Los europeos tendrán que trabajar más horas por día y ganar menos para que sus países sean más competitivos y se adapten a la globalización, según medidas impulsadas por grandes empresas, aceptadas por algunos gobiernos y negociadas en ciertos casos con los sindicatos.
Se trata de alargar la jornada laboral, reducir salarios y beneficios sociales, o trasladar la producción a países de Europa oriental o del Sur, donde los costos laborales son menores.
El presidente de PIMEC (asociación patronal de pequeñas y medianas empresas de la región española de Cataluña), Josep González, es uno de los defensores de estas medidas a las que ve como única vía para reducir los costos y hacer frente a la competencia salvaje de los llamados países emergentes.
Para la central sindical de origen comunista Comisiones Obreras (CCOO), una de las dos mayores de España, la ampliación de la mercantilización de las relaciones humanas hasta lugares hasta ahora protegidos fuera del mercado, es la demostración del reinado de la economía sobre cualquier otra prioridad humana.
En una reunión el pasado fin de semana en Barcelona, capital de Cataluña, el director de la patronal fundación Fomento del Trabajo Nacional, Joaquín Trigo, puso de ejemplo el acuerdo alcanzado entre la empresa de electrónica Siemens y los sindicatos de Alemania para evitar su deslocalización, es decir el traslado de su producción a plantas industriales en países con menores costos.
Los trabajadores aceptaron ampliar la semana laboral de 35 a 40 horas sin aumentar los salarios en dos fábricas de teléfonos celulares, a cambio de que Siemens retrase por dos años el traslado de las mismas (que ocupan a 2.000 personas) a Hungría.
Mediante ese acuerdo, el costo por hora trabajada puede llegar a reducirse casi 29 por ciento, sumando el efecto del aumento del tiempo de trabajo y la rebaja de salarios, dijo.
Trigo es además uno de los directores de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (Faes), que preside el conservador ex presidente José María Aznar (1996-2004).
En Alemania, la crisis afecta especialmente a la industria automotriz. La compañía Volkswagen también se plantea reducir los costos laborales en un tercio y su principal competidora, DaimlerChrysler, pretende un ajuste de quinientos millones de euros (600 millones de dólares).
Los sindicatos de trabajadores del grupo DaimlerChrysler ya aceptaron una reducción de 180 millones de euros, pero Jürgen Gubert, presidente de la división Mercedes-Benz, advirtió de que faltan todavía 320 millones de euros.
Gubert no vaciló en apuntar que ese mayor ahorro podría lograrse eliminando las bonificaciones para los turnos de trabajo posteriores a la hora 13.00, así como los cinco minutos de descanso por cada hora trabajada a los que tienen derecho los trabajadores.
El parlamento alemán ya aprobó una ley sobre desempleo que reduce los subsidios para los desempleados. Estos podrán percibir unos auxilios sociales básicos después un período de un año sin trabajo y no, como hasta ahora, desde el momento en que quedan sin empleo.
Francia lideró años atrás la reforma del mercado del trabajo cuando los sindicatos, las empresas y el gobierno se pusieron de acuerdo para reducir la jornada laboral a 35 horas semanales.
Al plantearse ahora una revisión de esa medida, el ministro de Economía francés Nicolas Sarkozy entiende que la reforma debería permitir a las empresas fijar la jornada de trabajo, y no debería penalizarse con impuestos las horas extra, para alentar a quienes deseen trabajar más horas.
En Austria también se abrieron negociaciones para prolongar la jornada laboral, pero manteniendo las actuales retribuciones.
En Gran Bretaña, el ministro de Economía, Gordon Brown, anunció este martes que se eliminarán 104.000 puestos de trabajo en el sector público para dedicar el monto de los correspondientes salarios a gastos de sanidad, educación y defensa.
Pero a diferencia del ambiente de acuerdo en otros países europeos, los sindicatos británicos amenazan con movilizarse y convocar huelgas si el gobierno de Tony Blair persiste en su propósito.
En España, la cuestión de los costos laborales se enmarca en otro contexto, a partir de la asunción en abril del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Antes de cumplir 100 días de gobierno, el 8 de julio, Zapatero logró firmar un gran pacto social con sindicatos y empresas, destinado a reducir la temporalidad de los empleos e impulsar la competitividad.
El pacto establece normas y procedimientos que, según el líder de CCOO José María Hidalgo, comprometen a todas las partes y apuestan por un modelo basado en el empleo masivo y de calidad.
Cándido Méndez, secretario general de la otra gran central sindical, la Unión General de Trabajadores, también cree que el acuerdo social funcionará y se lograrán preservar los intereses de los trabajadores y de los empresarios.
Sin embargo, la filial española de la corporación estadounidense de la vestimenta Levi´s ofreció este martes indemnizaciones a 450 trabajadores de sus dos fábricas españolas que clausurará para trasladar su producción a Europa oriental, donde la mano de obra es más barata.
Los sindicatos anunciaron un principio de acuerdo, que deberá ser ratificado en una asamblea general.
En este contexto se levantan voces críticas, como la de Carlos Obeso, profesor de economía y director del Instituto de Estudios Laborales de España.
Trabajar más horas no nos hace más rentables, al contrario, habría que empezar por hacer rentables las horas trabajadas, sostiene.
Quienes piensan lo contrario siguen impregnados de la cultura industrial, en la que se ligaba la productividad al número de horas, arguye Obeso.
Pero en la era global, cada vez hay menos industria y en el trabajo terciario, sobre todo del conocimiento, no es el tiempo el que produce sino la calidad, afirma.