En Guatemala es asesinada una mujer cada día y no hay fuerza que logre detener la masacre, en la que están involucradas varias autoridades policiales y judiciales, según la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú.
Este auténtico "femicidio", como lo calificó Menchú en entrevista con IPS, es registrados por las propias cifras oficiales, que indican cerca de 1.300 casos de 2001 a la fecha.
Las mujeres, en su mayoría de sectores sociales pobres, mueren estranguladas, baleadas, acuchilladas, mutiladas y de otras tantas formas violentas, mientras la mayoría de culpables siguen libres y en el anonimato.
De las 383 muertes reportadas en 2003, apenas 77 fueron esclarecidas. "Hay una impunidad espantosa, señaló Menchú, la indígena guatemalteca defensora de los derechos humanos que identifica a los asesinos "como gente enferma y sin alma.
En lo que va del año ya suman 230 las mujeres muertas de modo violento, muchas encontradas en basurales, zonas despobladas o simplemente tiradas en alguna calle.
El Estado está ausente en Guatemala, pues, aunque es responsable de la seguridad, no tiene mecanismos para resolver ni prevenir los asesinatos de mujeres, dijo a IPS Patricia Pinto, integrante del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer y de la Colectiva para la Defensa de las Mujeres en Guatemala.
No hay sistemas adecuados de investigación policial y la impunidad es la que reina en este país de casi 12 millones de habitantes, sostuvo la activista.
Pinto aseguró que, de las 19.000 denuncias de violencia contra mujeres e intrafamiliar que recibieron fiscales públicos en 2002, apenas 10 fueron resueltas plenamente a favor de las denunciantes.
El gobierno guatemalteco de Oscar Berger, en funciones desde enero, afirma que está sumamente preocupado por la ola delictiva, que toca a mujeres y hombres, pero de su parte sólo se escuchan expresiones de preocupación y que "se creará esto y lo otro, sin que haya hechos ni resultados tangibles, añadió.
La Policía Nacional Civil de Guatemala creó una unidad especial para atender los casos de mujeres asesinadas, pero no ha dado resultados mayores.
Según la policía, 21 por ciento de los asesinatos de mujeres estarían relacionados con la acción de pandillas, conocidas en este país y en otros de América Central como "maras, otro 21 por ciento con asaltos a mano armada y el resto con crímenes pasionales, intentos de robo, violencia ligada al narcotráfico y ultraje sexual.
"Creo que el asesinato de tantas mujeres es uno de los ecos de la guerra que vivió mi país y que dejó huellas de violencia y resentimiento muy profundas, opinó Menchú.
Guatemala fue escenario entre 1960 y 1996 de una guerra interna entre fuerzas de seguridad del Estado y la insurgencia guerrillera, en la que murieron más de 200.000 personas y otras 50.000 fueron detenidas y permanecen desaparecidas, gran parte de las cuales nada tenían que ver con las partes en pugna.
Tanto Menchú como Pinto, demandaron al gobierno de Berger y de todo el sistema de justicia del país una revisión a fondo de su actuación en el caso de la violencia contra las mujeres y acciones concretas para detener lo que llaman femicidio.
El tema ha llegado a tener tal gravedad que llamó la atención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de varios grupos humanitarios internacionales. No obstante, son otros casos los que parecen preocuparles más.
Uno de los que recibe mucha mayor atención es del asesinato de mujeres en la mexicana Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, donde en 10 años han muerto más de 300, gran parte de ellas previamente violadas. Sin embargo, sólo en 2003 murieron en Guatemala 383.
"El caso de las muertas de Juárez lo conoce todo el mundo, pero el de las muertas de Guatemala está como silenciado, señaló Hilda Morales, de la red No Violencia de ese país centroamericano.
La relatora especial de la ONU sobre violencia contra la mujer, la turca Yakín Erturk, visitó en febrero Guatemala y, tras conocer de los asesinatos, se declaró alarmada.
Los homicidios en Guatemala son atroces, pues las violan, las asaltan sexualmente, las mutilan y eso "tiene un impacto terrible para las mujeres y para la sociedad en general., declaró Erturk.
Para enfrentar la ola de violencia y criminalidad, que según cifras oficiales se expresa en un aumento de 14,3 por ciento del número de asesinatos entre 2002 y 2003, el presidente Berger prometió depurar a la policía de elementos vinculados a la delincuencia, lo que salió a la luz en varios casos de robos, y mejorar la vigilancia y la atención a los denunciantes.
Pero las mujeres desconfían. Se han prometido muchas cosas, ahora es el momento de frenar la violencia y proteger a las mujeres, declaró Menchú.