Massaouda Jalal no ha ganado ninguna instancia electoral aún, pero siente que ya logró algo muy importante al convertirse en la única mujer candidata para las elecciones presidenciales de octubre en Afganistán.
Aunque sus posibilidades de llegar a la presidencia sean escasas, la candidatura independiente de esta médica de 41 años está cargada de gran simbolismo, en un país donde, bajo el régimen extremista islámico de Talibán (1996-2001) las mujeres no podían trabajar fuera de casa y las niñas tenían prohibido estudiar.
Sin embargo, ha obtenido una respuesta mucho mejor de la que esperaba, dijo a IPS en Londres. Dicen que soy como su hermana o su madre, y que un Afganistán herido necesita una madre y una doctora para cuidarlo y sanarlo, contó.
Jalal, especializada en pediatría y psiquiatría, se enfrentará en las urnas al actual jefe de Estado Hamid Karzai, favorito de la mayoría de los líderes civiles y de distintas facciones armadas, y a otros 12 candidatos masculinos. Karzai es el líder interino que promovió Estados Unidos después de derrocar a los talibanes, a fines de 2001.
Las elecciones presidenciales serán el 9 de octubre, después de haber sido postergadas dos veces. Los comicios parlamentarios están previstos para abril del año próximo.
Más de siete millones de un total de 10 millones de votantes potenciales se han registrado hasta ahora para votar, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Cuarenta por ciento de los registrados son mujeres.
Esto podría ser una buena noticia para Jalal, que ha dejado temporalmente su trabajo como pediatra y psiquiatra en la Facultad de Medicina de Kabul para tratar de curar los males de su país, devastado por la guerra.
Muchas mujeres están muy contentas con mi candidatura. Ellas me expresan su apoyo en reuniones y a través de radios y periódicos, dijo a IPS.
Inevitablemente, es más difícil con los hombres. A veces, en mezquitas y otros lugares, me encuentro con algunos que se oponen a mi candidatura. Pero yo les digo que lo que hago es legal y basado en la nueva Constitución, y que además no es nada nuevo en el mundo islámico, contó.
Bangladesh, Pakistán, Indonesia y Turquía han tenido jefas de gobierno. Miren a Megawati (Sukarnoputri), presidenta del mayor país islámico del mundo, Indonesia, con 200 millones de musulmanes, destacó.
Competir en una elección en Afganistán no es tarea fácil. La situación de seguridad es un gran problema. Conozco los peligros, las dificultades, los riesgos. Pero cuando se persigue un gran ideal siempre hay un gran riesgo, dijo Jalal, que consideró a la seguridad la primera necesidad y el primer deseo del pueblo de Afganistán.
Jalal ha convocado varios actos electorales en Kabul y otras ciudades. Habitualmente reúno una audiencia de 500 a 1.000 personas, afirmó. También ha hablado en escuelas, universidades, mezquitas y otras instituciones, en general en reuniones organizadas por mujeres locales.
Le habla a su pueblo en su lengua nativa, el pushtu, y también en dari, el idioma usado por la mayoría de los afganos para la comunicación entre las diferentes tribus del país. Por encima de las diferencias, ella habla el lenguaje de un nuevo Afganistán.
Nunca he hablado con talibanes. Ellos no tienen el apoyo de las mujeres, los demócratas, los tecnócratas ni los jóvenes. Yo viví bajo su gobierno, y ahora decidí postularme aunque nunca he formado parte de ninguna organización política. Si tuviera que decir a qué represento, diría que a la sociedad civil, declaró.
Estados Unidos derrocó a los talibanes en noviembre de 2001, tras acusar al régimen de proteger a Osama bin Laden, líder de la organización terrorista islámica Al Qaeda, considerado el autor intelectual de los atentados del 11 de septiembre de ese año en Nueva York y Washington.
Jalal, cuyo esposo es profesor en la Universidad de Kabul, tiene dos hijas y un hijo. Estuvo en Londres para reunirse con grupos feministas.
Los problemas de la mujer serían prioritarios para Jalal si llegara a la presidencia. Por suerte, las niñas han comenzado a asistir a las escuelas de nuevo. Hay una buena cooperación de toda la población en este sentido. Pero la falta de recursos hace que muchas niñas queden excluidas del sistema educativo, porque simplemente no hay suficientes escuelas, lamentó. (