COLOMBIA-VENEZUELA: Apuesta energética baja tensión fronteriza

Colombia y Venezuela, gobernadas por líderes con programas políticos contrapuestos, encuentran en la sed mundial de energía proyectos sobre los cuales entenderse, mientras bajan volumen a sus diferencias sobre la lucha contra el terrorismo y las culpas por la violencia fronteriza.

El presidente colombiano Alvaro Uribe recibió esta semana en la ciudad caribeña de Cartagena de Indias a su homólogo venezolano Hugo Chávez, para pasar revista a los proyectos de cruzar sus fronteras con gasoductos y oleoductos que conecten las zonas productoras del océano Atlántico con las consumidoras del Pacífico asiático y americano.

”Existe un claro interés colombiano en aprovechar su ubicación geográfica como vía de tránsito para lo que será el comercio de hidrocarburos después del año 2020, y sobre todo del gas natural como energético de punta”, dijo a IPS Carlos Romero, profesor de posgrado en asuntos internacionales en la Universidad Central de Venezuela.

Es un interés congruente con el de Venezuela, dueña de las mayores reservas de gas en la región —146 billones de pies cúbicos y esperanzas de agregar otros 170 billones-y también con el de Trinidad-Tobago, de reservas superiores a 26 billones de unidades.

Uribe y Chávez habían pactado en julio construir un gasoducto de 177 kilómetros, que costará entre 135 y 170 millones de dólares, para llevar el fluido desde Ballenas, en el norte colombiano, hasta Maracaibo, noroeste venezolano, hasta el año 2007.
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Pero después de esa fecha, cuando mermen las existencias colombianas y Venezuela conecte los campos de gas de su oriente con las áreas consumidoras de occidente, el flujo de gas se revertiría y llegaría al norte colombiano por el mismo tendido.

Chávez y Uribe acordaron empalmar ese proyecto con una conexión gasífera a Panamá y sumarse al Plan Puebla-Panamá (de interconexión vial y energética entre México y América Central) para llevar el hidrocarburo por todo el istmo centroamericano e incluso alcanzar América del Norte.

Los presidentes también sostuvieron proyectos de interconexión eléctrica y nuevas carreteras, en momentos en que el comercio binacional crece y en los primeros ocho meses de 2004 pasó de 1.500 millones de dólares, lo que abre posibilidades de alcanzar un récord de más de 2.500 millones de dólares al cierre del año.

La idea de alianza para el largo plazo fue subrayada por la propuesta de un oleoducto de unos 1.300 kilómetros, que enlace la zona petrolera de Maracaibo, en el oeste venezolano, hasta las costas del Pacífico colombiano, lo que permitiría a Venezuela y Trinidad-Tobago exportar hidrocarburos al prometedor mercado asiático.

”Chávez en su visión de largo plazo intenta diversificar los mercados y hacerse menos dependiente de Estados Unidos”, destino de uno de cada dos barriles de petróleo que produce Venezuela, según el docente de estudios internacionales Italo Luongo.

Romero observa en el proyecto ”una señal del control y estabilidad que ha logrado imponer en Colombia la presidencia de Uribe, aun con el país dividido y sin vencer en los conflictos que le oponen con la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico”.

Ese control ”le da a Uribe más capacidad y también necesidad de negociar con el gobierno, de signo político distinto, de la vecina Venezuela, por lo demás comprador de alimentos colombianos para sus programas sociales, lo que explica en parte el auge comercial. Colombia es la gran beneficiaria de estos acuerdos”, opinó Romero.

Uribe se inclina a la derecha y cuenta con el firme respaldo de Washington, en tanto Chávez defiende tesis de izquierda y teje alianzas con La Habana. Pese a sus diferencias ”ambos son líderes fuertes, pragmáticos, directos y sostienen con firmeza proyectos de largo plazo”, recordó a IPS otro analista internacional, Alberto Garrido.

Uribe tiene la aprobación de dos de cada tres colombianos, según encuestas, y avanza cambios en la Constitución para presentarse a la reelección para un nuevo cuatrienio en 2006, en tanto Chávez tiene abierta esa posibilidad, para gobernar hasta el 2013, y acaba de ganar con 59 por ciento de votos un referendo sobre su mandato (2000-2007).

En las reuniones de julio y este noviembre, ambos mandatarios subsumieron en acuerdos económicos sus diferencias políticas, después de que Chávez ha criticado por años el Plan Colombia de lucha contra la guerrilla, a la que rehúsa tratar como enemiga, pues no acepta tomar partido en el conflicto colombiano, lo que ha despertado reacciones de Washington.

A su vez, Chávez ha dicho que sectores de la ”oligarquía colombiana” y el comandante del ejército de ese país, el general Martín Carreño —que acaba de ser relevado por Uribe— han apoyado distintos complots para desalojarlo del poder.

La extensa frontera común, de 2.219 kilómetros, ha sido campo para roces armados y asignación de culpas de lado y lado. En el último incidente, el 17 de septiembre pasado, presuntos irregulares colombianos atacaron en la frontera a un equipo petrolero venezolano y dieron muerte a cuatro militares y una ingeniera civil.

Chávez negó en Cartagena que apoyase a la guerrilla, y con su peculiar estilo dijo que ”Juro por Dios y mi madre santa que si yo apoyara a la guerrilla no tendría cara para venir aquí”, al tiempo que aseguró que, aunque está por la paz, ”no permitiremos que actúen en nuestro territorio fuerzas irregulares de ningún género”.

Uribe expresó ”reconocimiento por el interés del gobierno del presidente Chávez para ayudarnos en este problema de seguridad que tantos dolores de cabeza ha causado en Colombia y al hermano pueblo de Venezuela”.

La ocasión también sirvió para desmentidos sobre una carrera armamentista, después de que Caracas pactó con Rusia la compra de unos 40 helicópteros con los que reforzará las labores de vigilancia de su ejército en la frontera.

Pero Beatriz de Majo, experta en cuestiones colombo-venezolanas, observó a IPS que la polémica y los riesgos de confrontación están servidos ”y los acuerdos económicos no son sino una cobertura sobre el problema de seguridad que se abrirá en la frontera”.

En lo que resta de año, recordó De Majo, los acuerdos de Uribe con las derechistas Autodefensas Unidas de Colombia llevarán a desmovilizar unos 3.000 paramilitares en el oriente colombiano, incluida la cuenca del río Catatumbo, que nace en Colombia y desemboca en el venezolano lago de Maracaibo.

”Se creará un vacío de fuerza en una zona con cultivos de droga, y las guerrillas serán tentadas a ocupar esos espacios y controlar la zona. ¿Qué hará el ejército colombiano? Seguramente intervenir, vendrán nuevos choques armados y previsiblemente la confrontación desbordará la violencia hacia Venezuela”, dijo De Majo.

Según la especialista, ”bastaría una chispa para que Chávez arme una hoguera y utilice el episodio para galvanizar a sus seguidores en el continente”.

Para Romero, en cambio, el tejido de acuerdos económicos crea intereses compartidos que pueden servir como muro de contención para una escalada del conflicto.

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