El comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Pascal Lamy, no descansará este fin de semana. Estará en Brasilia para lo que podría ser su último intento de alcanzar un acuerdo comercial con el Mercosur.
Su tiempo se agota, porque el 31 de octubre finaliza el período de la actual Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, y las negociaciones entre los dos bloques se volvieron infértiles en julio.
Lamy se encontrará el domingo con el canciller Celso Amorim y con otros dos ministros de Brasil, Roberto Rodrigues, de Agricultura, y Luiz Fernando Furlán, de Desarrollo, Industria y Comercio.
Será un encuentro informal, por iniciativa del funcionario europeo. El objetivo es buscar alternativas para reanudar las negociaciones, cuya interrupción el mes pasado volvió prácticamente inviable la meta de concluir un acuerdo de libre comercio entre los dos bloques a fin de octubre.
Si nada se formaliza hasta entonces, hay un serio riesgo de retroceso en las negociaciones que ya llevan nueve años, dijo a IPS André Nassar, director ejecutivo del Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales (Icone).
En su opinión, aún es posible alcanzar un entendimiento, porque las negociaciones están trabadas por minucias. Si éstas no concluyen, habría necesidad de formalizar lo acordado, indicando los puntos pendientes y un cronograma para negociarlos, de modo de evitar el retroceso, acotó.
El Mercosur (Mercado Común del Sur), compuesto de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, considera insuficientes las ofertas europeas de apertura de su mercado agrícola, mientras la UE reclama mayores concesiones de los sudamericanos en las áreas de inversiones, servicios y compras gubernamentales.
La Comisión Europea estima que su propuesta permitiría al Mercosur elevar sus exportaciones anuales en 2.950 millones de euros (cerca de 3.600 millones de dólares), aumentado sus importaciones sólo en 1.650 millones de euros (2.000 millones de dólares).
El ministro Rodrigues cree que los beneficios para Brasil serían de 2.000 millones de dólares y, junto con el sector agrícola del país, el más favorecido por las negociaciones, presiona por el acuerdo de libre comercio, si es posible con más apertura del mercado europeo.
Pero la paralización de las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por Estados Unidos en el hemisferio, reduce el apetito de la UE por un acuerdo con el Mercosur, opinó el ministro.
La principal traba, según Nassar, proviene de las dificultades del Mercosur, particularmente de Brasil, para hacer concesiones en inversiones y servicios. Brasil no está preparado para eso, es una experiencia que el país nunca vivió y las concesiones demandarían un gran esfuerzo de adaptación, explicó.
Habría que cambiar leyes, hecho que no es siempre malo para el país, pero provoca desgastes políticos, y el gobierno no discutió el tema para saber cuáles son sus límites y los riesgos que enfrentaría, así como las diferencias internas a solucionar, observó el experto.
Pero las razones de la incertidumbre están en ambos lados de la mesa. Es un juego de mentirosos, las ofertas de la UE hasta ahora son sólo verbales, nada fue formalizado, señaló Nassar.
Sin embargo, el especialista no ve obstáculos insuperables para lograr un acuerdo en octubre. El desequilibrio de las ofertas, señalado por ambas partes, no está probado, aseguró.
Los detalles pendientes pueden ser acordados en poco tiempo, si los dos bloques deciden hacerlo y ponen sus cartas finales sobre la mesa, opinó.
Para el gobierno brasileño, aplazar la conclusión de un acuerdo ya no parece un desastre. No se teme ni al cambio de comisarios en la UE ni a un aumento de las presiones proteccionistas de los diez nuevos miembros del bloque europeo, algunos de los cuales son países de fuerte economía agrícola, como Polonia.
El futuro comisario de Comercio, el británico Peter Mandelson, es visto como alguien que siente simpatías por el Mercosur, y no se descarta que la nueva Comisión en su conjunto sea más favorable que la actual a una reforma más profunda de la proteccionista política agrícola común.
Del encuentro de este fin de semana en Brasilia dependerá la nueva ronda de negociaciones entre el Mercosur y la UE, que debería arrancar el 20 de septiembre. Sin algún avance en el plano político, esa ronda estará condenada al fracaso de las dos anteriores.