Uno de los signos más claros de cambio en Iraq, luego de la invasión encabezada por Washington que derrocó en 2003 al régimen de Saddam Hussein y ocupó el país, es la proliferación de medios de comunicación, a los que el gobierno interino y Estados Unidos acusan de ser parciales y azuzar la resistencia violenta.
Esa acusación se ha dirigido, por ejemplo, contra los dos principales canales árabes vía satélite Al Jazira y Al-Arabiya, pero representantes de esos medios y de otros cuestionados alegan que sólo registran las noticias, y que no tienen la culpa de que muchas cosas anden mal en Iraq.
En el último año, las autoridades iraquíes apoyadas por Estados Unidos impusieron en varias oportunidades clausuras a esas dos grandes emisoras árabes, con el argumento de que sólo difundían informaciones negativas sobre la situación en el país, e incitaban a la violencia contra las fuerzas ocupantes y las del gobierno interino.
Los críticos de esos canales sostienen que eso se debe en gran parte a que casi todos sus trabajadores son iraquíes que no simpatizan con las fuerzas de ocupación ni con el gobierno transitorio, por considerarlo un títere de Washington.
En la actualidad, Al Jazira tiene prohibido transmitir en vivo desde Iraq.
Ambos canales rechazan tales acusaciones, y niegan tener una orientación antiestadounidense.
Creemos que siempre hacemos nuestro trabajo en forma equilibrada y neutral, y pienso que (el gobierno y las fuerzas estadounidenses) no quieren que cubramos explosiones o accidentes, sino que mostremos solamente las noticias que ellos quieren ver, y ése no es nuestro trabajo, comentó el gerente de Al Arabiya en Iraq, Wehad Yaqoub.
Yaqoub admitió que los hechos negativos cubiertos han sido más que los positivos, pese a que tiene claras órdenes de informar sobre unos y otros pero alegó que hay una buena razón para ese desequilibrio: Francamente, no hubo noticias positivas, especialmente en el último año.
Las autoridades iraquíes y funcionarios estadounidenses también acusan de parcialidad a la mayor parte de los numerosos medios de prensa que han brotado como hongos desde la caída de Saddam Hussein.
No existen requisitos para editar una publicación, y así debe ser. Pero lo bueno viene con lo malo. Cualquiera edita algo si tiene dinero para ello, aunque sea sólo por un breve periodo, hasta que se le acaben los recursos, dijo a IPS el propietario y director del diario independiente As-Sabah al-Jadid (Nueva Mañana), Ismail Zayer.
Una consecuencia de la ausencia de regulaciones es la ausencia de un registro completo del número de periódicos, pero observadores calculan que sólo en Bagdad se edita un centenar de diarios y revistas, y que la mayoría de ellos venden menos de 2.000 ejemplares por edición.
Zayer asegura que su diario vende de 10.000 a 15.000 ejemplares por día, pero aun así pierde dinero.
El y otros conocedores del mercado piensan que casi todos los periódicos son editados por partidos, en el marco de la proliferación de grupos políticos desde el año pasado.
Por un lado, eso es bueno, ya que el público conoce cinco o seis versiones distintas del mismo hecho. Lo malo es que no hay forma de saber si alguna de ellas es cierta, comentó.
El régimen de Saddam Hussein controlaba los medios de comunicación, y estaba prohibido imprimir periódicos sin autorización gubernamental. La censura se realizaba a discreción de las autoridades, ya que no existían leyes ni códigos para regular la conducta de los periodistas.
Ahora se puede decir cualquier cosa sin asumir la menor responsabilidad. Eso es malo para el conjunto de la sociedad y debería ser corregido, dijo a IPS un diplomático occidental que pidió no ser identificado.
Funcionarios del gobierno interino anunciaron que el Poder Ejecutivo presentará al parlamento de transición proyectos de ley sobre regulación de los medios de comunicación y ética peridodística en los próximos meses.
Algunos críticos sostienen que pocas personas en Iraq comprenden con criterios modernos la necesidad de medios de comunicación independientes y el derecho de los ciudadanos a recibir información del gobierno. También afirman que entre esas pocas personas no están el primer ministro interino Iyad Allawi y los integrantes de su gobierno.
Por ejemplo, ni Allawi ni el presidente interino Ghazi al-Yawar tienen un portavoz, y una herencia cultural de los tiempos de Saddam Hussein es que se requiere aprobación previa de la oficina del primer ministro para entrevistar al ministro de Defensa, al del Interior y a otros altos funcionarios.
Los principales problemas no son cuestiones legales, estructurales o de implementación directa, sino más bien de comprensión y funcionamiento, lograr que la gente entienda de qué se trata, arguyó Simon Haselock, asesor de la fuerza multinacional que ocupa Iraq sobre desarrollo y regulación de los medios de comunicación.
Parte del trabajo de Haselock ha sido diseñar una transición para que la Red de Medios Iraquíes, creada por la Autoridad Provisional de la Coalición (ocupante), se convierta en una emisora pública independiente.
Estados Unidos y otros donantes prometieron 250 millones de dólares para apoyar ese proceso y el de una nueva emisora de televisión llamada Iraqia.
Pero está previsto que la mayor parte del aporte estadounidense de dinero cese este año, y luego el gobierno iraquí deberá hacerse cargo del proyecto. Muchos observadores temen que eso conduzca a la pérdida de la independencia prevista y al control gubernamental directo.
Uno de los problemas es que aquí la palabra 'independencia' no significa 'neutralidad', sino que es sinónimo de 'oposición', y hace que la gente piense en antagonismo, indicó Haselock. (