Se puede decir que Anshu Sharma es una pionera, pues concurre desde este mes a la escuela de infantes de uno de los 260 colegios privados de la capital de India.
Anshu es una de las primeras niñas amparadas por la sentencia judicial que ordena a los colegios de la ciudad a reservar 25 por ciento de sus plazas a alumnos que no pueden pagar las cuotas.
Era imposible que pagáramos las elevadas cuotas de la escuela Greenfields. Quería que estudiara allí no sólo por la calidad de su enseñanza, sino también porque vivimos cerca, dijo a IPS el padre de la niña, Rajiv Kumar Sharma.
El ingreso de Anshu en Greenfields fue posible porque su padre conocía la sentencia gracias a su actividad en Parivartan, influyente organización no gubernamental dedicada a la defensa del derecho a la información y a la lucha contra la corrupción.
Los jueces y el gobierno que encabeza desde hace tres meses el centroizquierdista Partido del Congreso, con respaldo comunista, están resueltos a que la consigna Educación para todos se convierta en realidad, aunque eso implique que los ricos deban pagar la de los pobres.
De hecho, el primer proyecto de presupuesto anual presentado por el gobierno del primer ministro Manmohan Singh, un ex economista del Banco Mundial, dispone un aumento de dos por ciento en todos los impuestos con el fin de financiar la enseñanza.
Singh prevé que eso sume 1.000 millones de dólares al presupuesto de la educación primaria de este país de 1.100 millones de habitantes.
En 57 años de vida independiente, India no ha logrado asegurar la educación gratuita y obligatoria universal. La falta de fondos destinados a la actividad es un obstáculo, pero los expertos consideran aún más grave la falta de voluntad política, en especial de los gobiernos provinciales.
Este año, la inversión educativa aumentó de cuatro a seis por ciento del producto interno bruto.
El experto Dhir Jhingran, alto funcionario del Ministerio de Desarrollo de Recursos Humanos, indicó que en la década pasada la mayoría de los estados han aportado consistentemente menos que el gobierno central a programas de educación básica.
Pero la falta de dinero no lo es todo. En ocasiones, los fondos sobran. El programa Educación para Todos, parcialmente financiado por la Unión Europea, gastó apenas 800 millones de los 1.800 millones de dólares que se le había asignado para el año fiscal concluido en abril.
Es bien sabido que la burocracia educativa en los niveles locales carece e iniciativa. Transferir más fondos sólo a través de la maquinaria oficial tendría resultados limitados si no se conjuga ese esfuerzo con medidas de control y de transparencia, sostuvo Dhingran.
El último Informe Económico de India, publicado todos los años en vísperas del debate parlamentario sobre el presupuesto del Estado, indicó que, si bien la inscripción a las escuelas aumentó, también lo hizo la deserción, en particular en los primeros años.
Entre 2001 y 2002, casi 82,2 por ciento de los 193 millones de niños de entre seis y 14 años se inscribieron en la escuela, en comparación con 81,6 por ciento del periodo 2000-2001, según el estudio. Pero la deserción aumentó en el mismo lapso de 53,7 a 54,6 por ciento.
De todos modos, se necesita dinero para reducir la deserción. Esos fondos deben emplearse, por ejemplo, en garantizar un almuerzo diario a niños y niñas y para construir y reparar la infraestructura escolar.
Se trata de una necesidad urgente, como quedó demostrado con el incendio que destruyó el 16 de julio una escuela en el meridional estado de Tamil Nadu. Murieron entonces 19 alumnos. El fuego comenzó en la cocina con techo de paja, mientras se preparaba la comida.
La tragedia de Kumbakonam también demuestra la falta de controles sobre la labor de funcionarios que suelen favorecer a escuelas privadas con los fondos que distribuyen, sin establecer antes si cuentan con la estructura adecuada.
La educación primaria de India se caracteriza por el uso de fondos públicos para solventar centros de enseñanza privados, no siempre de calidad, que obtienen grandes beneficios por la creciente demanda de una buena educación.
Anshu asiste a la escuela Greenfields porque la Corte Suprema de Delhi ordenó el 27 de abril a los centros de enseñanza privados a abrir sus puertas a niños y niñas pobres que no cuentan con recursos suficientes para pagar cuotas, costosos uniformes, libros y utensilios escolares.
Las 10 escuelas privadas más caras de la capital cobran cuotas mensuales de 250 dólares promedio e incluyen en sus cursos música y equitación.
En contraste, las escuelas dirigidas por el municipio de Delhi, que son gratuitas, ofrecen una educación mala e incompleta y tienen altos índices de deserción, según informes oficiales.
La situación en las áreas rurales es aun peor. La infraestructura es pésima, sin aulas suficientes, y los maestros suelen faltar al trabajo.
Desde 1999, India redujo la cantidad de niños y niñas de entre seis y 14 años que no asisten a la escuela de 39 a 25 millones. Pero en este país aún vive la cuarta parte de los 104 millones de niños del mundo que están fuera del sistema educativo. (