DARFUR: Acto en Washington termina con resonantes arrestos

Prominentes activistas fueron detenidos este miércoles en la escalinata de la embajada de Sudán en la capital de Estados Unidos, donde protestaban contra el genocidio en Darfur con un acto de desobediencia civil.

Entre los arrestados figuran el director del instituto Africa Action, Salih Booker, el presidente de TransAfrica Forum, Bill Fletcher, y el de la Asociación de Congregaciones Universalistas Unidas, William G. Sinkford, así como la codirectora de Foreign Policy in Focus, Emira Woods.

También resultó detenido el actor y activista Danny Glover, quien, al igual que los restantes, fue acusados de invasión al predio de la embajada y de asamblea ilegal. Todos ellos fueron liberados este martes de tarde.

La embajada se mantiene cerrada desde el martes y por tiempo indeterminado a causa de las manifestaciones que allí se registran a diario.

El acto había sido convocada en las vísperas del plazo impuesto por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al gobierno de Sudán, para que cese antes del día 30 su apoyo a las milicias árabes Janjaweed que atacan a la población negra de Darfur.

Organizaciones humanitarias responsabilizan a Jartum de lo que consideran un genocidio, y llaman a la ONU, a la Unión Europea, a la Unión Africana y al gobierno de Estados Unidos a considerar seriamente el despliegue de una fuerza de mantenimiento de la paz.

La ONU ha calificado la crisis humanitaria en Darfur como la peor de la actualidad.

Las lluvias y las enfermedades infecciosas han agravado la situación de los tres grupos étnicos negros de la región —fur, masaalit y zaghawa—, asediados por las milicias árabes Janjaweed, que contarían, según insistentes versiones, con el apoyo del gobierno sudanés.

Desde el inicio de la crisis en Darfur, entre 30.000 y 50.000 musulmanes negros fueron asesinados y más de 1,4 millones debieron abandonar sus hogares por el asedio de las Janjaweed.

No hay duda de que el gobierno islámico y árabe en Jartum patrocinó, armó o reclutó a las milicias, informó la relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias y arbitrarias, Asma Jahangir.

El Grupo Internacional de Crisis (ICG), organización radicada en Washington consagrada a la lucha contra los conflictos violentos, informó el martes sobre la existencia de tumbas colectivas, secuestros en masa e incontables casos de violación.

”El gobierno de Sudán es un régimen minoritario que no refleja a la mayoría de los sudaneses. Está cometiendo crímenes de guerra a escala masiva”, dijo Salih Booker a IPS este miércoles.

Africa Action advirtió este miércoles que el gobierno islámico y árabe que encabeza el general Omar al-Bashir no desarmó a las milicias Janjaweed ni mejoró las condiciones de seguridad en Darfur, tal como lo exige el Consejo de Seguridad de la ONU.

Antes de ser detenido, Booker sostuvo que el Consejo no mejorará la situación en Darfur si su exigencias no son respaldadas con resoluciones. ”No se puede, apenas, exhortar a los criminales a dejar de cometer sus crímenes”, afirmó.

El Consejo de Seguridad exigió este mes al gobierno de Sudán ”cumplir con su compromiso de desarmar a las Janjaweed y conducir ante la justicia a sus líderes y asociados que cometieron violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario”.

El Consejo dio a Jartum plazo hasta el 30 de este mes para desactivar el conflicto o, de lo contrario, aplicará sanciones económicas y diplomáticas.

Las milicias árabes son acusadas por organizaciones de derechos humanos internacionales y hasta por el Congreso legislativo estadounidense de ”limpieza étnica” y de ”genocidio”.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos informó en un reciente estudio que la violencia de las Janjaweed en Darfur se basaba sobre la pertenencia étnica, con soldados y milicias árabes que atacaban a pobladores negros.

Sin embargo, el gobierno del presidente George W. Bush se ha negado hasta ahora a calificar de genocidio esta grave crisis humanitaria.

Booker reclamó a la Casa Blanca que se comprometa con la creación de una fuerza de mantenimiento de la paz. ”El gobierno de George W. Bush debe tener una política internacional responsable cuando se trata de Palestina, de Iraq y también cuando se trata de Sudán”, sostuvo el activista.

Glover se apresuró a aclarar que Estados Unidos debe actuar siempre en el contexto de una misión multilateral de paz o de sanciones resueltas por la comunidad internacional. ”Estados Unidos debe jugar un papel constructivo, pero no como un llanero solitario”, indicó.

El gobierno de Sudán aseguró que ha enviado más policías a Darfur y a los campamentos de refugiados en cumplimiento de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, y ha rechazado las acusaciones según las cuales ha brindado apoyo a las Janjaweed.

Activistas que visitaron la región han informado sobre desnutrición generalizada, pésimas condiciones de vida y rumores según los cuales antiguos Janjaweed son hoy miembros de las fuerzas de seguridad sudanesas asignadas a los campamentos.

Los Janjaweed —que, al igual que sus víctimas, son musulmanes— con frecuencia usan uniformes del ejército regular y vehículos oficiales, añadió.

El conflicto en Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzó en los años 70 como una disputa étnica de baja intensidad entre nómades árabes y agricultores indígenas negros sobre las tierras de pastoreo en esta región proclive a las sequías.

Pero la tensión evolucionó hacia una guerra civil que estalló en febrero de 2003.

Entonces, dos organizaciones rebeldes, el Movimiento y Ejército para la Liberación de Sudán y el Movimiento Justicia y Equidad, reaccionaron con violencia al continuo hostigamiento de las milicias progubernamentales y a la falta de inversiones en el desarrollo de la zona.

Ambos grupos lanzaron ataques, a veces conjuntos, contra instalaciones militares en rechazo de las redadas de Janjaweed contra sus comunidades y la postergación a la que las somete Jartum. Los rebeldes son apoyados por la población no árabe que constituye la mayoría de la región.

La respuesta del gobierno fue un aumento del apoyo a los 20.000 miembros de Janjaweed y una escalada de las ofensivas contra la población civil.

Varios oradores en el acto de este miércoles en Washington recordaron a la multitud allí reunida que en 1994 la comunidad internacional no respondió a tiempo al genocidio en Ruanda, hasta que los muertos sumaron un millón de personas.

”No podemos darnos el lujo de arrepentirnos de más inacciones”, dijo el reverendo Sinkford.

Hasta ahora, tres congresistas estadounidense,s una delegación de abuelas y los dos fundadores de la marca de helados Ben & Jerry, así como numerosos activistas, han sido arrestados hasta ahora por actos de desobediencia civil frente a la embajada.

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