Si el parlamento de Turquía resuelve tipificar el adulterio como delito, peligrará el inicio del diálogo formal para que este país se incorpore a la Unión Europea (UE).
La posibilidad de que el gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) proponga condenar el adulterio con penas de cárcel se conoce cuando la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, da los retoques finales a un informe sobre la eventual incorporación de Turquía al bloque.
La publicación del estudio de la Comisión Europea está prevista para el 6 de octubre. El bloque emitió este mes uno sobre las ventajas que le acarrearía el ingreso de Turquía. Pero el inminente debate parlamentario sobre el adulterio siembra nuevas dudas sobre el proceso.
¿Acaso el partido de gobierno, de raíces islámicas, tiene una agenda oculta para imponer valores musulmanes a toda la sociedad mientras acepta los principios de la UE? ¿Acaso el primer ministro Recep Tayip Erdogan un lobo fundamentalista con piel de cordero?
Si el adulterio es un pecado, ¿debería, además, ser un delito? Sí, se contesta el AKP. No, replica la UE y las organizaciones turcas de derechos humanos y femeninos.
El gobierno turco presentó meses atrás en el parlamento un proyecto de reforma del código penal acorde con las exigencias europeas, y que omitía toda mención al adulterio como delito.
Pero la semana pasada, temiendo una respuesta virulenta de su propio partido, retiró todo el proyecto. Esta decisión socava las posibilidades de que la Comisión Europea emita en octubre un informe positivo y, por lo tanto, deja en agua de borrajas la incorporación de Turquía.
Al mismo tiempo, la actitud de Ankara dio nuevos argumentos a los elementos conservadores que se oponen dentro de la UE la integración turca.
El ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, al frente del panel que elabora la nueva constitución de la UE, se ha opuesto a la incorporación de Turquía al bloque con argumentos basados sobre la geografía y las diferencias culturales.
Al mismo tiempo, la líder de la oposición al gobierno socialdemócrata alemán, Angela Merkel, propuso en una carta a los jefes de gobierno de la UE ofrecer a Turquía una relación especial en lugar de la integración plena.
Pero Erdogan respondió que la UE no puede determinar la legislación turca, dada la sensibilidad del pueblo.
La Unión Europea no es indispensable para nosotros, advirtió, al recordar que su país ya había cumplido con los requisitos impuestos por el bloque para iniciar un diálogo formal sobre la integración.
Luego de las declaraciones de Erdogan, el índice de la bolsa en Estambul cayó cuatro por ciento.
El comisario de Ampliación de la UE, Günter Verhaugen, devolvió el golpe: Turquía es la que quiere unirse a nosotros, no nosotros los que queremos la integración de Turquía. La cuestión central, agregó Verhaugen, es que Ankara cumpla con los criterios establecidos.
Y ninguno de los 25 países miembros de la UE tipifican como delito el adulterio.
Quedó por ahora al costado del camino la reforma al código penal, un cuerpo de 78 años de antigüedad inspirado en la legislación de la Italia fascista. De aprobarse, Turquía contaría con una de las legislaciones penales más modernas del mundo, incluso de la UE.
El proyecto de código penal considera delito la violación dentro del matrimonio, elimina la absolución del violador que se casa con su víctima, e ilegaliza la discriminación sobre la base de raza, religión y género, así como el acoso sexual en el lugar de trabajo.
Además, declara la ilegalidad de la tortura y establece fuertes penas para los que dañen el ambiente.
El AKP anunció que volverá a presentarse un proyecto de reforma. Muchos prevén que incluirá en ella la tipificación del adulterio como delito.
Verhaugen declaró el domingo que el diálogo por el ingreso de Turquía a la UE no comenzará hasta que se aprueben las enmiendas penales. Los encargados de dirimir el proceso son los jefes de Estado y de gobierno, que se reunirán en diciembre.
El comportamiento de los líderes del AKP y de algunos de sus elementos conservadores es a una especie de adulterio político, sostuvo el secretario de redacción del diario The Turkish Daily News, Yusuf Kanli, quien considera hoy que el partido de gobierno es hoy un sector lisa y llanamente islámico.
Mientras, Erdogan consideró que convertir el adulterio en delito fortalecerá los valores familiares y protegerá a las mujeres.
La unidad familiar es la base de nuestra cultura. Si alguien engaña a su cónyuge, la justicia se hará cargo. Estamos protegiendo los derechos de las esposas engañadas, aseguró.
Pero la cláusula en cuestión exceptuaría a los hombres con relaciones establecidas y muy prolongadas, lo cual es visto como un favor a los varones con varias esposas. Algunas vertientes del Islam admiten hasta cuatro esposas por hombre.
Muchos hombres alrededor del señor Erdogan —legisladores, altos funcionarios del gobierno, dirigentes del partido, etcétera— admiten abiertamente tener más de una esposa, porque el Islam permite esas prácticas, indicó el columnista Burak Bekdil.
El pensamiento del señor Erdogan en cuanto al adulterio es otro ejemplo que deja en evidencia el zig zag entre el liberal-reformista y el islámico de línea dura que conviven dentro suyo. Estas cuestiones dejan en evidencia de qué material está hecho el partido de Erdogan, agregó Bekdil.
Mientras, organizaciones femeninas consideraron que la ley no las protegerá, pues consideran poco probable que las mujeres en el interior del país demanden a sus esposos, por temor a la violencia y a la pérdida de ingreso que supondría su condena.
Una ley así no ayuda a salvar matrimonios. Por el contrario, los arruinará. Constituye un retroceso que permitirá al Estado intervenir en nuestra vida privada, dijo la dirigente feminista Senal Saruhan.
El adulterio fue un delito en Turquía hasta 1997, cuando un tribunal derogó tal tipificación al considerarla discriminatoria. En efecto, la ley permitía a los hombres engañar varias veces a sus esposas antes de que fuera acusado. Las mujeres eran procesadas en el primer engaño.
Por otra parte, las mujeres recibirían condenas de hasta tres años, y los hombres, de hasta tres meses.
Luego de acceder al poder tras obtener más de 70 por ciento de los escaños parlamentarios en 2002, el AKP mantuvo la solicitud de ingreso a la UE.
Al mismo tiempo, levantó la prohibición del uso del velo en las universidades y aumentó la carga horaria de los cursos de religión islámica, lo que desató protestas del establishment secular. (