GUATEMALA: Misión de Naciones Unidas se va con agenda inconclusa

La Misión de Verificación de las Naciones Unidas para Guatemala (Minugua) terminará su misión el 17 de este mes, y dejará el país sin que se hayan cumplido los acuerdos de paz del 29 de diciembre de 1996, cuyo acatamiento vino a supervisar, comentaron a IPS analistas y participantes en aquel entendimiento.

La situación de los indígenas, la distribución de la tierra, la seguridad ciudadana y el respeto a los derechos humanos son cuestiones trascendentales sin resolver, expresó Sandino Asturias, de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), ex guerrillera e incorporada a la vida política legal tras esos acuerdos, que pusieron fin a una guerra civil de 36 años.

Con él coincidieron Mario Polanco, del Grupo de Apoyo Mutuo, organización no gubernamental defensora de los derechos humanos, y Francisco García, del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos.

Los tres consideraron que el papel desempeñado por la Minugua resultó de capital importancia, pero que aún deben fortalecerse muchas áreas para construir un Estado social y equitativo en Guatemala.

Entre los doce puntos principales incluidos en los Acuerdos de Paz, cuyo cumplimiento debía ser supervisado por la Minugua, se destacaban el respeto por los derechos humanos en general, y los de los pueblos indígenas en particular, y el reasentamiento de poblaciones desplazadas por el conflicto.

También el establecimiento de una Comisión para el Esclarecimiento Histórico, medidas sociales y económicas para lograr equidad y desarrollo, incluyendo una reforma agraria, fortalecimiento del poder civil y redefinción de la tarea del ejército.

El jefe de la Minugua, Tom Koenigs, reconoció en un Congreso Internacional sobre la paz en Guatemala, a fines de octubre, que queda por ”superar una amplia gama de problemas socioeconómicos, étnicos y políticos que fueron la base del conflicto armado”.

Entre los mayores desafíos pendientes, que ”requieren una atención especial”, figuran ”el combate al racismo y a la discriminación, la consolidación del Estado de derecho y la erradicación de la pobreza”, ya que Guatemala ”sigue estando en el triste lugar de los países de mayor pobreza y desigualdad de América Latina”, opinó.

Por esa razón, la Minugua recomendó la instalación en el país de una oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), apuntó Koenigs.

El actual presidente guatemalteco, Oscar Berger, se comprometió a retomar e impulsar el cumplimiento de los acuerdos de paz, estancado durante el gobierno de Alfonso Portillo, de 2000 a este año.

El trabajo de la Minugua fue un gran soporte para el respeto de los derechos humanos, pero ”todavía somos un país en construcción con violencia permanente y grandes desigualdades sociales”, dijo Asturias.

La misión se instaló en Guatemala en 1994, dos años antes de que se firmaran los Acuerdos de Paz entre el gobierno de Alvaro Arzú (1996-2000), actual alcalde de Ciudad de Guatemala, y la URNG.

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico, coordinada por el alemán Christian Tomuschat, determinó en 1999 que la guerra dejó más de 200.000 víctimas entre muertos y desaparecidos, y que del total de violaciones a los derechos humanos, 93 por ciento fueron cometidas por el Estado.

Tres por ciento de esos abusos fue atribuido a grupos insurgentes, y el cuatro por ciento restante a grupos no identificados.

Asturias consideró ”evidente que el proceso de transformación en que entró Guatemala tras los acuerdos de paz requiere de al menos 20 o 30 años más para consolidarse”, y lamentó que los indígenas estén entre los más golpeados, por la suma de problemas socioeconómicos y discriminación.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas de Guatemala, 41 por ciento del total de 11,2 millones de guatemaltecos son indígenas, y la mayoría de ellos viven en la pobreza, que afecta al 56 por ciento de la población.

Analistas y dirigentes políticos temen que fuerzas conservadoras aprovechen el fin de la tarea de la Minugua para arremeter contra los derechos humanos.

En este sentido, Asturias, García y Polanco señalaron que el parlamento es reticente a respaldar la instalación en el país de una oficina del Acnudh, que requiere su aprobación.

”Confío en que la presión internacional obligue al parlamento a aprobar” esa iniciativa, comentó Asturias.

Polanco alegó que si bien la Minugua cumplió funciones determinantes para la consolidación de la paz, en ciertos periodos se apegó mucho a los dictados gubernamentales, lo cual limitó su accionar.

”Pese a las debilidades de la misión, tenemos el temor de que tras su salida haya un retroceso en materia de derechos humanos”, expresó.

Según García, los grandes acuerdos de 1996 sólo se han cumplido en un 25 por ciento.

”Entre los logros en estos diez años está la significativa reducción del ejército y la desaparición del Estado Mayor Presidencial, que se vio involucrado en ejecuciones extrajudiciales”, pero la reactivación en 2003 de las Patrullas de Autodefensa Civil, paramilitares y acusadas de numerosos atropellos durante la guerra civil, fue un grave retroceso en la consolidación de la paz, subrayó.

En la última década, el ejército guatemalteco pasó de 50.000 a 15.000 integrantes.

”Desde 1871 el ejército había tenido un poder absoluto en Guatemala, y hoy ese poder se desplaza hacia la cúpula empresarial”, consideró García.

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