COLOMBIA: Al rescate de la flor nacional

En un espacio de 250 metros cuadrados del jardín de su casa en la ciudad de Medellín, Carlos Sánchez, un ingeniero industrial ya pensionado, disfruta diariamente del placer de ver crecer varios centenares de orquídeas Cattleya trianae, la flor nacional de Colombia y una de las especies más amenazadas por los depredadores y la urbanización.

Sánchez, miembro de la Sociedad Colombiana de Orquideología, tiene en su jardín cerca de 5.000 plantas de orquídea, en su mayoría Cattleya trianae, que ha logrado reproducir y conservar con la técnica de ”compartición”, que aprendió de sus abuelos en el campo.

”Para la reproducción se toma una mata adulta, se divide en varios pedazos, teniendo en cuenta que cada parte tenga como mínimo cuatro o cinco hojas, y se ponen a germinar”, explicó a Tierramérica.

Sánchez sostiene que mediante este proceso artesanal lleva cuatro años florecer la planta, mientras que con la técnica in vitro que usan los expertos en laboratorio hay que esperar siete años.

La Cattleya trianae se encuentra en vía de extinción porque su hábitat ha sido destruido, pero ”una gran cantidad de instituciones y personas están trabajando para evitar que está especie desaparezca”.

Entre esas instituciones está la Sociedad Colombiana de Orquideología, con sede en la noroccidental ciudad de Medellín, fundada hace 40 años y con unos 180 afiliados entre los que promueve el estudio, cultivo, conservación e hibridación de las orquídeas, además de gestionar ante organismos del gobierno acciones para conservar y recuperar los ecosistemas en los que se desarrollan estas especies.

Por otra parte, la Fundación Orquídeas del Tolima, departamento del centro del país, mantiene un ”orquideario” en el que es posible apreciar 150 especies ya extintas en su hábitat natural y otras que están en vía de extinción, entre ellas la flor nacional.

Esa fundación es una organización no gubernamental creada hace 12 años, y tiene entre sus objetivos la educación ambiental y sensibilización de centenares de visitantes que recibe diariamente, para que se comprometan con la conservación de la especie.

En la capital colombiana, la recuperación de la Cattleya trianae es liderada por el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), donde se mantiene la más grande producción ”in vitro” de esa orquídea.

El proceso es iniciado por biólogos, que buscan en su medio semillas o ejemplares germinados que reúnan las condiciones necesarias para su reproducción en laboratorio. Allí, mediante un largo proceso, se imitan las condiciones naturales para la germinación hasta obtener el material deseado.

Según expertos del JBB, esa institución cuenta con material suficiente para generar miles de plantas, pero es preferible mantenerla en espacios seminaturales donde su conservación pueda ser garantizada.

Las cattleyas toman su nombre del botánico inglés William Cattley (1788-1835) y forman parte de la familia de las orquidáceas, que se dan en el trópico americano.

La Cattleya trianae, originaria de Colombia, es una planta epifita (que nonecesita de la tierra) nativa de los centrales departamentos del Tolima, Huila y Cundinamarca. Su diversidad abarca 15 colores de flores, del blanco al rojo.

Las orquídeas son plantas herbáceas que se caracterizan por tener vistosas flores. A las que crecen en piedras se les denomina litofitas, las epifitas crecen sobre los árboles pero no son parásitas, y también las hay terrestres.

Las orquídeas se dan en Colombia desde la orilla del mar hasta las altas montañas, pero la zona más rica en ellas está de 1.800 a 2.500 metros sobre el nivel del mar.

La bióloga Manuela Herrera, de la estatal Universidad del Atlántico, dijo a Tierramérica que la Cattleya trianae es una de las tres mil especies de orquídeas que se encuentran en Colombia y que representan cerca del 10 por ciento de las descubiertas en todo el mundo.

La flora es la ”primera gran riqueza que tiene Colombia, se posee de 45.000 a 55.000 especies de plantas, de las cuales aproximadamente la tercera parte son endémicas (sólo se dan aquí)”, explicó.

Esta alta biodiversidad es muy vulnerable a la acción depredadora de los humanos sobre el hábitat, y cerca de 10.000 especies están amenazadas, con una situación especialmente grave para las orquídeas, destacó la experta.

”Desde finales del siglo XIX iban los barcos cargados de cattleyas de América para Europa con destino a la nobleza, y sólo lograba llegar hasta su destino el cinco por ciento de los cargamentos”, dijo Herrera. (

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