La seguridad en Afganistán continúa en franco deterioro, mientras más de 140.000 soldados estadounidenses apostados en Iraq tratan en vano de imponer al nuevo gobierno nacional antes del 30 de junio.
Cuando faltan tres meses para las elecciones en Afganistán, observadores advierten que los jefes tribales y el movimiento islámico Talibán parecen haber recuperado la fuerza que tenían cuando Estados Unidos desalojó a esa organización del poder hace 30 meses.
Esa situación torna inviable la celebración de elecciones libres y justas a los ojos de observadores internacionales.
"Las tendencias se dirigen hacia el lado equivocado", según Mark Schneider, director de la oficina en Washington del Grupo Internacional de Crisis (ICG), institución con sede en Bruselas especializada en resolución de conflictos.
"Las milicias en todo el país suponen una amenaza a la posibilidad de que haya elecciones creíbles", sostuvo Schneider.
Afganistán, donde 20.000 soldados estadounidenses se dedican a la caza de remanentes de Talibán y de la red terrorista Al Qaeda, ha pasado a un segundo plano, mientras la atención de la prensa internacional se concentra en las dificultades que afrontan las fuerzas ocupantes en Iraq.
La semana pasada, cuando el presidente afgano Hamid Karzai visitó Washington, no recibió casi atención de los medios de comunicación, aunque asistió a una sesión conjunta del Congreso legislativo estadounidense y brindó una conferencia de prensa en la Casa Blanca junto al presidente George W. Bush.
El coordinador para asuntos afganos del Departamento de Estado (cancillería), embajador William Taylor, insistió el lunes en la ONU habían registrado hasta entonces más de cuatro millones de votantes habilitados, y que cada día se anotaban 100.000.
Treinta y seis por ciento de los registrados eran mujeres, destacó Taylor.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) calculó el total de potenciales votantes en poco más de 10 millones. "Si logramos el registro de al menos seis millones, eso será una masa crítica", según el funcionario del Departamento de Estado.
Pero el diplomático admitió que la situación de seguridad dista de ser la ideal y que eso podría interferir con el desarrollo de elecciones libres y justas. En los comicios se elegirá presidente y la cámara baja parlamentaria.
Taylor advirtió que milicias locales, algunas con recursos procedentes del tráfico de opio, se aprestan a intimidar a los votantes, en especial en lo que refiere a las elecciones parlamentarias.
La falta de seguridad quedó patente en los últimos días. El gobernador de la provincia de Ghor debió abandonar el cargo luego de ser objeto de una persecución, en el marco de un choque entre el jefe del ejército local y una milicia rival.
Las bajas militares estadounidenses, aunque mínimas en comparación con las registradas en Iraq, han ido en aumento en los últimos meses, a pesar de que Washington elevó la cantidad de soldados dedicados a combatir a Talibán y Al Qaeda en el sur y el sudeste, a lo largo de la frontera con Pakistán.
Además, al menos 18 trabajadores de asistencia, cinco de ellos extranjeros, fueron asesinados supuestamente por fuerzas de Talibán. Como consecuencia, muchas organizaciones no gubernamentales retiraron su personal del país asiático.
Además de las tropas estadounidenses, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha desplegado 6.500 soldados de mantenimiento de la paz, que, de todos modos, sólo protegen a la población de Kabul y sus alrededores.
La OTAN se comprometió a asegurar la seguridad en otras cuatro ciudades estratégicas para afianzar la autoridad de Karzai y estabilizar la situación en áreas rurales mediante el despliegue de fuerzas de acción rápida. Pero eso no ha sucedido aún.
John Stuart Blackton, experto en contrainsurgencia que dirige la consultora privada Servicios de Asesoramiento Estratégico, consideró que el ejército afgano es aún demasiado pequeño e inexperiente.
"A menos que se amplíe la seguridad más allá de Kabul, no veo cómo habrá observadores internacionales", dijo Schneider, por su parte.
Tres trabajadores electorales de la ONU, entre ellos dos expertos en seguridad británicos, fueron asesinados el mes pasado en la provincia de Nuristan aparentemente por fuerzas de Talibán.
"No habrá, definitivamente", elecciones libres y justas "si estas milicias siguen operando", afirmó Schneider. El cumplimiento del cronograma para el desarme y la desmovilización de al menos 100.000 milicianos está atrasado, agregó. (FIN/IPS/traen-mj/jl/ip/04)