Los sorpresivos cambios en el gabinete de Birmania son una clara señal de que el ala más dura de la dictadura militar no está dispuesta a perder el control del gobierno ni a dejarse llevar por las presiones internacionales.
El régimen militar removió de sus cargos el fin de semana al canciller Win Aung y el vicecanciller Khan Maung Win, a quienes reemplazó por otros dos oficiales militares poco conocidos y sin ninguna experiencia diplomática.
En los últimos meses se habían profundizado las diferencias entre los militares que gobiernan este país de Asia sudoriental desde 1962, en especial sobre la forma de responder a la creciente presión internacional por reformas democráticas.
Los pragmáticos y más abiertos a las reformas están encabezados por el primer ministro Khin Nyunt, pero el máximo poder lo tiene el jefe de la junta militar (jefe de Estado y de gobierno), Than Shwe, de línea dura.
La remoción de Win Aung, un cercano amigo de Khin Nyunt, es un triunfo del sector más recalcitrante del régimen. Su reemplazante, Maj Gen Nywan Win, es leal a Than Shwe.
Ante la creciente presión mundial, las sanciones y las persistentes demandas para la liberación de la activista por la democracia y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, el jefe de la junta militar optó por la tradicional postura del aislamiento.
Than Shwe claramente está cerrando la ventana al mundo exterior, dijo a IPS un empresario de Rangún.
Los líderes de Birmania siempre impusieron el aislamiento cuando no querían tratar con otros sus problemas, añadió.
El régimen militar cambió al canciller cuando éste se disponía a presentar a la comunidad internacional un informe sobre la lentitud de las reformas políticas en Birmania.
Win Aung tenía previsto asistir a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, a una reunión en Vietnam de jefes de Estado y de gobierno asiáticos y europeos, y a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en Vientiane, capital de Laos.
La ASEAN está integrada por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Birmania se unió al grupo en 1997, a pesar de la oposición de algunos gobiernos y activistas de la región. La ASEAN consideró que el ingreso de este país gobernado por militares permitiría un compromiso constructivo de Rangún y propiciaría una apertura democrática.
Win Aung también iba a reunirse en Nueva York con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y con el enviado especial de Birmania al foro mundial, Razali Ismail.
Cambiar al canciller en este momento crucial es un insulto a la comunidad internacional, y es un mensaje claro de que los líderes de Birmania les importa poco o nada la opinión del resto del mundo, dijo un funcionario de la ONU.
Todavía no está claro si el nuevo canciller participará de las reuniones de Nueva York.
Mientras, la resistencia de Than Shwe a liberar a Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, también agrava el malestar internacional.
La semana pasada, el secretario general de la ONU divulgó un informe crítico a la situación en Birmania y la lentitud de las reformas. Annan condenó al régimen por no incluir a Suu Kyi en el proceso de reconciliación nacional y excluir a los partidos políticos de la Convención Nacional, que elabora una nueva Constitución.
Suu Kyi fue detenida por primera vez por los militares meses antes de las elecciones nacionales en 1990, en las que su Liga Nacional por la Democracia ganó la mayoría de las bancas legislativas. Fue liberada en 1995, pero la junta restringió sus actividades a Rangún. La activista volvió a ser detenida el año pasado.
Desde entonces, Win Aung le había asegurado a sus pares asiáticos y a la ONU que Suu Kyi sería liberada a tiempo para participar de la Convención Nacional.
Suu Kyi quedará libre, y podrá reunirse con los demás miembros de su partido para realizar actividades políticas normales, había dicho Win Aung a IPS en una entrevista exclusiva a comienzos de este año.
Sin embargo, Than Shwe todavía excluye a los partidos políticos y a Suu Kyi de la Convención Nacional, en la que participan unos 1.000 delegados designados a dedo por el régimen militar.
La remoción de Win Aung también despierta dudas sobre el futuro del enviado de Birmania a la ONU, Razali Ismail, a quien el régimen militar no permite regresar a Rangún por su postura reformista.
Razali es un diplomático malasio que se desempeña, desde 2000, como intermediario entre la junta militar y la oposición.
El embajador Razali enfureció a los generales la última vez que estuvo aquí, ya que exhortó al primer ministro a que introdujera reformas políticas y denunció públicamente que había diferencias entre los líderes militares, señaló un diplomático asiático.
Lamentablemente, el futuro de Birmania está en las manos de un solo hombre. Y ese hombre no es el primer ministro, dijo por su parte un diplomático occidental en Rangún. (