España vive polémicas, protestas y preocupación por el fenómeno de la deslocalización, el traslado de un país a otro de actividades productivas de compañías nacionales o transnacionales, siguiendo el rumbo de los costos más bajos.
El neologismo se aplica cada vez más en este país. La corporación estadounidense de la vestimenta Levi Strauss hizo el martes una oferta a sus empleados para indemnizarlos por el cierre de sus dos plantas en España, que fue rechazada por los sindicatos.
Ese retiro se une a otros ya concretados, los últimos de las corporaciones de productos electrónicos Samsung, de Corea del Sur, y Philips, de Holanda, y de la estadounidense fabricante de juguetes Hasbro.
Esas compañías mudan actividades productivas a otros lugares, más favorables en cuanto a costos laborales y de otro tipo. Así, la deslocalización pasa a ser localización para los países que alojarán la nueva producción, muchos de ellos de Europa oriental.
En todo caso, es la otra cara de la globalización, según la secretaria general de la Confederación General del Trabajo (CGT) de Barcelona, Eva Sánchez, quien llamó a combatirla porque en dos años se perdieron más de 10.000 empleos en España por su culpa.
Según el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), el indio Raghuram Rajan, la deslocalización es un proceso que no se puede detener porque es intrínseco a una economía dinámica.
Cualquier intento por detenerlo puede acarrear mayores perjuicios que los que se pueden querer evitar, añadió Rajan, quien estuvo en España esta semana participando de la celebración del sexagésimo aniversario del FMI, realizado en Madrid.
No opinan lo mismo la CGT y un centenar de organizaciones sindicales y no gubernamentales españolas que se definen como contrarias a la globalización y que convocan a una manifestación este sábado en Barcelona, para protestar contra la deslocalización de empresas y la precariedad laboral.
Asimismo, estas organizaciones expresarán su rechazo al Fórum 2004 de las Culturas, que se celebra en esa ciudad con el declarado propósito de aportar a la construcción de una globalización más justa, pues entienden que no cumple con sus compromisos sociales y es una hipocresía.
La CGT es la tercera central sindical en importancia de la septentrional comunidad autónoma de Cataluña, cuya capital es Barcelona, ubicada sobre el mar Mediterráneo.
Las otras dos centrales, Unión General de Trabajadores (UGT, socialista) y Comisiones Obreras (CCOO, comunista) indicaron a IPS que no participarán en la marcha del sábado, aunque también critican la deslocalización.
Jordi Ribó, portavoz de CCOO, dijo a IPS que no califica ese proceso ni de bueno ni de malo, pero que debería realizarse de manera ordenada, respetando los derechos laborales de los trabajadores y sustituyendo esas fuentes de empleo por otras.
De manera similar se pronuncia la UGT, para la cual la decisión de algunas empresas de trasladar fuera de las fronteras españolas parte de su producción puede ser compatible con el mantenimiento o crecimiento del empleo.
Pero eso no ocurre si el traslado es total y la ausencia de una estrategia industrial a nivel nacional agrava los efectos del fenómeno de la deslocalización, dice la UGT.
Mientras la CGT y las organizaciones sociales reclaman penalizar los retiros si éstos se producen al margen de lo que dispongan las autoridades, la UGT y CCOO se pronuncian por la necesidad de impulsar una política global en la Unión Europea (UE) que proteja a los trabajadores ante ese fenómeno.
Los traslados de producción no son intrascendentes ni marginales, señala por su parte Anne Miroux, responsable de análisis de inversiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo (Unctad).
Cuatro de las diez empresas más grandes de Europa han empezado a trasladar sus operaciones de servicios fuera dijo Miroux, quien llegó a Barcelona el miércoles para presentar en el Foro de las Culturas el informe de la Unctad ante su XI sesión ministerial, que se celebra desde el domingo hasta este viernes en la ciudad brasileña de Sao Paulo.
Todo hace pensar que esta tendencia aumentará, porque los ahorros de costos van de 20 a 40 por ciento y la mitad de las empresas aseguran que trasladarán más servicios en el futuro.
Muchas compañías, sobre todo anglosajonas, contratan diversos servicios en India, sin traslados físicos de ninguna especie, pues aprovechan las ventajas de las telecomunicaciones y de la red informática Internet.
India obtuvo 2.600 millones de dólares por tales actividades en el período 2002-2003, según su Asociación Nacional de Empresas de Programas Informáticos y Servicios.
El profesor universitario y economista Pedro Schwartz, defensor de las teorías neoliberales, opina que es un error considerar esos desplazamientos como un problema. Hay quienes sufren cuando se traslada una fábrica, pero el país en su conjunto progresa gracias a la deslocalización y a cualquier destrucción de empleos improductivos, por efecto de la competencia internacional o nacional, enfatiza.
No obstante, al referirse al traslado de empresas españolas al vecino Marruecos, Schwartz puntualiza que si por término medio, los salarios en España son cuatro veces mayores que en Marruecos, es porque la mano de obra española es en su conjunto cuatro veces más productiva.
Si fuera lo contrario, concluye, habría que admitir que los empresarios son idiotas.
Pero los empresarios españoles no parecen tontos, al menos a juzgar por el resultado de sus negocios. De acuerdo con un informe presentado el miércoles por la compañía de inversiones e intermediación financiera Merrill Lynch y la consultora internacional Capgemini, España es el país de la UE donde más creció la cantidad de ricos.
En 2003, la población rica aumentó en 18 por ciento, mientras en el resto de la UE ese sector creció 2,5 por ciento y en el mundo, 7,5 por ciento, considerando como acaudalados a quienes posean como mínimo un millón de dólares de activos financieros líquidos.
La bonanza no impide que algunas transnacionales se retiren. Levi Strauss cerrará dos fábricas y despedirá a 453 trabajadores, la mayoría mujeres de más de 40 años.
La famosa fabricante de pantalones vaqueros señala que sus costos en España son más elevados que los de las plantas que tiene en países de Europa oriental y ofrece indemnizar a los despedidos pagándoles el salario equivalente a 38 días por cada año trabajado.
Los sindicatos rechazaron la oferta, pero se tomaron dos semanas de plazo para resolver el asunto, que será discutido en asambleas por los trabajadores.