VENEZUELA-COLOMBIA: Se van los tanques y llega el petróleo

España removió un obstáculo para aceitar las relaciones entre Bogotá y Caracas al cancelar la venta al gobierno colombiano de 40 tanques de guerra AMX-30 de fabricación francesa, cuyos cañones debían apuntar a la frontera venezolana.

Pero esta semana apareció un nuevo ruido en la relación bilateral, al informarse que Venezuela licitará bloques de su plataforma marina en el noroeste fronterizo con Colombia, para que en sus profundidades se busque petróleo y gas.

Bernardino León, secretario de Estado español para asuntos exteriores, dijo el lunes ante el Senado en Madrid que los AMX-30 ”podían ser desplegados en la zona fronteriza con Venezuela, un área que España pretende que sea de distensión”.

La aspiración española, según el funcionario, ”es que la búsqueda de seguridad, completamente legítima, no lleve a romper equilibrios y desatar una carrera armamentista que genere más tensión” en el área andina, por lo que confirmó que la operación fue clausurada.

Ya en marzo, el designado canciller español Miguel Angel Moratinos adelantó que se revisaría la venta de armas a Colombia, y en junio el jefe del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero dijo al presidente colombiano Alvaro Uribe que no entregaría los tanques.
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Rodríguez Zapatero ”se ha alineado así con la política que siempre impulsó la socialdemocracia alemana, de no vender armas a regiones en conflicto”, indicó a IPS el general retirado y politólogo venezolano Alberto Müller.

Müller y un ex ministro de Defensa y ex canciller, Fernando Ochoa, advirtieron desde marzo que la compra de tanques de Colombia alteraría el equilibrio con Venezuela.

Caracas ha tenido superioridad en blindados respecto de su vecino —cuenta con 81 AMX-30 y una veintena de AMX-15—, en tanto Bogotá se ha hecho poderosa con unidades antitanque, las decenas de helicópteros Black Hawk que le ha suministrado Estados Unidos en el marco del Plan Colombia contra la guerrilla y el narcotráfico.

Un diplomático latinoamericano que fue oficial de blindados dijo a IPS que la pretensión colombiana de hacerse con tanques para la lucha antiguerrillera ”es ridícula, porque los blindados no tienen utilidad en una guerra irregular que se libre entre montañas y bosques tropicales”.

Sin embargo, el presidente venezolano Hugo Chávez y su ministro de Defensa, Jorge García, restaron importancia al intento colombiano de comprar tanques, calificándolo de ”normal”, y el canciller Jesús Pérez dijo que el hecho ”no tiene ningún viso de conflicto”.

En cambio, el analista político Alberto Garrido inscribió la compra colombiana dentro de ”una estrategia de Uribe por el temor a que sus fuerzas regulares queden como el jamón del sándwich entre los irregulares colombianos y una Venezuela que quiera exportar su proyecto revolucionario bolivariano”.

Las pretensiones del anterior gobierno español —del derechista José María Aznar— acerca de vender más armamento a Colombia, calzó con acusaciones de Washington contra Caracas, en el sentido de que no ayudaba lo suficiente en la lucha contra el terrorismo, y con una confusa incursión de irregulares colombianos en Venezuela.

El gobierno venezolano señaló como paramilitares colombianos al servicio de extremistas de oposición en Venezuela a 130 individuos que capturó en mayo en una finca cercana a Caracas, cuando vestían uniformes militares y supuestamente esperaban armas para atacar instalaciones castrenses.

Con Chávez ratificado por el referendo del 15 de agosto sobre su continuidad en la presidencia, la distensión ganó terreno entre los actores políticos del área andina. Pero Müller insiste en que ”mientras exista el conflicto armado colombiano habrá perturbación en el área y en la frontera con sus vecinos”.

Ello porque ”en Colombia hay una guerra civil, la cual sostiene la tendencia de toda guerra, que es escalar en intensidad y en los territorios que alcanza, aunque sean signos positivos algunas aproximaciones entre el gobierno de Uribe y las guerrillas”.

También afirma Müller que con más de un siglo haciendo política de modo diferente —más conservadora y elitista en Colombia, más abierta y plebeya en Venezuela, a su juicio— los dos Estados continuamente chocarán con intereses dispares.

Esta semana se dibujó en el horizonte un nuevo motivo de fricción, una vez que Caracas anunció que licitaría áreas submarinas de su noroeste para prospección en busca de petróleo y gas, en las que ya se interesan la noruega Statoil y la francesa Total.

El ministro venezolano de Información, Andrés Izarra, dijo el lunes que los bloques a licitar todavía no se han delimitado, pero las alarmas se dispararon en Bogotá ante la eventualidad de que las concesiones toquen aguas del Golfo de Venezuela que están pendientes de delimitación.

Desde hace cuatro décadas la delimitación pendiente de esas áreas envenena la relación bilateral, y en agosto de 1987 ambos países estuvieron a punto de ir a una guerra, una vez que la corbeta colombiana Caldas, equipada con misiles Exocet, ancló durante nueve días en aguas del Golfo que Venezuela considera suyas.

Según el diario caraqueño Tal Cual, la cancillería colombiana ya envió una nota diplomática a Caracas advirtiendo su preocupación porque Venezuela entregue en concesión ”áreas que corresponden a la soberanía y jurisdicción” de Colombia.

Tradicionalmente, la industria petrolera de Venezuela, quinto exportador mundial, se abstuvo de dar uso comercial a las áreas submarinas del noroeste, precisamente por la existencia del diferendo limítrofe, al punto de que el potencial de esa zona no aparece en sus mapas públicos, pero la sed global de petróleo y gas natural parece impulsar un cambio de estrategia.

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