AMBIENTE-CUBA: Todas las esperanzas en un acueducto

La tensión se respira en el aire. Unas 300.000 personas viven al oeste de Cuba pendientes de la acelerada construcción de un acueducto que debe llevarles agua desde el río Cauto, el más extenso de esta isla del Caribe.

La emergencia por intensa sequía se extiende ya más de un año y la ciudad de Holguín, a unos 700 kilómetros de La Habana, cuenta las horas. Dos de los tres embalses cercanos están secos, el último tiene agua apenas para 100 días.

”Antes rogaba para que lloviera, ahora sigo con el alma la construcción de la conductora (acueducto). Esa parece ser nuestra salvación”, dice Belkys Gómez, una mujer de 37 años. ”Tenía un pozo en el patio de la casa y se secó”, explicó.

Pero la obra hidráulica, que implicó gastos para el Estado de seis millones de dólares, no ha podido superar la fase de prueba. Una parte de los tubos instalados, de procedencia italiana, no soportan la presión del agua y se están sustituyendo por cubanos.

”Estamos trabajando y buscando alternativas”, confirmó a Tierramérica el ingeniero Henry Parra, representante del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en la provincia, para quien lo más importante es que ”la ciudad no colapse”.

El acueducto, que se extiende por 52,8 kilómetros y fue construido en unos siete meses, pasó el proceso de obtención de la licencia ambiental que desde la década pasada se exige en Cuba para cualquier nueva inversión.

”Utilizamos una estación de bombeo instalada hace años en el Cauto. Allí el Ministerio del Azúcar tenía ocho bombas que extraían 500 litros por segundo, ahora usa dos y nosotros usaremos tres de 250 litros por segundo”, afirmó Parra.

En total, la ciudad tendrá garantizados por esta vía 500 litros por segundo, muy por debajo de la demanda y de la capacidad de las plantas potabilizadoras de 1.100 litros.

Con el Cauto estabilizado y los 400 litros por segundo que recibe la urbe en la actualidad, el déficit aún será alto. De acuerdo con el funcionario, ”el agua seguirá entregándose a la población en ciclos de cinco o seis días”.

Parra es uno de los dirigentes gubernamentales que desde hace más de un año participan en la ”reunión del agua”. Ese encuentro operativo se realiza cada día en una comunidad y, según observadores, funciona como si fuera un puesto de mando de la Defensa Civil en alarma ciclónica permanente.

La estrategia gubernamental ha incluido el traslado del agua potable por 138 camiones, la construcción de cisternas públicas para el almacenaje del líquido para otros usos, la apertura de más de 170 pozos y la fabricación de bombas de mano.

En cualquier zona de la ciudad y a cualquier hora del día puede verse a personas cargadas de envases plásticos que van a comprar agua para beber, al precio simbólico de centavo de peso el litro. El dólar se cotiza a 27 pesos cubanos.

Para Belkys Gómez, habitante de Holguín, ”lo peor de todo es el tiempo que dura esta agonía”.

Brindar un vaso de agua, el gesto más común entre cubanos cuando una persona llega a su casa, empieza a obviarse en Holguín. ”Más nunca hemos podido cocinar, limpiar, lavar, bañarnos o colar café con tranquilidad”, comenta.

En los últimos 20 años, las precipitaciones lograron superar la media histórica de 1.323 milímetros anuales sólo en 1987 y 2001. La sequía acumulada afecta a la provincia hace unos ocho años y en 2003 comenzó a amenazar a la ciudad.

Fuentes especializadas indican que 75 por ciento de la lluvia que cae en el territorio se concentra en la zona montañosa, poco poblada y con suelos que no suelen tener usos agrícolas. Cuando llueve en la ciudad, el agua se escurre a una provincia vecina.

La suerte ha sido la calabaza, un alimento de amplio consumo que crece casi silvestre, dijo a Tierramérica Rafael Vecino, funcionario de la oficina del presidente del Poder Popular en la provincia (gobierno local).

Conocida como ”la tierra del níquel” y por tener la más importante industria cervecera cubana, Holguín está entre los primeros polos turísticos del país y es una importante productora de granos y otros productos agrícolas.

De acuerdo con Vecino, en los últimos 15 meses se han dejado de producir en el territorio más de 40.000 toneladas de alimentos y más de cuatro millones de litros de leche. Unas 5.000 hectáreas no se sembraron en septiembre por no tener cómo regarlas.

En tanto, las reses muertas por el impacto de la sequía en los últimos ocho años ascienden a 19.200 según Rafael Vivar, subdelegado de servicios técnicos y desarrollo del Ministerio de la Agricultura en Holguín.

Con la esperanza puesta en el acueducto Cauto-Holguín, Vecino asegura que no faltan las alternativas. ”Todo está preparado. Si se agota el último embalse y el ducto aún no está listo, traeremos el agua hasta la ciudad por ferrocarril”, afirma.

* La autora es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 30 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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