La inversión externa en América Latina y el Caribe disminuyó en 2003 por cuarto año consecutivo, señaló este miércoles la Cepal, advirtiendo el agotamiento de las condiciones que generaron entre 1995 y 1999 un auge del flujo de capitales a la región.
Este año podría crecer la inversión extranjera directa en países pequeños y medianos, pero no se espera una recuperación importante para la región en conjunto, señaló el economista argentino José Luis Machinea, secretario ejecutivo de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), con sede en Santiago de Chile.
El informe anual de la agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) indica que la inversión extranjera directa en los países latinoamericanos y caribeños bordeó los 36.500 millones de dólares en 2003, con una abrupta baja de 19 por ciento respecto del año anterior, atribuible sobre todo a caídas en Brasil y México.
América Latina y el Caribe fue la única región del mundo donde disminuyó la afluencia de capitales externos en 2003, con cuatro años consecutivos de caídas, luego de que en 1999 se registrara el mayor volumen histórico de inversión extranjera, con 88.000 millones de dólares.
Machinea recordó que el boom de la segunda mitad de los años 90 estuvo determinado fundamentalmente por las privatizaciones, que atrajeron a grandes corporaciones transnacionales, sobre todo al sector de servicios y en una proporción menor a recursos naturales e industria manufacturera.
Los beneficios de la presencia de las transnacionales son relativos en términos de capacidad exportadora e incorporación de tecnologías, según el informe que critica en particular la dependencia del mercado estadounidense de México y la cuenca del Caribe en materia de desarrollos en la electrónica, la vestimenta y la industria automotriz.
Para lograr mejores resultados se necesitan mejores políticas, indica el reporte de Cepal, que en sus conclusiones recomienda a los estados latinoamericanos definir prioridades nacionales para que la inversión de las transnacionales se entienda como un complemento del capital local.
Debe existir una regulación y orientación nacional para las inversiones. Lo primero es tener una buena regulación interna. Que no haya subsidios a la inversión extranjera, dijo a IPS el economista Manuel Riesco, director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la privada Universidad Arcis.
La inversión transnacional se ha tomado hasta ahora solo por el lado positivo. Hemos estado influidos por una visión muy tuerta. La inversión, si bien genera actividad económica, tiene sus límites, agregó Riesco, quien citó la excesiva apertura del sector minero en Chile que derivó en sobreproducción de cobre y caída de precios de este producto básico.
No todo puede estar normado por el mercado. Está demostrado que los países más desarrollados tienen grandes Estados, dijo el experto, luego de fustigar el anarquismo burgués que rige los movimientos de capitales en el mundo.
La inversión siempre es buena y es una pena que haya bajado, comentó en cambio a IPS Tomás Flores, director del Programa Económico del Instituto Libertad y Desarrollo, de orientación liberal.
La caída de la inversión externa en América Latina está asociada a las crisis en Brasil en 1999 y en Argentina, en el período 2001-2002, señaló Flores. Las transnacionales españolas fueron las grandes compradoras en los procesos de privatización entre 1994 y 1999, recordó.
No debe existir ninguna regulación que restrinja o asuste la llegada de capitales extranjeros, sostuvo el economista, argumentando que las facilidades tributarias y de otro tipo que se dan a las transnacionales van a permitir dinamizar las economías nacionales e incorporar nuevas y mejores formas de hacer negocios.
La Cepal consignó en su informe que la inversión extranjera directa ha permitido modernizar sectores industriales y mejorar servicios e infraestructuras.
Menciona como casos positivos en esa dirección las plataformas exportadoras de automóviles en México y de microprocesadores en Costa Rica, las telecomunicaciones en Brasil, los servicios financieros en Argentina, y la red de carreteras y servicios aeroportuarios en Chile.
El informe de Cepal incluye datos preliminares de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), según los cuales la inversión extranjera directa en el mundo fue de 653.100 millones de dólares en 2003, con un ligero crecimiento respecto de los 651.200 millones del año anterior.
De ese total, 467.000 millones correspondieron a inversiones en los países industriales y 155.000 millones a los países en desarrollo, con más de un tercio de esa suma (57.000 millones) concentrado solo en China.
La Unctad consignó 42.300 millones de inversión en América Latina y el Caribe, incluyendo a los centros financieros como las islas Cayman, no considerados en el informe de Cepal.
Luego del récord de 88.000 millones de dólares de 1999, la inversión en América Latina y el Caribe bajó a 78.143 millones en 2000 y a 69.534 millones en 2001, siguió bajando a 44.979 millones en 2002 y a 36.466 millones de dólares en 2003.
Pese a esta declinación, las transnacionales mantienen una presencia preponderante. En el período 2000-2002 controlaron 39 por ciento de las ventas de las 500 mayores empresas de la región y 55 por ciento de las ventas de las 100 mayores empresas manufactureras.
En el sector servicios, las transnacionales controlaron 38 por ciento de las ventas de las 100 mayores empresas, 42 por ciento de las ventas externas entre las 200 principales exportadoras y 37 por ciento de los activos de los 100 bancos más grandes.
Según los volúmenes de ventas de 2002, la mayor transnacional en la región es la Telefónica de España, del sector de telecomunicaciones, seguida por General Motors (automotriz), Delphi (autopartes) y Wall Mart (comercio) de Estados Unidos. A continuación se ubicaron las automotoras Volkswagen y Daimler-Chrysler, de Alemania.
La lista de las 10 gigantes transnacionales en la región se cierra con la automotriz Ford, de Estados Unidos, Repsol YPF, de España, en el sector petróleo y de gas, Samsung de Corea del Sur, en la rama electrónica, y la japonesa Nissan, de automotores. (FIN/IPS/ggr/dcl/if dv/04)