Martín murió de un mal no identificado a los 11 meses de edad en el meridional estado mexicano de Chiapas, pero ninguna estadística registró su existencia y destino. Igual sucede con millones de personas en países que no ofrecen datos confiables sobre cantidad de fallecimientos ni por qué causas.
Este bebé chiapaneco, como otros, no dejó rastros estadísticos, una realidad que dificulta enormemente el combate contra las enfermedades, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas, sólo 66 de sus 192 países miembros proporcionan estimaciones certeras sobre sus muertos.
Se iba apagando y nada podíamos hacer, sólo se fue muriendo de a poco, narró a IPS Candelaria Cepeda, una indígena originaria de Chiapas al referirse a Martín, el hijo de una pareja que fue vecina en las cañadas de aquel estado, uno de los más pobres de México.
Cepeda, quien vive en la capital mexicana desde 1995, un año después de que surgiera en Chiapas el guerrillero Ejército Zapatista de Liberación Nacional, dijo que Martín está enterrado en un terrenito del monte y que nunca fue inscrito en el registro civil.
El caso de este pequeño no es algo novedoso, arguyó la nativa, que ahora se desempeña como empleada doméstica. Según relató, ella mismo fue registrada por sus padres sólo hasta después de cumplir siete años. Si hubiera muerto, el gobierno ni enterado habría estado que yo nací, comentó.
La incapacidad de los países para registrar a sus muertos es el problema más ofensivo que encara la comunidad médica mundial, señaló en México Tim Evans, subdirector de la OMS.
En el continente americano sólo 14 de los 35 países ofrecen datos confiables sobre sus muertos, mientras en Africa apenas lo hacen cuatro de 46 países, informó el funcionario.
Con un registro adecuado de los fallecidos de cada país y sus causas, mejorarían las posibilidades de avanzar en el combate de ciertos problemas de salud, explicó.
¿De qué murió el pequeño Martín en Chiapas? Nadie lo sabe con exactitud. Quizá de desnutrición, de alguna infección grave o del llamado mal de Chagas, enfermedad que en México sólo está presente en este estado del sur del país y que se transmite por un insecto que ataca el corazón y el sistema digestivo.
No saber las causas de una muerte y no registrarla dificulta el trabajo de los sistemas de salud, sostuvo el subdirector de la OMS.
Evans participó en la cumbre Ministerial de Investigación en Salud y en el Foro Global de Investigación, citas que se celebraron entre los días 16 y 20 de este mes en la capital mexicana, y a la que asistieron 30 secretarios de Estado del área y unos 700 expertos de 76 países.
En las dos reuniones, funcionarios, científicos y representantes de empresas farmacéuticas se comprometieron a trabajar más y mejor, coordinados para que la investigación médica apunte a solucionar los problemas de salud más acuciantes en los países pobres.
Hasta la fecha, el gasto global en investigación médica crece con gran rapidez para crear nuevas curas, diagnósticos y medicamentos, pero que en general son ajenos a las necesidades de los países de ingresos bajos y medios.
Además, los medicamentos que podrían atender las urgencias de muchos países, casi nunca están disponibles, tal como sucede en Chiapas. Para agravar la situación, en este estado hay menos de un trabajador de la salud por cada 1.000 habitantes, cuando lo mínimo recomendado por la OMS son 2,5.
Según la OMS, 65 por ciento de los 1.100 millones de habitantes de India no tienen acceso a medicinas esenciales, en Africa ese indicador es de 47 por ciento y en América de 22 por ciento.
En cuanto al acceso a personal de salud, la situación no es mucho mejor. En Africa hay 0,8 trabajadores de la salud (enfermeras y médicos) por cada 1.000 habitantes, mientras en América Latina, Europa oriental y algunas naciones de Asia ese personal fluctúa de 2,5 a cuatro por cada 1.000 personas.
En cambio, entre los países industrializados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el personal médico es de entre 10 y 15 por 1.000 habitantes.
En México, quienes asistieron a las reuniones sobre salud prometieron trabajar para que la desigualdad en la materia disminuya.
También se comprometieron a esforzarse para bajar la mortalidad de menores de cinco años, reducir en tres cuartas partes la mortalidad materna y frenar la incidencia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y de otras enfermedades, en especial en los países más pobres.
Esas metas son parte de las metas del milenio, asumidas por la comunidad internacional en 2000 como una plataforma para abatir la indigencia, el hambre y la desigualdad en el mundo con conquistas cuantificables hasta 2015.
Pero hay quien duda de que las promesas de los delegados a las citas de México aterricen en la realidad y apoyen de manera efectiva a esos objetivos.
Lanny Smith, representante del no gubernamental Movimiento por la Salud de los Pueblos, sostuvo que las reuniones de México fueron un fracaso.
A su entender, no se hicieron propuestas concretas y cuantificables ni se demandó a las empresas farmacéuticas mundiales trabajar más para mejorar la salud de los países en desarrollo y menos para los intereses del mundo rico.
El gasto global en investigación en salud creció unos 7.000 millones de dólares anuales entre 1998 y 2001 y suma hoy más de 105.900 millones de dólares por año, afirma el Foro Global para la Investigación en Salud, una fundación con sede en Ginebra.
Esa organización sostiene que 96 por ciento de ese monto corre por cuenta de los países ricos
La organización internacional Médicos Sin Fronteras señaló que sólo uno por ciento de los medicamentos creados de 1975 a 1999 combaten alguna enfermedad tropical, que son la causa de muerte de miles de personas en el mundo en desarrollo.
Pero en México, portavoces de firmas farmacéuticas negaron que su interés central sea trabajar para los países industrializados.
Gill Samuels, directora de investigación de la firma farmacéutica Pfizer, aseguró que ya existen los medicamentos para solucionar los padecimientos de los más pobres, pero no las herramientas para que lleguen a ellos.
Si la cura para el sida fuera un vaso de agua limpia, muchas personas no podrían acceder a ella porque en sus países no se tiene la infraestructura suficiente, declaró tras negar que los laboratorios transnacionales sean los responsables de los problemas de salud que existen en el mundo.