DERECHOS HUMANOS-CHILE: Pinochet atrapado en nido del cóndor

La justicia entreabrió este viernes en Chile la puerta hacia la verdad histórica sobre el papel del dictador Augusto Pinochet en la génesis de la Operación Cóndor, que dio carácter transfronterizo a los crímenes contra los derechos humanos en el Cono Sur de América en los años 70.

En una sorpresiva decisión, el pleno de la Corte de Apelaciones de Santiago aprobó por 14 votos contra nueve el levantamiento de la inmunidad penal del general retirado de 88 años para que declare en el proceso que instruye el juez Juan Guzmán por demandas presentadas en 1998.

Los detalles del fallo serán dados a conocer la próxima semana y de inmediato la defensa de Pinochet comenzará a preparar la apelación ante la Corte Suprema de Justicia, que el 1 de julio de 2002 ordenó cerrar otro proceso del mismo magistrado al ex dictador con base en un diagnóstico médico de demencia vascular (senil).

En una vuelta de tuerca de los acontecimientos, el hombre que el 11 de septiembre de 1973 derrocó en un cruento golpe de Estado al gobierno constitucional del socialista Salvador Allende vuelve a enfrentarse a las acusaciones que entre octubre de 1998 y marzo de 2000 determinaron su prolongado arresto en Londres.

El juez español Baltasar Garzón, a cargo del primer proceso por los crímenes de las dictaduras sudamericanas abierto en ese país bajo los principios del carácter universal de los derechos humanos, fue quien consiguió entonces la detención de Pinochet en Gran Bretaña para pedir su extradición y juzgarlo en Madrid.

No lo logró, porque las autoridades británicas liberaron a quien mantuviera la dictadura hasta 1990 y permitieron su regreso a Chile aduciendo ”razones humanitarias”, luego de polémicos exámenes médicos que le detectaron patologías físicas y una incipiente demencia senil.

Fueron esos mismos antecedentes los que en julio de 2002 hicieron que la Corte Suprema absolviera a Pinochet en el proceso del juez Guzmán por 18 asesinatos y 57 secuestros de la llamada ”caravana de la muerte”, cometidos en Chile en octubre de 1973, y que lo libraron de otros dos pedidos de procesamiento durante 2003.

El ex dictador chileno observaba hasta ahora de lejos los dispares avances de los procesos contra militares involucrados en la Operación Cóndor, a cargo de Garzón en España y de otros magistrados en Europa, así como en tribunales de Argentina y Chile.

La Operación Cóndor coordinó en la segunda mitad de la década del 70 a los aparatos represivos de las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para secuestrar, torturar, asesinar y hacer desaparecer a opositores, en una empresa que no conoció fronteras físicas ni límites jurídicos o éticos.

El plan, de acuerdo a los antecedentes disponibles, tuvo su origen en una reunión de jefes de organismos de seguridad de esos países que convocó en Santiago de Chile el entonces coronel Manuel Contreras, jefe de la hoy desaparecida Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), para coordinar la llamada lucha antisubversiva.

La historiografía oficial identifica así a Contreras como el gestor y promotor de la Operación Cóndor, sin que se haya logrado aclarar hasta ahora el papel que tuvo Pinochet, único superior jerárquico del jefe de la DINA en el organigrama de la dictadura.

Con un sentido de lealtad digno de mejor causa, Contreras ha eludido involucrar al ex dictador en los sucesivos juicios por crímenes contra los derechos humanos que ha enfrentado desde el restablecimiento de la democracia en Chile en 1990 y que le han significado ya tres condenas a prisión.

De esta forma, será la Corte Suprema de Justicia la que en definitiva podría abrir los cauces para que los tribunales chilenos determinen el papel que le cupo a Pinochet en el mayor operativo conjunto de represión y crímenes contra la humanidad de las policías y secretas del Cono Sur latinoamericano.

Para el actual comandante en jefe del Ejército chileno, general Luis Emilio Cheyre, es sin embargo imposible reconstruir el pasado.

En declaraciones que hizo en Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago, el jefe militar declinó opinar sobre el fallo contra Pinochet, pero se declaró ”acongojado” porque la sociedad chilena sigue ”dividida y entrampada” por hechos que ocurrieron hace 30 años.

En cambio, Viviana Díaz, vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, señaló que la decisión de los tribunales es ”una gran noticia que le va a hacer bien a nuestro país, porque indica que Augusto Pinochet no está impedido de enfrentar un debido proceso”.

En su fallo de julio de 2002 la Corte Suprema adujo que la demencia senil le impedía al ex dictador ejercer su derecho a la defensa, con lo cual estableció una jurisprudencia con que la Corte de Apelaciones desechó otros dos procesos en su contra durante 2003.

Se trató de los juicios por los asesinatos del ex comandante del Ejército chileno, general Carlos Prats, y su esposa, cometidos en septiembre de 1974 en Buenos Aires por la DINA, y por el secuestro y homicidio en 1976 de los 10 miembros de la dirección clandestina del Partido Comunista.

Por una ironía de la historia fue el propio Pinochet quien proporcionó los elementos para que se descartara su presunta demencia en el fallo que los ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago aprobaron por mayoría este viernes.

El 24 de noviembre de 2003 una cadena de televisión de Miami difundió una entrevista de una hora al ex dictador, quien se mostró completamente lúcido en sus respuestas, en las cuales se negó a pedir perdón a las víctimas de violaciones de derechos humanos, que catalogó de ”excesos cometidos por subalternos”.

”No tengo odio ni rencor. Soy bueno y me siento un ángel”, dijo también Pinochet en esa entrevista.

”Si (Pinochet) puede contestar preguntas a una periodista por casi una hora, coherentemente y razonando en forma lógica, recordando incluso acontecimientos que ocurrieron hace más de 30 años, bien puede responder preguntas de un juez”, plantearon los abogados querellantes.

Versiones no confirmadas señalaron que la entrevista desató problemas entre los hijos de Pinochet, ya que algunos de ellos habrían cobrado al canal estadounidense por gestionarla. (

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