ESTADOS UNIDOS: Musulmanes dan la espalda a Bush

El gobierno de George W. Bush suele mostrar frustración porque el mundo islámico no comparte las motivaciones de su ”guerra contra el terrorismo”. Y no sólo en el extranjero: los musulmanes estadounidenses tampoco lo avalan.

Treinta y ocho por ciento de los 2.000 musulmanes entrevistados para una encuesta realizada por la Universidad de Georgetown dijeron creer que las campañas militares en Afganistán e Iraq, más que una ”guerra contra el terror”, constituyeron una ”guerra contra el Islam”.

Apenas 13 por ciento de los encuestados dijeron apoyar la intervención estadounidense en Iraq. En cambio, más de tres cuartas partes consideraron que el ”mejor modo” de combatir el terrorismo era ”cambiar la política (estadounidense) en Medio Oriente”.

El estudio —realizado entre agosto y septiembre— fue realizado por el proyecto de la Universidad de Georgetown denominado Musulmanes en la Plaza Pública Estadounidense (MAPS, por sus siglas en inglés) en conjunto con la firma encuesadora Zogby International.

Se trata de la última de una serie de encuestas realizadas cada dos años por MAPS, y consideradas las más completas que abordan a la comunidad musulmana de Estados Unidos.

El sondeo anterior, publicado en diciembre de 2002, indicaba que la mayoría de los musulmanes estadounidenses apoyaban la ”guerra contra el terrorismo” lanzada por Bush tras los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington e 11 de septiembre de 2001.

De todos modos, muchos expresaban cautela entonces acerca de sus intenciones luego de la exitosa campaña militar en Afganistán, dispuesta para aplastar a la red terrorista Al Qaeda y al régimen del movimiento islámico Talibán a los que atribuía el patrocinio de los atentados.

Otro motivo de alerta para buena parte de los entrevistados en 2002 era la posibilidad de violaciones de derechos humanos contra musulmanes, en particular de inmigrantes sin documentos.

Judíos y musulmanes se disputan el carácter de mayor comunidad religiosa estadounidense detrás de la cristiana. Los censos no incluyen interrogantes sobre fe, pero se estima que los judíos son unos seis millones. Las cifras son más controvertidas en el caso de los musulmanes, calculados entre dos y 7,5 millones.

Zahid Bukhari, director del proyecto MAPS, ubica la cifra entre cinco y seis millones.

Pero esas comunidades están desproporcionadamente concentradas en pocos estados —como California y Nueva York, en los que el candidato del opositor Partido Demócrata, John F. Kerry, prevé ganar cómodamente en noviembre—, así como en Michigan, Florida, Ohio y Pennsylvannia, donde no puede aún pronosticarse un resultado.

Se trata, mayoritariamente, de inmigrantes o descendientes de inmigrantes de Asia meridional, el mundo árabe y Africa, o negros cuyos padres, o ellos mismos, se han convertido al Islam.

En la encuesta del proyecto MAPS y Zogby, 34 por ciento de los entrevistados eran de origen sudasiático, 26 por ciento, árabes, 10 por ciento, negros estadounidenses, y siete por ciento negros nacidos en Africa subsahariana. El 12 por ciento restante corresponde a la categoría ”otros”.

Casi dos tercios eran nacidos en Estados Unidos, pero alrededor de 90 por ciento tenían ciudadanía, y 82 por ciento están registrados para votar, 88 por ciento de los cuales consideraban muy probable que ejercerían ese derecho el 2 de noviembre.

La encuesta también reflejó el nivel educativo relativamente alto alcanzado por los musulmanes. Cincuenta y nueve por ciento eran, al menos, graduados universitarios, con un ingreso anual de al menos 75.000 dólares.

Cuarenta por ciento se describieron como políticamente ”moderados”, 19 por ciento como ”liberales” y 16 por ciento como ”conservadores”.

El principal hallazgo del estudio fue un abrumador repudio hacia Bush y a su Partido Republicano.

”Los resultados son realmente asombrosos. Para los musulmanes estadounidenses, hubo un cambio abismal en su alineamiento político y en sus perspectivas desde el 11 de septiembre (de 2001), sin precedentes en la historia del país”, dijo Bukhari.

La mayoría de los encuestados para el informe publicado en 2001 manifestaron haber votado por Bush frente al entonces vicepresidente Al Gore, derrotado en las elecciones de 2000.

En cambio, en esta ocasión, 76 por ciento anunciaron su intención de votar al actual rival de Bush, el senador del opositor Partido Demócrata John F. Kerry. Sólo siete por ciento prefirieron al presidente.

Cuando el candidato independiente Ralph Nader, descendiente de libaneses, es agregado a la lista, concita 11 por ciento de las preferencias, casi todas restadas a Kerry, mientras Bush se mantiene en siete por ciento. El resto son indefinidos.

La mitad de los encuestados se identificaron como demócratas —eran 40 por ciento en 2001— y sólo 12 por ciento republicanos, la mitad que hace tres años.

Al ser consultados sobre las razones más importantes para la invasión a Iraq, 39 por ciento contestaron que fue la intención de ”controlar el petróleo”, 16 por ciento la de ”dominar la región” y otro 16 por ciento, ”proteger a Israel”.

Apenas siete por ciento consideraron que Bush pretendía ”liberar al pueblo iraquí” o ”promover la democracia” en Medio Oriente.

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