El nombramiento de Condoleeza Rice en reemplazo del secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, consolida el rumbo derechista de la política exterior bajo el liderazgo del vicepresidente Dick Cheney.
El ascenso en sustitución de la funcionaria de su segundo, Stephen Hadley, en sustitución de la funcionaria también confirma el dominio de la política exterior que tendrá la coalición conservadora que promovió la guerra contra Iraq durante la segunda presidencia de George W. Bush.
Impulsor de la defensa misilística y del desarrollo de pequeñas armas nucleares, Hadley ya había ocupado puestos de relevancia cuando Cheney fue secretario (ministro) de Defensa en el gobierno de George Bush, padre del actual mandatario (1989-1993).
Mientras, cunden las especulaciones sobre la designación como segundo de Rice de otro aliado de Cheney, el subsecretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Internacional, John Bolton.
Como era de preverse, el actual número dos del Departamento de Estado (cancillería), Richard Armitage, anunció su renuncia este martes, lo que deja desierta otra casilla en la ruleta de la burocracia diplomática estadounidense.
Tanto Bolton como sus simpatizantes de neconservadores y ultraunilateralistas preparan sus fichas para ubicar en ese espacio libre.
Al inicio de su gestión al frente del Consejo de Seguridad Nacional, Rice era, como Powell, una realista, denominación que reciben los dirigentes del gobernante Partido Republicano que predominaron en el servicio exterior en el periodo de Bush padre
Los realistas postulan el fortalecimiento de las alianzas con otros países y el envío de tropas al extranjero sólo en caso en que corran peligro intereses nacionales vitales.
De todos modos, Rice se cuidó mucho de ponerse en contra de las fuerzas derechistas, particularmente de Cheney y del secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld.
En asuntos clave, como la guerra en Iraq, el conflicto palestino-israelí y el vínculo con Irán y Corea del Norte, la funcionaria se alineó con más frecuencia con los halcones, no con Powell.
Eso provocó gran frustración en Powell, que consideraba que Rice, como él, estaría comprometida con el multilateralismo pragmático de Bush padre y del mentor común de ambos, Brent Scowcroft, el consejero de Seguridad Nacional del ex presidente.
Rice fue elegida para encabezar el Departamento de Estado menos por sus propias visiones en materia de política exterior que por su infatigable lealtad personal con Bush, con quien tiene un estrecho vínculo personal.
La funcionaria suele pasar fines de semana enteros en la residencia de descanso presidencial de Camp David o en la hacienda de Bush en Texas, con toda la familia del mandatario.
Recomendada por Scowcroft y por el secretario de Estado de Bush padre, George Schultz, Rice, quien comparte el amor por el fútbol americano y el entrenamiento físico del presidente, hizo migas con él de inmediato.
En cambio, Powell eludió toda intimidad con el jefe de Estado y su popularidad causaba cierto resentimiento tanto en Bush como en Cheney.
El vínculo personal debería ser un ingrediente positivo a los ojos de los funcionarios del Departamento de Estado, que podrían verlo como una garantía de que sus puntos de vista llegarán a la Casa Blanca.
Para el experto en política exterior James Mann, no es ésa una hipótesis a descartar. La presidencia veía a Powell como fuerza y operador independiente. La Casa Blanca podría recibir de buen grado propuestas de Rice que, de haber sido formuladas por Powell, habrían sido rechazadas, explicó.
En ese sentido, Rice, como Porter Goss al frente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), funcionará como reforzadora de la visión política de Bush en el Departamento de Estado y como comunicadora confiable de la línea presidencial ante los gobiernos extranjeros, sostuvo Mann.
Pero muchos funcionarios del Departamento de Estado expresaban este martes preocupación por el nombramiento. Powell había logrado elevarles la moral, luego de un periodo en que su antecesora, la demócrata Madeleine Albright, tendió a minimizar la experiencia de los funcionarios de carrera en favor de un reducido grupo de asesores de designación política.
Nos entristece verlo irse, dijo a IPS un veterano funcionario.
Muchos analistas cuestionan la experiencia de Rice en el manejo del personal del Consejo de Seguridad Nacional, dada su reticencia en asumir una posición cuando había bloqueos políticos.
También es objeto de críticas por su incapacidad de imponer la disciplina en varias agencias subordinadas al Consejo una vez que se asumía una política.
Por otra parte, para enojo de Powell y de la cúpula de la CIA antes de la investidura de Goss, Rice toleró el establecimiento de canales informales de comunicación entre los funcionarios políticos de línea dura alrededor de las oficinas de Rusmfeld y de Cheney. (