DESARME: La larga siesta de los diplomáticos

Las labores de la Conferencia de Desarme siguen estancadas al concluir esta semana el período anual de sesiones sin que sus 66 estados miembros lograran un acuerdo sobre el programa de trabajo, como ocurre desde hace ocho años consecutivos.

La parálisis del órgano negociador se corresponde con el actual desequilibrio en las relaciones internacionales, donde el poderío político y bélico se inclina con pesadez hacia Estados Unidos.

En la comparación de los arsenales, un abismo muy hondo separa a Estados Unidos del resto de las naciones y eso se refleja a la hora de negociar en la Conferencia de Desarme, observó un diplomático latinoamericano que pidió reserva de su identidad.

Patricia Lewis, directora del Instituto de la ONU para Investigaciones sobre Desarme, conocido por su sigla en inglés UNIDIR, estimó que el empantanamiento de la Conferencia puede vincularse con la expectativa en torno al resultado de las elecciones presidenciales del 2 de noviembre en Estados Unidos.

Durante la conferencia del Tratado de No Proliferación Nuclear, celebrada este año en Nueva York, ya se advirtió la renuencia de los países árabes a efectuar concesiones a Estados Unidos pues ”si se produjese un cambio de gobierno en noviembre, qué sentido tiene otorgar algo ahora a las actuales autoridades”, expuso la experta.

Por otro lado, el candidato por el opositor Partido Demócrata a la presidencia, John Kerry, ya anticipó claramente que de salir triunfante habrá un cambio de actitud en las negociaciones. Pero también se requieren cambios en el Congreso legislativo y en particular en el Senado para obtener la ratificación de cualquier tratado, apuntó Lewis.

Estados Unidos posee la llave para reabrir las negociaciones de la Conferencia de Desarme pues el órgano está pendiente de una decisión de Washington que puede poner otra vez en movimiento un proceso detenido desde 1996, cuando se discutió exitosamente el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, el último texto redactado por la conferencia.

Las autoridades estadounidenses deben decidir si secundan la negociación de un tratado de prohibición de la producción de material fisionable (plutonio y uranio enriquecido) para armas nucleares, conocido por su sigla en inglés FMT, pero sin un régimen de verificación sobre su cumplimiento.

La delegada de Estados Unidos, Jackie Sanders, pasmó a la Conferencia cuando anunció el 29 de julio que su gobierno había llegado a la conclusión de que un régimen eficaz de verificación del FMT no era ”realizable”.

Desde entonces, la representación estadounidense no ha precisado a la Conferencia cuál es su idea de un FMT sin régimen de verificación. Ese punto es el que sigue paralizando la negociación de los demás temas del cuerpo.

Terminada la guerra fría, la diplomacia estadounidense impulsó con empeño la iniciativa del FMT, pues compartía la preocupación de otras naciones respecto del destino de las existencias de material fisionable disponibles en arsenales y laboratorios de los países de la Unión Soviética, disuelta en 1991.

Pero después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono, en Washington, Estados Unidos modificó su política de control de armamentos y desestimó la importancia de los regímenes de verificación de los tratados.

El Tratado de Moscú, que obligó en 2002 a Rusia y a Estados Unidos a reducir en dos terceras partes sus ojivas nucleares para 2012, carece de régimen de verificación. Lo mismo ocurre con la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas, cuya posibilidad de contar con un sistema de verificación fue bloqueada por Estados Unidos en noviembre de 2001.

”Estados Unidos tampoco mostró interés en la verificación de las supuestas armas de destrucción de Iraq”, recordó Lewis a IPS, en referencia a la operación militar iniciada por Washington en marzo de 2003 y que justificó en la necesidad de encontrar un armamento inexistente.

La directora de UNIDIR opina que en realidad Estados Unidos ya ni siquiera se entusiasma con el mismo FMT que actualmente paraliza la Conferencia de Desarme. Otra cosa que se desprende con claridad del enfoque de Washington es que este gobiernol, en particular, ya no tiene interés en tratados, insistió la investigadora.

La adopción del FMT afecta primordialmente a los países poseedores de arsenales nucleares, que son las cinco potencias reconocidas, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, además de India, Israel y Pakistán. Los demás países sin este tipo de armamento son controlados por el Tratado de No Proliferación Nuclear.

En el caso de eventual vigencia de un acuerdo como el FMT, las cinco potencias seguirían autorizadas a disponer de esas armas estratégicas, pero con la condición de no producir más material fisionable para esos armamentos, lo que en realidad ya ocurre.

India y Pakistán se encuentran en plena etapa de formación de sus almacenes nucleares. ”La cuestión es saber cuándo terminarán de colmarlos”, comentó Lewis.

El caso de Israel es distinto pues, por lo que se sabe, ya no produce más material fisionable para armas nucleares. Pero si el FMT llegara a entrar en vigencia, el régimen de verificación le exigiría abrir sus archivos sobre desarrollo nuclear.

”Eso sería muy peligroso para Israel”, evaluó Lewis. ”Creo que es uno de los puntos clave del asunto y que más preocupa a la gente involucrada”, insistió.

Israel lleva adelante desde hace décadas un programa nuclear del que nunca dio cuenta a la comunidad internacional.

Toda la trama del FMT detiene en la Conferencia de Desarme el progreso en un tema muy caro a China y Rusia, como es la prevención de la carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre. Por el mismo motivo tampoco avanzan las cuestiones que más interesan a los países no alineados, como son el desarme nuclear y las garantías de seguridad a los estados que no poseen armas nucleares.

El letargo de las negociaciones acarrea desprestigio a la Conferencia de Desarme, un cuerpo que en sentido estricto no pertenece al sistema de la Organización de las Naciones Unidas, aunque se beneficia de los servicios de secretaría que el foro mundial le otorga en su sede de Ginebra.

Las críticas más generalizadas reprochan a la Conferencia que actúa como un ”club exclusivo”, a semejanza de ”los clubes de caballeros de Londres y Nueva York”, ejemplificó Lewis.

En su mensaje de clausura del período de sesiones, el presidente de turno de la Conferencia, el birmano U Mya Than, se declaró convencido de que ésta es ”el mejor club de la ciudad”, pues cuenta con ”los mejores cerebros que representan las tradiciones más refinadas de la diplomacia multilateral”, dijo.

En oposición, el representante chileno, Juan Martabit, reconoció que ocho años de estancamiento han dañado la reputación de la Conferencia de Desarme, y se plantean ”legítimas interrogantes sobre su futuro”.

Martabit recordó que la seguridad y la paz no se logran con arsenales nucleares. La falta de recursos de los países en desarrollo para enfrentar la pobreza y el hambre, ésas son las verdaderas amenazas a la paz, dijo el delegado chileno.

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