Sin solución al problema del algodón, no quedan esperanzas para el sistema internacional de comercio. La frase del ministro de Comercio de Mali quedó flotando, en septiembre de 2003, en los salones de Cancún donde acababa de escenificarse el fracaso de la conferencia de la OMC.
El presagio de Choguel Kokalla Maiga refleja el desengaño de los países de Africa occidental y central productores de algodón ante el fiasco de las deliberaciones en ese balneario del suroeste de México, en el que esperaban obtener una resolución favorable al libre comercio.
Más de un año después, y a pesar de la dramática situación de los países africanos algodoneros y de sus agricultores, todavía no se ha encontrado una solución, protestó este jueves el negociador de Benín ante la OMC, Samuel Amehou.
Países como Burkina Faso, Mali y Benín se enfrentan a un serio problema financiero para pagar un precio justo a los productores por la cosecha de algodón de este año. Si no consiguen los fondos, se corre el riesgo de una parálisis total de la producción para el año venidero, estimó Amehou.
La radiografía parcial del negocio algodonero mundial muestra por ejemplo que unos 25.000 productores de Estados Unidos reciben por año un promedio de 4.000 millones de dólares de subsidios, mientras que unos 10 millones de campesinos de Africa penan por conseguir precios más justos y mercados más abiertos.
Aunque con tropiezos, la OMC logró recomponerse en parte después del estrépito de Cancún y a fines de julio pasado consiguió esbozar un programa para tratar de concluir las negociaciones de la Ronda de Doha, lanzada en la capital de Qatar a fines de 2001, que se ocupa de varios temas comerciales, en particular de la agricultura.
El paquete de acuerdos de julio, como se conoce al documento aprobado el 1 de agosto, estableció que en sus sesiones especiales dedicadas a las negociaciones de Doha, el comité de agricultura de la OMC sumaría la cuestión del algodón a sus controvertidos temas.
En sus deliberaciones de esta semana, el comité de agricultura resolvió crear un subcomité, que comenzará a trabajar en enero, para examinar la situación del comercio mundial del algodón.
El subcomité, de integración abierta a los 148 estados miembros de la OMC, discutirá la cuestión como un tema más de la negociación agrícola. Los países que presentaron el asunto a comienzos de 2003, Benín, Burkina Faso, Chad y Mali, pretendían que se debatiera con otras instituciones intergubernamentales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Pero Amehou advirtió que esos países no han desistido de examinar el problema con una perspectiva más amplia, que incluya el ángulo de la asistencia financiera. Por eso insisten en discutir la cuestión del algodón como un asunto de desarrollo, dijo.
Mali, por ejemplo, necesita unos 45.000 millones de francos CFA, la divisa empleada por algunos países de Africa occidental y central. Este monto, que equivale a unos 89 millones de dólares, permitiría pagar a los productores por el algodón cosechado.
Burkina Faso requiere unos 35.000 millones de francos CFA, alrededor de 69 millones de dólares, y Benín, entre 30 y 35.000 millones de CFA, entre 59 y 69 millones de dólares.
La posibilidad de que los países industrializados acudan en auxilio de esas naciones africanas se debatirá en una reunión dedicada al tema del algodón que realizará en enero, en su sede de París, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) entre cuyos miembros están todos los países industriales.
Los países africanos tienen que incrementar su producción de algodón y para ello necesitan asistencia de sus socios del mundo industrializado, explicó Boubcar Diallo, de Guinea, otra de las naciones dependientes del comercio algodonero.
El nuevo subcomité dedicado al algodón discutirá la posibilidad de eliminar las políticas proteccionistas de los países industrializados, en especial de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Un estudio divulgado esta semana por la organización católica internacional Caritas observó que aunque su algodón, de bajo costo y desmotado a mano, es de gran calidad, los agricultores africanos han perdido la posibilidad de competir en el mercado.
Las subvenciones, esencialmente en Estados Unidos, han contribuido a la drástica reducción de los precios. Algunos de los países más pobres del mundo han perdido millones de dólares en ingresos de exportación, expuso Caritas.
Además de la caída de los precios, el algodón africano afronta las consecuencias de la depreciación del dólar estadounidense y de la consiguiente apreciación del euro, la moneda de la UE.
El franco CFA, en sus dos variantes de la Cooperación Financiera Africana (CFA) o de la Comunidad Financiera Africana (CFA), transfirió al euro la relación que hasta 1999 mantenía con el franco francés, la moneda del país que colonizó gran parte de esa región africana.
Los países africanos francófonos producen y exportan alrededor de un millón de toneladas de algodón por año, que representa un 16 por ciento del mercado mundial.
En conjunto, las naciones africanas sostienen que en el período 2001-2002, las subvenciones pagadas por Estados Unidos, España, Grecia y China ascendieron a 6.000 millones de dólares, un valor similar al de todas las exportaciones de algodón de ese año.
Sólo en Benín, Burkina Faso, Chad y Mali suman unos 10 millones los pobladores que dependen del algodón. En Estados Unidos son 25.000, en España 10.000 y en Grecia 90.000.