Ana Benítez está orgullosa de la gallina que ha creado, en realidad una cesta con la figura del ave que acoge con comodidad y estética una docena de huevos, panecillos o frutas, y de las que su grupo familiar en el noroccidental poblado venezolano de Hato Viejo ha vendido 180 ejemplares en cuestión de semanas.
Somos como 70 personas que trabajamos el vetiver (valeriana), desde la siembra a la orilla del río hasta quienes hacemos y vendemos las artesanías. Para mi familia ya es el ingreso principal, y para algunas personas es el único, contó Benítez a IPS.
Una gallina de las que elabora Benítez se vende, según su tamaño y la plaza donde se adquiera, hasta en 20 dólares (cuatro días de salario para un obrero rural), al igual que el oso de juguete que imita un peluche (Teddy bear) y elabora Doris Rivero en Santa Cruz de Aragua, cerca de Caracas.
Luzmila Velarde teje sombreros, María Jiménez carteras para damas, Marielvis Garrido manteles y portavasos, y Gregoria de Sánchez dirige la manufactura de muebles para exteriores con fibra de vetiver que forran armazones metálicas.
En varios estados del centro y norte de Venezuela, 14 comunidades que involucran varios cientos de familias, algunas en lugares muy pobres, han acogido los programas de cultivo y procesamiento de la fibra del vetiver, impulsadas por talleristas de la Fundación Polar, brazo cultural y comunitario del principal grupo cervecero del país.
Actividades semejantes desarrollan comunidades de Colombia, Costa Rica, Nicaragua, México, Sudáfrica, Zimbabwe, Malasia, China y hasta en Tailandia, cuya casa real es entusiasta del cultivo y procesamiento del vetiver.
El vetiver o valeriana es una gramínea originaria de India y perteneciente a la familia Andropogoneae, de la que se reportan 10 variedades en los trópicos de Asia y Africa.
La especie utilizada en Venezuela, Vetiveria zizanioides, xerófita e hidrófila, se adapta prácticamente a cualquier tipo de terreno entre cero y 2.000 metros sobre el nivel del mar y crece en amplias macollas a partir de un grupo de raíces verticales muy ramificado que se hunden hasta tres metros de profundidad.
Por esa razón, y la facilidad con la que se reproduce y extiende, es ideal y muy utilizada para proteger taludes a orillas de caminos y de ríos, conservar diques y estabilizar terrenos, además de que se puede usar para reducir contaminación de lagos, como el chino de Taihu, indicó a IPS el agrónomo Alejandro Reyes.
Sin embargo, nuestro proyecto se ha orientado sobre todo a mejorar los ingresos de familias pobres e incorporarlas a los circuitos artesanales, comerciales y turísticos. No le pedimos a la gente que nos acompañe a cantar himnos al árbol, porque para los pobres la preocupación ecológica no es la inmediata, aunque llega después, destacó a IPS Oswaldo Luque.
En tres años, la Fundación ha llevado sus talleres sobre cultivo y procesamiento del vetiver, y de elaboración y venta de artesanías, a comunidades integradas por unas 6.000 personas, indicó Luque, responsable del Proyecto Vetiver en la Fundación Polar.
El tiempo ideal para la siembra es el comienzo de la estación lluviosa, en el suelo húmedo. Entre uno y dos meses después, cuando ya las delgadas hojas pasan de 20 centímetros de altura, se las cosecha y se llevan a un caldero, donde se cuecen unos pocos minutos y se dejan escurrir al menos una noche.
Se las seca al sol durante tres días, se las puede teñir con tintes vegetales y aún con barro, para lograr colores crema, ocres o rojizos, y luego se humedecen de nuevo para mejorar su flexibilidad y suavizarlas.
Los manojos de hierbas quedan listos entonces para las manos de Gregoria, Luzmila, Ana o Marielvis y sus ayudantes, desde los viejos de la familia hasta los adolescentes.
El tejido y corte de las hojas, según el objeto a elaborar, debe ser cuidadoso, porque sus bordes son cortantes, más aún que las hojas de la caña amarga utilizadas desde hace siglos en la elaboración de sombreros y otras piezas comunes en cualquier casa rural.
El vetiver tiene también un uso cosmético, pues el aceite de sus raíces se emplea en la elaboración de aguas de colonia e incluso en tratamientos de belleza, para hidratar y suavizar la piel, así como repelente de insectos.
Además, se la emplea con fines medicinales. Los campesinos atribuyen a infusiones de esta planta propiedades curativas para dolencias estomacales, y en aromaterapia se la utiliza como remedio contra el insomnio y el estrés.
Iris, habitante del pueblo cacaotero de Birongo, unos 60 kilómetros al este de Caracas, sembró vetiver en el patio de su casa. La utilizamos para hacer un té muy bueno contra los dolores de estómago ¿quién iba a pensar que terminaríamos haciendo artesanías?
Y Luzmila, tallerista y promotora de una microempresa o cooperativa entre familiares y vecinos, cree que el vetiver simplemente es un estímulo de vida.
Las experiencias son un insumo para investigadores de varias universidades locales, que preparan el bagaje para cuando Venezuela sea, en 2006, la sede de la cuarta conferencia internacional sobre el vetiver.