MIGRACIONES-CUBA: El día que estalló el verano caliente

El mar Caribe se muestra tranquilo, las temperaturas son quizás más altas, mientras los extensos apagones están de vuelta y las tensiones con Washington siguen marcando el ritmo de la vida en Cuba. Empero, el clima migratorio se presenta mucho más calmo que hace una década.

”Irse” es la única opción posible para algunos sectores de la población en esta isla de sistema socialista, pero, paradójicamente, también lo es ”quedarse”, más allá de que sea seguidor apasionado, crítico o abiertamente opositor del gobierno de Fidel Castro.

Aunque algunas cosas aún recuerdan el mes de agosto de 1994, los aires son mucho menos tempestuosos y nada en el ambiente asemeja aquel momento que fue catalogado por analistas como el ”verano más caliente” de la historia de Cuba.

Es que a los disturbios del 5 de agosto de ese año, los primeros desde el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, se le acumularon días de conmoción en la capital cubana por el secuestro de embarcaciones por parte de personas deseosas de emigrar a como dé lugar a Estados Unidos.

Esa mañana de verano boreal, cientos de personas se aglomeraron en la entrada de la bahía de La Habana en espera de una flotilla de yates que llegaría a buscarlos desde la meridional ciudad estadounidense de Miami, según transmisiones radiales desde ese país.

Cuando próximo al mediodía de ese día la noticia fue desmentida, al grupo que se había ido formando pacíficamente se le habían sumado otros desplazados por la policía del área del puerto, donde se producían los secuestros de naves, y ahí empezaron las protestas.

”Yo estaba tranquila en mi casa, oyendo la radio, cuando me entero que la gente estaba protestando por las calles y tirando piedras a las vidrieras de las tiendas. Parecía increíble”, rememora una vecina del centro histórico de la ciudad.

La mujer, ingeniera de profesión, recuerda que estaba de vacaciones y se asomó a la puerta del edificio a ver qué pasaba. ”Se me acercó un policía y me recomendó que mejor no saliera a la calle”, contó.

Todo terminó con la detención de unas 300 personas, la presencia de Castro en el lugar de los hechos, la acusación a Estados Unidos de incitar a la emigración ilegal y la decisión cubana de abrir las costas de la isla para todo el que quisiera irse.

Alrededor de 30.000 personas, la mayoría hombres, salieron de Cuba durante la llamada ”crisis de los balseros” de agosto de 1994, que culminó con la firma de un acuerdo migratorio entre La Habana y Washington, el 9 de septiembre de ese año.

Diez años después, unas 20.000 personas reciben visa cada año para emigrar a Estados Unidos y, según fuentes estadounidenses, las entradas ilegales de personas procedentes de la isla a ese país se mantienen estables, sin síntomas de crisis.

En este tiempo, el gobierno cubano abrió las puertas al trabajo por cuenta propia y a la iniciativa privada y, años después, volvió a cerrarlas, aumentando los controles y restringiendo al máximo la entrega de nuevas licencias para estas prácticas.

El gobierno promovió la inversión extranjera, la industria biotecnológica y farmacéutica nacional dio sus primeros frutos, se impulsaron más de 10 programas sociales y Cuba empezó a realizar compras millonarias de alimentos en Estados Unidos.

”A cada rato, cuando llega el verano y el calor exacerba los ánimos, parece como si fuera a haber otra crisis migratoria, pero el agua nunca llega al río”, dijo un hombre de 42 años, profesor de física, que recordó los incidentes del pasado año.

Una ola de secuestros de naves que podía haber conducido a una crisis migratoria, en la primavera de 2003, culminó con la aplicación de la pena de muerte a tres de los secuestradores de una nave de pasajeros.

En medio de los calores y tras meses de una intensa sequía, el mar y la llegada tardía de las tradicionales lluvias de mayo se convierten en los más importantes alicientes para los más de 11 millones de cubanos.

”Estamos teniendo apagones de siete y ocho horas. Las razones pueden estar en la rotura de una planta generadora que garantiza casi 20 por ciento de la electricidad del país, pero también en la falta de liquidez para comprar petróleo”, opinó un economista.

El impacto de la desaparición a inicios de los años 90 del bloque socialista europeo y de la Unión Soviética en la vida económica y social del país fue evidentemente superado en estos años, pero Cuba no ha logrado recuperar los niveles de vida registrados hasta entonces.

Especialistas sostienen que para atenuar la caída del producto interno bruto en 34,8 por ciento entre 1990 y 1993, hubiera hecho falta un crecimiento sostenido del cinco por ciento anual, algo que no se ha logrado.

Un estudio publicado en julio por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) aseguró que La Habana demuestra cómo cuando hay voluntad política se puede hacer política social, aun en condiciones de grandes limitaciones.

En 1994, el gobierno de Castro colocaba sus esperanzas en el turismo y la biotecnología, ahora las miradas se vuelven hacia las exploraciones petroleras que realiza la empresa transnacional Repsol-YPF debajo de las aguas cubanas del golfo de México.

Entonces Cuba intentaba recuperar su capacidad azucarera de unos siete millones de toneladas anuales, ahora vive la reestructuración de esa industria al extremo del cierre o reconversión de más de la mitad de las fábricas.

Un programa presentado en mayo por el presidente estadounidense George W. Bush para una transición en Cuba incluye disminuir los ingresos de divisas a la isla, incluidas las remesas familiares.

La Habana respondió a Bush con un alza de precios en la red de tiendas que venden en dólares. Ahora, ante la nueva crisis eléctrica, se habla de medidas para aumentar el ahorro, incluidas las ”vacaciones obligatorias” de algunos sectores.

Como otras veces en la historia, la propuesta estadounidense ha servido para unir a amplios sectores ante la amenaza de ”agresión externa”.

Los problemas de los cubanos deben ser resueltos sólo por los cubanos, han repetido en diferentes versiones representantes de la oposición, la Iglesia Católica e, incluso, de la comunidad cubana exiliada en Estados Unidos.

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