La proporción de 10 por ciento de fuentes renovables para cubrir la oferta energética, fijada como meta mundial para 2010, se verifica actualmente en América Latina, pero con alta participación de grandes centrales hidroeléctricas, lo que es criticado por ambientalistas.
Cuando la región asumió esa meta en 2002, usaba casi 26 por ciento de fuentes renovables, pero 15 por ciento del total era hidroenergía, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Renovable no significa sustentable, alegan quienes desean menos represas gigantescas, control del empleo de leña (5,8 por ciento de las fuentes regionales en 2002) y que se abra paso a fuentes no convencionales, como lo ha hecho Costa Rica, cuya matriz energética depende en casi 50 por ciento de la geotermia, productos de caña, biomasa y otros insumos renovables.
La Conferencia Internacional de Energías Renovables, realizada en Bonn del 1 al 4 de junio, reunió a delegados de 154 países que evaluaron el avance hacia el objetivo de sustituir combustibles fósiles en la matriz energética mundial, fijado en 2002 en la Cumbre de Desarrollo Sustentable de Johannesburgo.
La meta de 10 por ciento de energía renovable en 2010 representa la oportunidad de combatir la pobreza al usar recursos naturales locales en forma descentralizada, la posibilidad de superar la dependencia de combustibles fósiles que significan un alto costo para los países del Sur, y la urgencia de proteger el clima y el medio ambiente, dijo a Tierramérica, Sara Larraín, directora del programa Chile Sustentable.
Alrededor de 23 por ciento de la Oferta Total de Energía Primaria (OTEP) de América Latina surge de fuentes renovables, incluyendo hidroelectricidad, según el estudio de Cepal Sostenibilidad energética en América Latina y el Caribe: el aporte de las fuentes renovables, publicado en octubre de 2003.
Según ese informe, Argentina, muy dependiente del gas natural, es el único país de la región por debajo de 10 por ciento de fuentes renovables, pero hay otros cuatro en una zona crítica, de 10 a 20 por ciento: México, Ecuador, Venezuela y Chile.
En el otro extremo está Costa Rica, con 99,2 por ciento, seguida por Paraguay, Honduras, Haití y El Salvador con más de 80 por ciento.
Pero en ese grupo no todo es positivo. Paraguay tiene una dependencia casi absoluta de la hidroelectricidad, mientras Honduras, Haití y El Salvador, al igual que Nicaragua y Guatemala, registran alto empleo de dendroenergía (leña).
Activistas y expertos sostienen que las grandes centrales hidroeléctricas dañan los ecosistemas asociados a los cursos fluviales y alteran las condiciones de vida de comunidades locales, generalmente indígenas.
La leña es renovable, siempre que se compense con una reforestación adecuada. Coviello y Altomonte sostienen que la dependencia de dendroenergía es preocupante y en cierta forma negativa, debido al fuerte impacto y presión que se ejerce sobre los recursos forestales y el consecuente aumento de las emisiones de dióxido de carbono derivadas de la quema de leña.
Las emisiones de dióxido de carbono son las principales responsables del llamado efecto invernadero.
La fuente renovable más accesible parece ser actualmente la geotérmica, vistos los altos costos que representa aún la utilización en gran escala de la luz solar, los vientos y las mareas como insumos energéticos, aunque la biomasa (derivada de compuestos orgánicos) también se abre paso junto a las pequeñas centrales hidroeléctricas.
Brasil tiene la matriz energética más sustentable y limpia del mundo, con 90 por ciento de su OTEP basada en fuentes renovables, incluyendo la hidroelectricidad, aseguró a Tierramérica Emilio La Rovere, profesor de Planificación Energética de un programa de posgrado de la Universidad de Río de Janeiro.
Tras la crisis energética de los años 70, Brasil desarrolló el alcohol de caña de azúcar como un carburante sustituto de la gasolina.
En los últimos años, las compañías automotrices desarrollaron motores que usan gasolina o alcohol alternativamente, e incluso ambos mezclados, y se preparan modelos trivalentes, que también podrán emplear gas. En Brasil hay actualmente de 700.000 a 800.000 automóviles a gas natural, cifra superada sólo por Argentina.
Un caso que destacan los ambientalistas es el de Cuba. La matriz energética de ese país es sustentable, porque es cambiante y tiende a alcanzar un desarrollo energético sostenible, dijo a Tierramérica Luis Bérriz, presidente de Cubasolar, organización no gubernamental que impulsa el uso de fuentes renovables.
Cuba dependió del petróleo soviético hasta comienzos de los años 90, cuando la interrupción de suministros puso a la economía de la isla en crisis. Desde entonces se desarrolló la explotación de recursos locales de hidrocarburos, así como planes de ahorro, junto a la investigación de fuentes renovables.
Pero el informe de la Cepal consigna que Cuba depende aún en alto grado del petróleo, que representa 56,1 por ciento de su OTEP, mientras las fuentes renovables constituyen 37,9 por ciento, y son mayoritariamente productos de caña (34,5 por ciento del total), que se suelen usar en procesos de combustión poco eficientes.
* El autor es corresponsal de IPS. Con aportes de Patricia Grogg (Cuba) y Mario Osava (Brasil). Publicado originalmente el 26 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (