La economía de Brasil se encamina a un crecimiento de cerca de cuatro por ciento este año, pese a las frustraciones mensuales del sector productivo ante la persistencia del Banco Central en mantener elevadas sus tasas básicas de interés.
La deuda pública neta bajó a 55,3 por ciento del producto interno bruto (PIB), informó este viernes el Banco Central, agregando otro dato positivo a los indicadores favorables de los últimos meses.
Dos días antes se había conocido que la cuenta corriente de la balanza de pagos (que mide importaciones y exportaciones de bienes y servicios) registró un superávit de 6.229 millones de dólares acumulado en este año, un hecho inusual para un país donde se considera natural el déficit en ese rubro, según el director económico del Banco Central, Altamir Lopes.
El resultado se debe al gran aumento de las exportaciones, que permitieron acumular un saldo comercial favorable de 18.529 millones de dólares de enero a julio, haciendo prever que el resultado final de este año superará los 30.000 millones de dólares, algo inédito en el país.
En julio, y sorpresivamente, las inversiones directas extranjeras volvieron a un nivel también inusual desde el año pasado, 1.600 millones de dólares en el mes, indicando que el país recuperó la confianza del capital dirigido a la producción.
Por primera vez en varias décadas, observan muchos economistas, Brasil logró reunir indicadores favorables en materia de cuentas externas y de esfuerzo para reducir la deuda pública como proporción del PIB, junto con una inflación controlada, aunque supera la meta acordada con el Fondo Monetario Internacional, de 5,5 por ciento para este año.
Hasta julio, ya se acumulaba 4,42 por ciento de inflación, con tendencia a superar siete por ciento este año.
Otras buenas noticias son el fuerte crecimiento de la industria, la reducción del desempleo, con 1,2 millones de empleos formales creados desde el inicio del año, según datos oficiales, y la caída del riesgo-país a poco mas de 500 puntos, el mejor nivel del año.
Pero se trata de una recuperación cíclica, con muchas incertidumbres sobre su continuación, y es muy temprano para identificar si el crecimiento es sostenido, evaluó para IPS el profesor de economía Fernando Cardim de Carvalho, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
La recuperación ocurrió principalmente por el aumento de las exportaciones, y un poco por el incremento del crédito al consumo, pero las inversiones públicas para asegurar el crecimiento siguen escasas, observó.
Además, la persistencia de una política monetaria conservadora hace probable una nueva alza de intereses después de las elecciones municipales de octubre, que limitaría el crecimiento, vaticinó Cardim.
El mismo Banco Central difundió el jueves un informe para explicar la decisión de mantener en 16 por ciento, por cuarto mes seguido, sus tasas básicas de interés, y apuntó la perspectiva de que lleguen a un nivel aún más alto, a fin de frenar la tendencia a una inflación que supere la meta de 6,5 por ciento fijada para 2005.
Las tasas altas de interés estimulan el ahorro, en desmedro del consumo y la inversión, además de encarecer el crédito, por lo que pueden abatir la inflación pero también el crecimiento.
Los críticos de la política económica del gobierno argumentan que los principales factores inflacionarios actuales no se relacionan con un exceso de demanda interna, que podría ser contenido por la elevación de intereses, sino precios como los del petróleo y los servicios públicos privatizados, determinados por el mercado internacional y por contratos que fijan aumentos periódicos.
Esa es, por ejemplo, la opinión del economista Joao Sayad, ex ministro de Planificación.
Los precios del petróleo en el mercado internacional son una amenaza si se mantienen en los niveles actuales, observó Cardim.
La empresa petrolera estatal, Petrobras, no ha incrementado los precios de derivados del petróleo, aparentemente para no agravar las presiones inflacionarias en un periodo preelectoral, pero no podrá mantener indefinidamente esa política.
En el area externa, la dependencia de los productos agrícolas para obtener el abultado superávit comercial es otro riesgo según Cardim, porque los precios internacionales correspondientes empezaron a caer y son volátiles, constituyendo un factor de vulnerabilidad para las economías basadas en ellos.
Las exportaciones brasileñas crecieron mucho en los últimos años con base en el sector agrario, mientras perdían peso bienes de mayor valor agregado y más tecnología incorporada, salvo excepciones como la de los aviones de la Empresa Brasileña de Aeronáutica.
Aunque la política macroeconómica sea negativa, el gobierno adoptó medidas que estimulan el crecimiento, entre ellas las de estímulo a las industrias electrónica, química y del software, y a los crédito al consumidor, opinó Cardim.