India está dispuesta a negociar el conjunto de la cuestión cachemira, comentó el profesor Kamal Mitra Chenoy, de la escuela de estudios internacionales de la Universidad Jawaharlal Nehru, de Nueva Delhi.
El gobierno de Singh aceptó discutir la cuestión·de Cachemira, que no quiere llamar disputa, en el marco de una agenda de ocho puntos, pero no está claro hasta dónde está dispuesto a llegar en esa materia.
En una cuidadosa declaración, el primer ministro indio descartó la posibilidad de cambiar el trazado de fronteras y la distribución de territorios en función de las creencias religiosas de sus habitantes.
La población cachemira es mayoritariamente musulmana, como la pakistaní, mientras en India predomina el hinduismo.
Es probable que Singh esté dispuesto a conceder cierto grado de autonomía a la parte de Cachemira que controla, y a permitir que mantenga una frontera muy permeable con una parte pakistaní en similar situación.
Musharraf tampoco ha definido sus objetivos en la negociación, pero demanda que se consideren varias opciones.
Por ahora, el principal punto en discusión es si los viajeros por autobús entre Srinagar y Muzaffarabad deberán utilizar pasaportes comunes de cada país, como quiere India, o un documento específico cachemiro, como desea Pakistán.
En todo caso, si el servicio de autobuses comienza, puede abrir paso a relaciones comerciales transfronterizas, reunión de familias y servicios postales.
Con independencia de esas perspectivas, está claro que será difícil acordar una paz duradera sin afrontar la cuestión de las armas nucleares que ambos países poseen.
Cachemira es la zona de conflicto más obvia para que ocurra una catástrofe nuclear, comentó a IPS Karamat Ali, de la Coalición de Paz Pakistaní, que junto con la india Coalición para el Desarme Nuclear y la Paz ha instado a ambos gobiernos a un acuerdo para no desplegar armas nucleares y mantener las cargas nucleares separadas de los misiles capaces de transportarlas. (