El gobierno de Brasil estudia acercar el cine al 90 por ciento de la población que hoy no puede disfrutar este arte, así como aumentar la producción nacional por medio de una ley. Pero la principal red televisiva del país y los distribuidores atacan la iniciativa con dureza.
La propuesta de crear una Agencia Nacional del Cine y el Audivisual (Ancinav) que regularía y promovería ese sector puso en pie de guerra distintos actores involucrados, entre ellos a cineastas, distribuidores, exhibidores y canales de televisión.
Algunos cuestionaron por dirigismo y autoritarismo al anteproyecto, propuesto por el Ministerio de Cultura hace dos semanas. La situación obligó al ministro Gilberto Gil a recordar que fue un perseguido político y a asegurar que jamás se convertiría en perseguidor.
Gil, conocido como exitoso compositor e intérprete de música popular desde hace casi 40 años, llamó al debate y señaló que diversos técnicos tardaron 14 meses en elaborar el anteproyecto a partir de ideas del representantes del sector.
De todos modos, aclaró, la propuesta estará dos meses abierta a sugerencias y correcciones. El Ministerio de Cultura puso a disposición de todos los interesados una página en Internet para estimular el debate.
El proyecto considera que la industria audiovisual es estratégica para la cultura, la economía y la soberanía nacionales, y que, por lo tanto, merece un tratamiento especial, con protecciones y estímulos. Para eso se crearían fondos de fomento, financiados por los exhibidores.
Se trata de regular las relaciones entre los distintos agentes del sector, construyendo un ambiente propicio al crecimiento, y de eliminar los obstáculos para que el inmenso potencial de la industria audiovisual en Brasil se convierta en realidad, según el ministro Gil.
Ancinav será creada cuando logre superar las resistencias de los que quieren el monopolio de la difusión, vaticinó Assunçao Hernandes, productora de Sao Paulo que presidió el Congreso Brasileño de Cine, en el que se formularon en 2000 las primeras ideas de la agencia reguladora.
Muchos que acusan Ancinav de tener un carácter controlador son exactamente los que por su poder ejercen control y censura en la televisión, pues exhiben sólo filmes de su interés, y quieren extender ese dominio a Internet, dijo Hernandes a IPS.
La productora acusó al grupo de la red televisiva Globo, que tiene la mayor audiencia del país y dispone de un imperio de radio, diarios y revistas, de encabezar la oposición, junto con las distribuidoras estadounidenses que dominan el mercado cinematográfico y de filmes exhibidos en la televisión.
El conglomerado Globo de comunicación acapara 78 por ciento de todos los ingresos por publicidad en Brasil, según ella.
Las emisoras televisivas rechazan el tributo de cuatro por ciento sobre su facturación. A su vez, los exhibidores se oponen al de 10 por ciento a cada boleto, pues temen perder espectadores. Con esos impuestos se solventaría un fondo de fomento a la industria audiovisual nacional.
Todos quieren mantener en el corto plazo sus ganancias, y desconocen que podrán aumentarlas con el desarrollo de todo el sector y la multiplicación de las salas de cine en todo el territorio del país impulsada por las nuevas reglas, argumentó Hernandes.
Actualmente Brasil cuenta con cerca 1.800 cines, poco más de mitad de los que tenía hace 30 años. Mas de 90 por ciento de los 5.560 municipios brasileños carecen de salas de exhibición. Países como Argentina y México tienen el doble de salas respecto de su población.
El fondo de desarrollo ayudaría a instalar miles de cines en todo el país, con un boleto a un tercio o menos del precio actual promedio de dos dólares. Eso generaría una escala de exhibición que beneficiaría a todos, sostuvo Hernandes.
La ley en ciernes también fomentaría la producción de contenidos locales, mediante la descentralización, creando más empleos con diversificación de contenidos.
Pero el anteproyecto incluye otras disposiciones conflictivas. A la televisión abierta la obligaría a exhibir al menos un largometraje nacional por semana. Hoy, los canales casi nunca incluyen producciones barasileñas en su programación, monopolizada por producciones de Hollywood.
Por su parte, las distribuidoras estadounidenses bombardean el impuesto de 3.000 reales (1.000 dólares al cambio actual) a cada copia de una película en exhibición, previsto en la propuesta. Hoy, ese tributo se aplica a cada filme extranjero, sin importar la cantidad de copias.
No es justo que una superproducción que invade el mercado con más de 200 copias pague lo mismo que otra con decenas de copias, pues la diferencia de ganancias es brutal, razonó Hernandes.
La competencia es desigual, desfavorable al audiovisual brasileño en su propio mercado, observó el ministro Gil. Los filmes de Hollywood, ya amortizados en su país, son vendidos a precios irrisorios a la televisión brasileña.
La competencia entre productos nacionales tampoco es justa. Los filmes producidos por el grupo Globo cuentan con la amplia publicidad de ese conglomerado, cuyo costo los demás no pueden pagar, destacó Hernandes.
Los tributos previstos en el proyecto de Ancinav son blandos comparados con los de otros países, señaló Sergio Sá Leitao, asesor especial del Ministerio de Cultura.
En Francia, la facturación de la televisión es objeto de un gravamen de 16 por ciento, y la exhibición cinematográfica, de 11 por ciento. En Australia, 55 por ciento de la programación televisiva debe ser de contenido nacional.
El cine brasileño representó menos de 10 por ciento de la taquilla nacional en los últimos años, a excepción del año pasado, cuando alcanzó un excepcional 21 por ciento, dado el éxito de algunos filmes.
Lo que se quiere con Ancinav, según la productora Hernandes, es hacer lo mismo que hicieron los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, para proteger su mercado y desarrollar su industria audiovisual.