– Los abusos cometidos por militares estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib no fueron casos aislados en el marco de la ocupación de Iraq, aseguró Amnistía Internacional.
La organización de derechos humanos con sede en Londres documentó, en un estudio publicado este miércoles, abusos cometidos mucho antes de que las fotografías tomadas por los propios soldados estadounidenses por diversión salieran a la luz.
Amnistía investigó durante más de un año las violaciones de derechos humanos cometidas por la coalición ocupante en Iraq, entre ellas las acusaciones de tortura y maltrato de detenidos.
Los testimonios de ex detenidos indican un patrón de abuso similar, pues casi todos fueron obligados a yacer boca abajo en el suelo, esposados, encapuchados o vendados durante el arresto, indica el informe.
En el interrogatorio, fueron supuestamente golpeados en reiteradas ocasiones y obligados a permanecer en posiciones dolorosas. Algunos fueron sometidos a privación de sueño y a plantones, y expuestos a música a alto volumen y a luces brillantes, agrega.
Amnistía sostuvo que afrontar esos incidentes debe ser una prioridad para librar al pueblo iraquí de esas prácticas degradantes. Para que Iraq tenga un futuro sustentable y pacífico, los derechos humanos deben ser un componente central de sus avances, indica el estudio.
El informe detalla varios casos: Khreisan Khalis Aballey, de 39 años, fue arrestado en su casa en Bagdad el 30 de abril de 2003 porque las fuerzas de la ocupación sospechaban que sabía el paradero de un dirigente de Baath, el partido secular liderado por el depuesto presidente Saddam Hussein.
En el interrogatorio dentro del recinto de detención improvisado en el aeropuerto de Bagdad, fue obligado a permanecer parado o arrodillado frente a una pared durante siete días y medio, encapuchado y maniatado firmemente con cuerdas de plástico.
Una luz brillante fue ubicada cerca de su capucha, mientras sonaba música distorsionada. Aballey sostuvo que un soldado saltó sobre su pie, lo que le hizo perder una uña.
Abdallah Kudhran al-Shamran, de Arabia Saudita, aseguró luego de su liberación haber sido sometido a choques eléctricos. También lo dejaron colgado de las piernas cabeza abajo y le ataron el pene, afirmó. Además, aseguró, fue sometido a privación de sueño y a música a alto volumen.
Shakir, un taxista de 30 años de Basora, fue arrestado junto con algunos amigos suyos por soldados británicos en abril de 2003. Entonces fue golpeado en la boca, lo que le quebró un diente.
Me encapucharon y me ataron las manos a la espalda. Cada tanto, uno o dos soldados venían y me pateaban durante toda la noche, dijo. Cuando pedía agua, me golpeaban. Mi boca sangraba, pero no me llevaban al baño para lavarme, agregó.
La circunstancias de algunas muertes de detenidos en custodia parecen dejar en evidencia la presencia de torturas, según Amnistía.
Baha Dawud al-Maliki figuraba entre ocho trabajadores hoteleros arrestados el 14 de septiembre de 2003 por soldados británicos en Basora. Aparentemente, los militares los golpearon con brutalidad. Tres días después, entregaron el cuerpo de Baha, cubierto de sangre, a su padre.
Amnistía reproduce el testimonio de una mujer de 50 años acusada de refugiar a dirigentes de Baath en su casa, algo que ella negaba. En un baño frente a nuestra celda —que medía unos dos o tres metros—, la inteligencia estadounidense interrogaba a los presos varones noche y día, dijo.
Solían llevar a los prisioneros a ese baño/sala de interrogatorio completamente desnudos y con una capucha negra en la cabeza. La capucha tenía una cuerda para que un soldado estadounidense pudiera arrastrar al prisionero en la dirección que quisiera, recordó.
La mujer indicó que, en una ocasión en que el edificio de Abu Ghraib fue alcanzado por morteros, algunos de los presos vivaron y aplaudieron.
Para castigar esa actitud, los carceleros condujeron a la sala de interrogatorio a 14 presos desnudos y maniatados y los obligaron a abrir las piernas. Entonces, los golpearon desde atrás en los genitales.
Esa noche, 14 presos fueron enviados al hospital, afirmó. Otro castigo era obligarlos a caminar por toda la cárcel y tomar la cuerda sorpresivamente para empujarlos.
Dos médicos, un estadounidense y un iraquí, asistían a los interrogatorios. El prisionero interrogado nunca terminaba de esa entrevista consciente, sostuvo la mujer.
Amnistía llamó la atención sobre casos de tortura de detenidos en Iraq en julio de 2003, cuando publicó el informe Iraq: Memorándum de preocupaciones sobre ley y orden.
La acción militar fue publicitada como el camino hacia la democracia y la libertad, dijo la secretaria general de Amnistía, Irene Khan, en la presentación del informe de este miércoles. Pero, por el contrario, abrió el camino a la insurgencia, perjudicando a los iraquíes tanto como a las fuerzas de la coalición ocupante, afirmó.
La invasión armada condujo a la tortura en las prisiones, a matanzas en las callas, a la detención de miles de iraquíes y a la muerte de más de 10.000 civiles, dijo Khan.
Ahora, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería concentrarse no tanto en las cuestiones formales sobre la soberanía de Iraq sino en un esfuerzo genuino para garantizar los derechos humanos, sostuvo la activista.
Eso debería conducir a clarificar dónde radican las responsabilidades, concluyó.
Existe un riesgo real de que Iraq se convierta en otro Afganistán, la tumba de las estrategias fracasadas y de las falsas promesas, poniendo en peligro al pueblo del país y a todo el mundo, advirtió Khan.