DESARROLLO: ¿Y por qué no microseguros?

En el Año Internacional del Microcrédito, alguien debería pensar en microseguros para los pobres, sugirieron expertos.

Es un hecho reconocido que los servicios bancarios para los pobres son posibles y rentables. Ya han pasado 30 años desde que Muhammad Yunus, profesor de economía de la Universidad de Chittagong, en Bangladesh, puso en práctica la idea de prestar pequeñas cantidades de dinero a grupos de mujeres.

El ejemplo de su celebrado Grameen Bank fue seguido por miles de instituciones y organizaciones no gubernamentales (ONG) en más de 100 países. ”Juntos servimos a 70 millones de personas, con un promedio de 100 dólares por préstamo. Tenemos un volumen de negocios de unos 7.000 millones de dólares”, dijo Yunus en una visita a Bruselas.

Pero ya es hora de mirar más allá del microcrédito, dicen los expertos, por eso los gobiernos y las ONG deben persuadir a las instituciones financieras de considerar otras formas de microfinanzas. Los pobres necesitan acceso al ahorro y a los seguros, y la transferencia de remesas de migrantes a sus países de origen debe ser menos costosa, agregan.

Los microcréditos son la forma más conocida de las microfinanzas, pero no la única. Uno de los objetivos del Año Internacional del Microcrédito lanzado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es promover también los seguros, las remesas y el ahorro para los pobres.
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”En Africa, por ejemplo, hay más demanda de seguros que de crédito”, explicó Bart de Bruyne, de Trias, una ONG belga que provee cerca de 1,8 millones de dólares anuales en donaciones a instituciones microfinancieras. ”Los agricultores y sus familias no pueden protegerse contra las malas cosechas o los desastres naturales”, explicó.

Si los pobres tuvieran acceso a los seguros, esto marcaría una gran diferencia en sus vidas, destacó Johna Bastiaensen, experto en microfinanzas del Departamento de Políticas de Desarrollo de la Universidad de Antwerp.

”Un robo o una enfermedad menor puede significar una tragedia para alguien que vive al día. El seguro podría ser el producto financiero más demandado en los países en desarrollo”, señaló.

El microahorro ya existe en Africa y otras partes del mundo de manera informal, ”y es mucho más antiguo que el Grameen Bank”, recordó Bastiaensen. ”Un ejemplo clásico es el 'systéme des cartes' de República Democrática de Congo, por el que las vendedoras de las ferias confían su dinero a un mercader, en general libanés, al final del día”, explicó.

Pero para la mayoría de los pobres, el seguro y el ahorro son todavía un sueño lejano. ”En la mayoría de los países, hay historias de éxito en materia de microcrédito, pero los seguros y el ahorro son todavía excepcionales”, dijo el experto.

Bastiaensen cree que los gobiernos, las ONG y las instituciones microfinancieras podrán avanzar más rápido en materia de remesas que de ahorros y seguros. Los tres son componentes de las microfinanzas.

Los fondos transferidos por los trabajadores migratorios a familiares que quedan en el país de origen son una importante fuente de ingresos para países en desarrollo, mayor aun que la ayuda oficial para el desarrollo, que en 2003 sumó 68.000 millones de dólares.

Agencias internacionales como Western Union y Money Gram realizan transferencias y giros rápidos y confiables, pero cobran una suculenta comisión.

”Es una de las mayores injusticias de la actualidad que los inmigrantes pobres deban pagar una comisión de 15 a 20 por ciento para enviar dinero a sus familias”, afirmó Bastiaensen.

”No es difícil para las instituciones microfinancieras ofrecer tasas más favorables. En El Salvador, por ejemplo, ya existe una red que trabaja por una comisión de cinco a ocho por ciento. Ese es el camino”, dijo.

Las microfinanzas pueden lograr tanto éxito en esas nuevas áreas como en el microcrédito, según expertos.

Las dimensiones del mercado potencial sugieren que las instituciones microfinancieras pueden hacer mucho dinero. Las ya existentes tienen una tasa de reembolso superior a la de bancos comerciales: más de nueve de cada 10 clientes devuelven sus créditos, en general en forma semanal.

Las tasas de interés también son muy superiores a las comerciales, ya que rondan 40 por ciento de la cantidad prestada.

”Ese porcentaje puede parecer excesivo según los parámetros occidentales, pero los usureros de países pobres cobran tasas de interés de 100 a 300 por ciento”, observó De Bruyne.

Las microfinanzas pueden ser una vía rápida hacia el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio acordado por 189 países miembros de la ONU en 2000: reducir a la mitad la cantidad de personas que viven en la extrema pobreza antes de 2015.

También son un instrumento importante para la meta número tres (promover la igualdad de género y potenciar a las mujeres), dado que la mayoría de los clientes son mujeres. Y contribuyen asimismo al octavo objetivo: desarrollar una asociación internacional para el desarrollo.

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