Adriana tenía dos años cuando preguntó a su mamá qué quería decir dialéctica y recibió una respuesta, aunque no entendió nada. Ahora tiene 14, sabe que el mundo está en constante cambio y tiene otras preguntas.
Mi madre siempre me ha dicho que puedo hacer lo que quiera, siempre y cuando no me dañe a mí o a otra persona. Recuerdo que desde que tenía uso de razón me hacía reflexionar sobre esas dos preguntas y yo era la que debía decidir, cuenta la adolescente.
La mamá de Adriana, una licenciada en filosofía de 40 años, alguna que otra vez perdió la paciencia con su hija, pero siempre trató de responder todas las preguntas de forma clara, sin evasivas y del modo más racional posible.
Hace unos meses se enteró de que tras dos años con el mismo novio, la niña y el niño se bañaban juntos. Me preguntó si había usado condón, si la había pasado bien, si estaba segura. Ahora ella misma me consigue los preservativos, relata Adriana.
Pero esta no es una historia común en Cuba. Buena parte de madres y padres prefieren no enterarse de lo que pasa en la vida sexual de sus hijas jóvenes y, si se enteran, van de un extremo a otro: recriminan y castigan o se desentienden del todo.
Algo similar sucede en otros países de América Latina y el Caribe, según diversos estudios. La población más joven sigue sin encontrar en la familia la información y el apoyo para enfrentar su vida sexual, cuyo inicio es cada vez más temprano.
Unos 150 países, entre ellos Cuba, realizaron este año un proceso de seguimiento de las metas acordadas en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994.
La necesidad de la población joven y adolescente de acceder a servicios e información en salud sexual y reproductiva ha sido fuertemente debatida, según la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la saudita Thoraya Obaid.
Obaid participó el 17 de este mes en el taller Cuba 10 años después de El Cairo, durante una visita de tres días a este país caribeño.
Lo que vi en Cuba es algo que no he visto en ningún país, dijo Obaid. Y mencionó: Más de 90 por ciento de la población infantil en las escuelas, la cobertura de los sistemas de salud y la baja incidencia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Juan Carlos Alfonso, especialista de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y coordinador del encuentro, afirmó que un grupo importante de las metas fijadas en El Cairo para 2015, se alcanzaron en Cuba incluso antes de aquella cumbre.
Los compromisos para 2015 indican servicios de salud, educación y planificación familiar universales, una esperanza de vida superior a los 75 años y una mortalidad materna inferior a 75 casos por cada 100.000 nacidos vivos.
Fuentes de la ONE indican que en 1994 Cuba ya tenía una expectativa de vida de 72,9 para los hombres y de 76,9 para las mujeres. La mortalidad materna era de 42,8 por 100.000 nacidos vivos. En 2001 bajó a 33,9.
Pero, más difícil que evitar esas muertes es lograr que las mujeres cubanas dejen de acudir al aborto como si fuera un método anticonceptivo, o que las personas ya no eludan el uso del condón, independientemente de su sexo u orientación sexual.
El caso cubano prueba que garantizar servicios, derechos y recursos es sólo el inicio del camino en materia de salud sexual y reproductiva. El reto ahora pasa por promover cambios culturales que permitan sostener los logros y seguir avanzando.
En este camino, el UNFPA apoya un proyecto educativo en la enseñanza secundaria que, según estudios, ha contribuido a demorar el inicio de la vida sexual y propiciado la adquisición de conocimientos sobre enfermedades de transmisión sexual.
Se nota un cambio en el comportamiento de la población adolescente hacia conductas de mayor responsabilidad hacia su salud, dijo a IPS Rosaida Ochoa, directora del Centro Nacional de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual y VIH/sida.
Según Ochoa, la prevalencia del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) entre los 15 y los 24 años cayó de 0,07 por ciento dos años atrás a 0,05 en la actualidad. El aumento de casos se detecta entre mayores de 30 años.
Para el UNFPA, los mayores obstáculos a la prevención en Cuba son las pautas culturales predominantes, que suelen determinar las percepciones diferenciadas por género de la sexualidad y la maternidad/paternidad.
El programa de asistencia de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas a Cuba para el período 2004-2007 comprende cuatro millones de dólares, de los cuales 3,3 millones se destinan a proyectos vinculados a salud reproductiva, y el resto a estrategias de población y desarrollo.
Los proyectos aprobados pretenden contribuir a alcanzar en 2007 una reducción de la tasa de abortos de 33 a 28 por 1.000 mujeres de 15 a 19 años y reducir de 50,3 a 42 por 1000 la tasa de fecundidad en esa franja de edad.
El aborto sigue siendo ilegal en casi todos los países de América Latina y el Caribe. Pero cada año se realizan más de cuatro millones de abortos, la mayor parte en clandestinidad, según el UNFPA.
En el mundo se practican 20 millones de abortos clandestinos por año y unas 78.000 mujeres fallecen a causa de ellos, añade el UNFPA.
Más que a cifras, el plan cubano apunta a promover cambios culturales a través del apoyo a iniciativas en la esfera de la educación, la promoción de la equidad de género y de actitudes responsables y la disminución de la violencia contra la mujer.
La historia de Estrella Gómez y su hija Lazara demuestra cuánto queda aún por hacer. Si ya ella es grande para estar con un hombre, pues tiene que saber lo que hace, decía Gómez una y otra vez cuando sus amistades le hablaban de su hija.
Ahora, con 16 años, Lazara suma seis meses de embarazo y un largo historial de abortos inducidos. Y con todo, tuvo suerte. Será madre a una edad demasiado temprana, pero ni ella misma sabe cómo se libró de ser víctima de alguna infección de transmisión sexual.
No le gusta, respondió Gómez a la pregunta sobre si su hija usaba preservativos.