Como en esos culebrones televisivos en los que cada vez que asoma un final feliz irrumpe una nueva amenaza, se dilata el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, una pareja que negocia los términos de su vinculación desde hace casi una década.
El último acercamiento importante acaba de producirse esta semana en la central ciudad mexicana de Guadalajara, México, en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea. Allí, representantes del máximo nivel político de ambos bloques intentaron destrabar un acuerdo que sigue postergandose.
Una fuente de la cancillería argentina había anticipado a fines de abril a IPS que el acuerdo se terminaría de cerrar en esta cumbre, para firmarse luego formalmente en octubre. Pero tras la reunión del jueves en Guadalajara, el posible desenlace se aplazó a alguna fecha previa a fin de año.
Los técnicos de uno y otro bloque deberán volver a reunirse del 7 al 11 de junio en Buenos Aires para acercar posiciones. Antes se juntarán los socios del Mercosur, argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, para discutir una postura común ante los europeos. El mandato de los negociadores es alcanzar un acuerdo profundo y ambicioso, coincidieron ambos bloques.
Mientras la intriga se mantiene, el economista Luis Puerto Sanz, del Departamento de Economía Internacional y Desarrollo Económico de la Universidad Complutense de Madrid, confió a IPS que la finalización del acuerdo no parece tarea fácil a la luz de los riesgos que se apresta a asumir cada parte.
Si hubiera un avance significativo en la reducción de barreras agrícolas europeas para las exportaciones del Mercosur, las ventajas se harían presentes para este bloque, de lo contrario, las oportunidades de éxito se reducen, más allá de los entusiastas discursos oficiales, advirtió.
Puerto Sanz pronosticó que aunque el acuerdo llegue, profundizará los patrones de intercambio desigual entre una región menos desarrollada, que exporta preponderantemente materias primas, y otra industrializada que aportará manufacturas y servicios, y encima protege su sector primario.
La UE y el Mercosur decidieron en 1995 estrechar relaciones con miras a un acuerdo de libre comercio. Pero fue recién en 1999 cuando se comprometieron a iniciar negociaciones, y desde entonces el comercio entre ambas zonas, que suman 640 millones de habitantes, atravesó distintas etapas.
En 1998, las exportaciones del Mercosur a la UE sumaron un valor de 20.000 millones de dólares, y en 2003 más de 24.500 millones. En el mismo periodo, el valor de las importaciones del Mercosur procedentes de la UE cayó de 26.500 a 15.700 millones de dólares, según datos de la cancillería argentina.
Estudios del mismo ministerio señalan que el acuerdo comercial entre los dos bloques permitiría que las ventas del Mercosur a la UE aumentaran 4.000 millones de dólares en el mediano plazo.
En los escarceos previos a la cumbre de México, ambos bloques se habían manifestado insatisfechos con las llamadas ofertas mejoradas que intercambiaron a mediados de mayo a fin de aumentar la lista de productos de cada uno que podrían ingresar con menos trabas al mercado del futuro socio.
La UE consideró que la propuesta del bloque sudamericano no era tan ambiciosa como esperaba, sobre todo por algunas objeciones de Brasil, como la resistencia a otorgar a las empresas europeas igual trato que a las nacionales en las licitaciones para compras públicas.
Del otro lado, el Mercosur sostuvo que la oferta de la UE está muy lejos de lo esperado, según anticipó el ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, justo antes de embarcarse hacia México.
Vamos a seguir discutiendo, pero será difícil que se abra el Mercosur si no hay apertura en la UE, advirtió.
El funcionario argentino acusó por la falta de acuerdo a las magras compensaciones que la UE estaría ofreciendo a cambio de mantener sus controvertidos subsidios a la producción y exportación de productos agrícolas, que han sido siempre la traba principal para que el Mercosur aceptara una mayor apertura de su mercado a los europeos.
Las cuotas de comercio que ofreció la UE son de 15 a 20 por ciento de lo que pretendía el Mercosur, dijo Lavagna y puso como ejemplo el comercio aviar, donde el bloque sudamericano pidió la colocación de 250.000 toneladas anuales y la UE ofreció apenas el ingreso a su mercado de 37.500 toneladas.
Otra fuente cercana a la negociación explicó a IPS que para el Mercosur resulta inaceptable que la UE pretenda condicionar la adjudicación de 50 por ciento de las cuotas de mercado en productos agropecuarios que considera sensibles al eventual cierre exitoso de la ronda multilateral en curso de la Organización Mundial del Comercio.
Puerto Sanz consideró que aun si se logra un acuerdo para la desgravación gradual en 10 años de la casi totalidad de los productos que intercambian ambos bloques, no se podrá evitar que se acentúe el patrón de especialización de cada una de las partes.
El intercambio entre los dos bloques se rige por los patrones de las relaciones Norte-Sur, ya que 85 por ciento de las importaciones del Mercosur provenientes de la UE son productos industrializados, y las ventas del Mercosur a la UE son en su mayoría alimentos y productos agrícolas, o sea de áreas sensibles para los europeos, porque las protegen.
Esos patrones de intercambio serán aún mas fijos después del acuerdo que tanto cuesta alcanzar, auguró. (