Los opositores cubanos, a quienes el gobierno de Fidel Castro considera invariablemente mercenarios a sueldo de Washington, podrían convertirse en la moneda de cambio que facilite el deshielo de las tensas relaciones entre Cuba y la Unión Europea (UE).
Así lo interpretaron algunos disidentes que escucharon la noche del martes el discurso pronunciado por el embajador español Carlos Alonso Zaldívar con motivo del Día de La Hispanidad, durante una recepción a la que nuevamente se abstuvieron de asistir funcionarios gubernamentales.
Esperamos que en las próximas fiestas nacionales pueda haber representantes del gobierno, dijo el diplomático, y anunció que trabajaría por mejorar las relaciones bilaterales y favorecer el respeto de los derechos humanos en esta nación.
España, junto con sus socios de la UE, iniciaron una reflexión para superar la situación insatisfactoria en que se encuentran los vínculos entre La Habana y Bruselas, añadió Alonso Zaldívar.
Esta reflexión dista todavía de haber concluido, pero ya hemos alcanzado un consenso sobre la dudosa utilidad práctica de las medidas que en junio del pasado año adoptó la UE y sobre la necesidad de sustituirlas por instrumentos más eficaces, dijo.
Según el diplomático, aún no hay acuerdo sobre cuál será ese instrumento, pero también en esto se ha avanzado y creo que ese acuerdo es sólo cuestión de tiempo, y de no mucho tiempo, abundó.
El discurso me pareció irrespetuoso y me retiré en cuanto el embajador terminó de hablar, dijo a IPS Marta Beatriz Roque, única mujer del grupo de 75 opositores cubanos sentenciados en 2003 a penas de hasta 28 años de prisión, bajo cargo de conspirar con Estados Unidos para desestabilizar al país.
Roque (excarcelada a mediados de este año por razones de salud) consideró que el embajador está abogando por la perpetuidad del gobierno cubano, en contradicción con la política proclamada por el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero a favor de la democracia.
Los arrestos y condenas contra Roque y los restantes 74 opositores desembocaron en una brusca interrupción del diálogo que la UE sostenía con La Habana desde inicios de 2003.
En protesta por esos arrestos y la aplicación de la pena de muerte, en abril de 2003, a tres secuestradores de una embarcación que querían emigrar a Estados Unidos, Bruselas adoptó en junio de ese año cuatro medidas restrictivas ante La Habana.
Estas incluyeron limitar las visitas gubernamentales de alto nivel, reducir la participación de los Estados miembros en acontecimientos culturales, invitar a los disidentes cubanos a las celebraciones de fiestas nacionales en sus sedes diplomáticas en La Habana y volver a examinar la posición común de la UE frente a Cuba.
De ese paquete, la más irritante para el gobierno de Castro fue la determinación de acoger a opositores en recepciones oficiales, pues no los considera parte de la sociedad civil, sino contrarrevolucionarios y asalariados del imperio.
Desde entonces, los disidentes desfilan por todas las celebraciones oficiales europeas, pero ya no es posible, como antaño, toparse con funcionarios gubernamentales de mayor o menor nivel.
A su vez, el gobierno cubano hizo saber que el fin de las invitaciones a los disidentes es el único gesto posible para desbloquear las tensiones con la UE, para cuyos embajadores en La Habana cesó la diplomacia directa, lo que los obliga a realizar por escrito toda gestión ante las autoridades.
En ese contexto, Castro culpó al derechista ex presidente español José María Aznar (1996-2004), de liderar el endurecimiento europeo hacia Cuba.
Queremos superar la situación actual. Queremos ser de nuevo, como siempre lo hemos sido, interlocutores con todos los sectores políticos y sociales de Cuba, proclamó el embajador del nuevo gobierno socialista que encabeza Rodríguez Zapatero.
Para Manuel Cuesta Morúa, portavoz de la coalición opositora moderada Arco Progresista, resulta evidente que el punto de arranque para reducir tensiones podría ser la reconsideración de las invitaciones a las celebraciones oficiales, lo cual estimó poco razonable políticamente.
Enviar el mensaje de que la oposición puede ser una moneda de cambio amenaza con debilitar la postura de la disidencia cubana internamente y ante la comunidad internacional, dijo a IPS.
Creo que habría que darle más tiempo al asunto, antes de tomar una determinación, comentó Cuesta Morúa. El Arco Progresista está de acuerdo en que debe haber un cambio en la política de la UE hacia Cuba, aseveró.
El activista recordó, sin embargo, que en su momento fuimos de la opinión de que un paso tan importante y estratégico como el dado hacia los opositores no debía ser resultado de una coyuntura política sino parte de una estrategia y una reflexión de más largo plazo.
De hecho, está sucediendo lo que previmos, que una vez que bajaran las aguas y saliera a relucir la política práctica, la UE, fiel a su tradición de diálogo, daría marcha atrás a este asunto, remató Cuesta Morúa.
Otros disidentes consultados dieron menos importancia al caso. Los disidentes y activistas de derechos civiles y democráticos no somos diplomáticos. No es crucial nuestra asistencia aquí, estimó Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión cubana de Derechos Humanos, respecto de las recepciones diplomáticas.
Sánchez deseó éxito a la diplomacia española. Pero no oculto mi propio escepticismo, tomando en cuenta la posición absolutamente inmovilista del gobierno cubano, añadió.
En una carta enviada desde la ciudad estadounidense de Miami, el opositor moderado Eloy Gutiérrez Menoyo dijo en días previos a la celebración española que el gobierno de Rodríguez Zapatero podría incidir favorablemente en la gestación de graduales cambios positivos en Cuba.
Gutiérrez Menoyo prevé regresar el próximo viernes a Cuba, donde reside sin permiso legal desde agosto de 2003, cuando se negó a volver con su familia al exilio en Estados Unidos luego de unas breves vacaciones en La Habana. (
