Al cumplirse este miércoles el tercer centenario de la ocupación del Peñón de Gibraltar por Gran Bretaña, el gobierno de ese país participa de modo activo de los festejos mientras España no logra una respuesta positiva para su reclamo de soberanía sobre el enclave, la última colonia existente en Europa.
Gran Bretaña se ampara en el Tratado de Utrecht, del 13 de julio de 1713, en el que se firmó la paz entre los reinos británico y español y por el que este último aceptó implícitamente la ocupación aunque sin renunciar a sus derechos de soberanía.
Después, desde 1964 en adelante, seis resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calificaron de colonia a la zona ocupada por Gran Bretaña, pero ese país nunca las aceptó pese a los reiterados reclamos de Madrid.
Además, Gran Bretaña ocupó después de Utrecht una zona limítrofe con el Peñón, conocida como el Campo de Gibraltar y, según afirman fuentes diplomáticas españolas, amparó la creación allí de un paraíso fiscal para la evasión de impuestos y lavado de dinero, además de permitir que se lo utilice como paso de contrabandos de todo tipo.
España cuestiona esta celebración por parte de Londres. Así, desde que asumió en abril la jefatura del gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero afronta el tercer incidente relacionado con Gibraltar, ya que en junio se produjo la visita de la princesa Ana de Inglaterra y ese mismo mes la del submarino nuclear Tireless, ambos casos también criticados con fuerza por Madrid.
Pero los actos de este miércoles incluyen algo que irritó de manera especial a los españoles, tal como lo expresaron el gobierno y los partidos de oposición, como es la participación en los festejos del tricentenario de la ocupación de Gibraltar del ministro de Defensa de Gran Bretaña, Geoff Hoon.
Además de recibir éste una medalla entregada por el gobierno local y asistir a un desfile militar, el sábado entraron una fragata y dos barcos auxiliares procedentes de la invadida Iraq a la base británica del Peñón de Gibraltar, un territorio de 10 kilómetros cuadrados y con 30.000 habitantes ubicado sobre el estrecho del mismo nombre que une al mar Mediterráneo con el océano Atlántico.
El canciller español, Miguel Angel Moratinos, calificó de extraño que en la Unión Europea (UE), de la que forman parte Gran Bretaña y España, en pleno siglo XXI se conmemore la ocupación militar de una parte del territorio de un Estado miembro por otro Estado miembro.
Sin dejar de reclamar que se ponga fin al último vestigio colonial en Europa y a los privilegios fiscales y aduaneros que son insostenibles en la UE, Moratinos planteó que se debería buscar una solución realista para todas las partes implicadas.
Esas partes son España, Gran Bretaña, Gibraltar, el Campo de Gibraltar y la Unión Europea, detalló el funcionario.
Por su parte, el ministro británico para asuntos europeos, Denis McShane, dejó clara la posición de su país. La Union Jack (la bandera britnánica) ondeará sobre Gibraltar hasta que la gente de Gibraltar, en un voto libre, quiera cambiar su estatus.
De ese modo hacía alusión al referendo realizado en 2002 cuando 99 por ciento de los votantes se pronunciaron en contra de una soberanía compartida entre ambos países, como se proponía, para cambiar el estatus de colonia de la corona británica que ostenta desde 1830.
Manuel Chávez, presidente de la española Comunidad Autónoma de Andalucía, que limita con Gibraltar, rechazó ese criterio recordando que los primitivos habitantes de la colonia fueron expulsados por los británicos y reemplazados por ocupantes, a los que no reconoce el derecho de manifestar su voluntad mediante un referéndum.
Con él coincidió el alcalde de la Línea de la Concepción y dirigente del opositor Partido Popular, Juan Carlos Juárez, quien calificó la ocupación del territorio que limita con su municipio de latrocinio que nos robó la soberanía.
Ante esos reclamos McShane les recordó que la bandera española flamea sobre Ceuta y Melilla, dos enclaves europeos en la costa norte de Africa, cuya soberanía reclama Marruecos, si bien ese país no cuenta con el apoyo de la ONU.
A ello los españoles, sin excepción, señalan que Ceuta y Melilla ya pertenecían a España cuando gobernaban los Reyes Católicos, en el siglo XVI, varios siglos antes de que se constituyera el estado marroquí.
El ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, elegido por sus habitantes, defendió el derecho a conmemorar el triunfo sobre los españoles, sin que éstos tengan nada que opinar pues considera que es un asunto que no les incumbe.
Que los españoles, después de 300 años siendo Gibraltar británico, intenten darnos clases sobre cómo deberíamos conmemorar eso es, de alguna manera, impertinente. Porque, añadió en declaraciones a la BBC, los gibraltareños no están celebrando el éxito de una batalla sino el tricentenario de la soberanía británica y de nuestra relación con Gran Bretaña.
Las negociaciones que el gobierno español desea mantener con Gran Bretaña tienen como trasfondo la pertenencia de ambos países a la UE, un bloque hoy conformado por 25 países y en el que cada vez se debilitan más las fronteras interiores. Ambos gobiernos han manifestado que se puede llegar a compartir la soberanía.
Una prueba de ello es que Gran Bretaña aceptó la posición española de que Gibraltar quede expresamente marginado de la nueva Agencia Europea de Control de Fronteras. Esa aceptación que levantó el bloqueo de España al ingreso de Gran Bretaña en la Agencia indignó a Caruana, pues en la práctica significa dejar a Gibraltar fuera de la UE.
Moratinos está convencido de que eliminado el contrabando y el paraíso fiscal en Gibraltar —hacia lo que se avanza con apoyo de la UE el futuro económico, político y social de ese territorio está fuertemente vinculado a España.
Ese vínculo podría permitir que las negociaciones concluyeran con una soberanía compartida, lo que a su vez eliminaría las restricciones españolas para el paso por la frontera entre Gibraltar y España. (