Las ofertas cada día más tentadoras de vacaciones paradisíacas (y a precios módicos) en países en desarrollo están causando serios daños al potente sector turístico del sur de Europa.
La creciente preferencia de los europeos más ricos por Africa del Norte y América Latina se hace sentir con fuerza en los mercados tradicionales de España, Grecia, Italia y Portugal.
Según la Organización Mundial del Turismo, el caso más grave es Portugal, que perdió casi medio millón de visitantes en los últimos tres años, la mayoría fieles veraneantes de la región meridional de Algarbe.
La caída podría ser mayor en 2004 por los grandes incendios del año pasado y el actual en los bosques meridionales, una catástrofe ambiental que ahuyenta a los turistas, poco proclives a hacer uso de su descanso anual en medio de dramas humanos.
Los incendios forestales del año pasado en Portugal fueron los mayores de Europa en medio siglo, pues arrasaron 434.000 hectáreas de bosques y, según datos divulgados por el gobierno portugués esta semana, las llamas llevan devoradas 108.000 hectáreas en los últimos meses, en su mayoría concentradas en las sierras de Algarbe.
Al concluir el primer mes de temporada alta estival (que va del 10 de julio al 10 de septiembre), se confirman los peores temores de los operadores turísticos: 15 por ciento de los europeos que cada año inundan el extremo sur del país, renunciaron esta vez a pasar sus vacaciones en Portugal.
A fines de julio, empresarios hoteleros de la región de Algarbe adoptaron medidas desesperadas para salvar la temporada, decretando rebajas en los precios de hasta 25 por ciento.
Pero tras dos semanas del anuncio de vacaciones en saldo, con ofertas como pagar hospedajes equivalentes a tres estrellas por un hotel de cinco, almuerzos y cenas incluidas en el precio y rebajas en las cuentas del consumo en bares, nada indica que se haya evitado una temporada fatal.
Portugal, Grecia y España pierden terreno en una fuente de ingresos de gran importancia para sus respectivas economías, con millones de turistas que optan por precios difíciles de derrotar en países como Brasil, República Dominicana, Cuba, Túnez, Marruecos, Kenia, Turquía o Egipto.
Italia también sufre el efecto, pero el ciclo negativo no tiene el mismo impacto en la economía nacional por su alto grado de desarrollo, sobre todo como gran potencia industrial, que cada año disputa y alterna con Gran Bretaña el quinto y sexto lugar del mundo, tras Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia.
En cambio, el turismo es la primera fuente de ingreso de divisas para Portugal, con 7.588 millones de dólares en un producto interno bruto que fue de 160.377 millones en 2001, según cifras oficiales.
Para mitigar el temporal, España y Grecia han desarrollado políticas de precios más competitivos, al tiempo de ofrecer un turismo alternativo de alta calidad, sobre todo con agregados culturales.
Además, esas dos naciones evitaron medidas frecuentes en Portugal, como destruir aldeas típicas para erigir enormes edificios de dudoso gusto arquitectónico en hormigón armado que, a la postre, ponen en fuga a turistas en busca de buenas playas, pero rodeadas de una identidad cultural lusitana.
Hasta los propios portugueses comienzan a evitar el caro y desfigurado Algarbe.
Como explicó a IPS el director de una agencia de viajes de Lisboa, para un matrimonio con un hijo, incluido el pasaje aéreo, es más barato pasar dos semanas de vacaciones en Brasil que en Portugal, con la ventaja adicional de sentir la emoción de visitar un inmenso país cuya lengua es la nuestra.
La búsqueda de destinos menos costosos tiene otras causas. Pese a los augurios optimistas de la Unión Europea (UE) en 2003, aún no se materializa un verdadero arranque económico de la eurozona, formada por Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Luxemburgo, Grecia y Portugal, los 12 países usuarios de la moneda común europea.
Por otra parte, a los británicos, daneses, suecos, suizos, noruegos, y a los ciudadanos de los países ex socialistas de Europa central y oriental los afecta un euro sobrevaluado y los favorece la debilidad del dólar estadounidense, la divisa más usada en el turismo fuera de Europa.
En el sombrío horizonte del turismo de playa de España, Grecia y Portugal, se perfila también la competencia de Croacia, cuya región litoral de Dalmacia es rica en islas rodeadas de un mar cristalino, con precios imbatibles para los países de Europa occidental.
En el turismo cultural, ciudades museo milenarias como Budapest y Praga surgen como complemento obligatorio de París, Roma, Florencia, Venecia y Viena, con cantidad de visitantes que superó desde siempre a la de las imperiales Madrid y Lisboa.
La Eurocopa de Fútbol 2004, celebrada en Portugal entre el 12 de junio y el 4 de julio, operó como factor de caída de veraneantes en Algarbe, según expertos.
Los empresarios de la zona optaron por la fortuna fácil y rápida, y aumentaron desmedidamente los precios de hoteles y restaurantes ignorando las recomendaciones de moderación del Instituto Portugués de Comercio Exterior (ICEP) para promover al país como destino turístico.
El ICEP advirtió que podría ser económicamente fatal para Portugal una imagen de destino de vacaciones caras. Durante la Eurocopa, dormir en una pensión requería un desembolso igual al de pasar la noche en un hotel de lujo, con el consecuente daño a la imagen que los extranjeros se llevaron del país.
Según Vitor Filipe, de la Asociación Portuguesa de Agencias de Viaje y Turismo, el factor precio es determinante para un veraneante, y no basta con aumentar la calidad para competir con los españoles, los adversarios más directos y cercanos.
En tiempos de crisis, lo más importante es revisar la política, y tal vez lo que ocurre es que fuimos superados (por los españoles) en la relación calidad-precio, sentenció Filipe.