ARGENTINA: Kirchner, el restaurador

Algunos analistas en Argentina discrepan sobre variados aspectos del gobierno de Néstor Kirchner, pero todos coinciden en que logró en este primer año de mandato restaurar la autoridad presidencial y la credibilidad política, hechas añicos por sus predecesores de la última década.

El primer aniversario de su llegada al gobierno, que se cumplirá el próximo martes, encontrará a Kirchner gozando de un respaldo popular multiplicados por tres y hasta por cuatro, según el ángulo que enfoque la encuesta, respecto del escaso 22 por ciento de votos válidos obtenidos en las elecciones presidenciales de abril de 2003.

Empero, los observadores alertan que la ”luna de miel” de los gobiernos con su conciudadanos termina tarde o temprano y en este caso prevén que los primeros signos de desgaste surgirán del frente económico, como resultado de las reiteradas peleas públicas con ejecutivos de empresas otrora estatales, con acreedores de deuda congelada y con quienes piden mejor distribución de la riqueza.

”El ciclo económico extraordinario que acompañó a Kirchner hasta ahora se está empezando a revertir”, advirtió ante la consulta de IPS el politólogo Sergio Berensztein, de la Universidad Torcuato Di Tella. El producto bruto interno creció 8,7 por ciento en 2003, pero la severa crisis energética que afronta el país recortó las buenas perspectivas para este año.

También el gobierno tiene pendiente una revisión de los contratos con las empresas privatizadas de servicios públicos, que pujan por aumentos de tarifas, al tiempo que trata de negociar una voluminosa deuda con tenedores de títulos del Estado declarados en cesación de pagos tras el colapso de diciembre de 2001.

A esas cuestiones, se suma un cúmulos de factores negativos en el plano internacional, como el alza al parecer inminente de las tasas de interés de Estados Unidos y su inevitable impacto local y en especial en Brasil, principal socio y cliente de Argentina, la caída de los precios de la soja, hoy su principal cultivo de exportación, y el aumento constante del valor del petróleo.

Todos ellos factores que forman nubarrones en el horizonte y le plantean nuevos desafíos a este mandatario ubicado por los analistas en la centroizquierda del espectro ideológico, aunque perteneciente al Partido Justicialista (peronista), que siempre cobijó a las más variadas corrientes ideológicas con la consecuente contradicción interna.

Si bien se logró en un año que la pobreza bajara de 57,5 a 47,8 por ciento de la población y el desempleo pasara de 17,8 a 14,5 de los activos, aún no ha mermado la demanda de trabajadores, desempleados y de jubilados de un mejor reparto de la renta, en este país de 37 millones de habitantes y que produce alimentos para satisfacer al menos tres veces más de personas.

A pesar de que quedó en segundo lugar en la primera vuelta electoral, Kirchner llegó a la presidencia el 25 de mayo de 2003 gracias a la renuncia a competir en la segunda ronda del ex mandatario Carlos Menem, también peronista, que había sumado 24 por ciento de los votos válidos.

Ese abandono de la lucha electoral marcó el comienzo del repliegue político de Menem, quien llevó adelante una política económica de neto corte neoliberal y privatizó todo lo que tuvo a su alcance en sus dos periodos de gobierno de 1989 a 1999. Hoy se resguarda en Chile de dos pedidos de captura nacional e internacional por sendas causas de corrupción.

Así, los observadores advirtieron que Kirchner, imposibilitado de confirmar en las urnas el gran caudal de votos que le auguraban las encuestas en la segunda vuelta y sin un claro respaldo partidario, debería construir una rápida legitimidad en la gestión de gobierno. Y así lo hizo.

La firma encuestadora Mora y Araujo reveló esta semana que la administración de Kirchner recoge la aprobación de 63 por ciento de los consultados, mientras que su figura, casi desconocida antes de las elecciones nacionales, tiene una imagen positiva de 73 por ciento, la más alta entre los dirigentes políticos en actividad.

Pero Analía del Franco, de la consultora Analogías, asegura que la aprobación es aun mayor. Su investigación le otorga 86 por ciento de imagen positiva a Kirchner y 78 por ciento de apoyo a su gestión de gobierno.

”Yo lo voté (a Kirchner) sin ninguna expectativa, más que nada para que no ganara Menem, pero después me empezó a gustar porque se muestra como un tipo honesto, que dice la verdad y que sabe adonde va”, comentó a IPS Susana Martínez, una jubilada que trabaja en un comercio para completar un ingreso mediano.

Es que en apenas semanas, Kirchner adoptó una serie de medidas requeridas por la sociedad como la remoción de las cuestionadas cúpulas de las Fuerzas Armadas y policiales, promovió cambios en la conformación de la entonces desacreditada Corte Suprema de Justicia y favoreció la reapertura de causas por violaciones de los derechos humanos en la última dictadura (1976-1983).

Luego encaró la renegociación de la deuda externa con un estilo desconocido en Argentina por la firmeza para enfrentar a los acreedores, lo cual colocó al país reiteradas veces al borde de la cesación de pagos de sus obligaciones con los organismos multilaterales de crédito, a los que desafió a aceptar las condiciones de su gobierno para cancelar intereses adeudados.

En ese marco, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que había sido crítica de los gobiernos que se sucedieron desde su creación en los años 80, resolvió llevar adelante un apoyo activo presidente Kirchner, convencida de que necesitaba mayor presión social para impulsar y sustenta los cambios progresistas que insinuaba, a veces frenados desde su propio gabinete.

La CTA, de tendencia centroizquierdista y que reúne principalmente a trabajadores estatales y del área educativa, nació para contrarrestar la inacción de la burocrática Confederación General del Trabajo, ligada a la derecha peronista.

”El presidente no puede solo, en su gobierno hay visiones contradictorias y entonces tenemos que marcarle un rumbo”, explicó a IPS el secretario de organización de la CTA, Edgardo Depetri, poco antes de la marcha callejera realizada esta semana para exigir acciones concretas contra el hambre y la pobreza.

Tras la concentración de la CTA, que exigió al gobierno invertir el excedente del superávit fiscal en la deuda con los más pobres en lugar de aumentar los pagos a los acreedores externos, el Ministerio de Economía anunció que ese mayor ahorro fiscal se usará efectivamente para aumento de salarios de funcionarios públicos, jubilaciones y otras inversiones sociales.

”Después de un lustro de presidentes débiles y pese a un caudal electoral limitado, Kirchner logró reconstruir la autoridad presidencial”, remarcó Berensztein. En ese señalamiento coinciden Analía del Franco, Artemio López, Rosendo Fraga y otros analistas políticos y encuestadores que rescatan la recuperación de la confianza en la palabra.

La debacle económica de 2001, que desató un vendaval de protestas y llevó a la renuncia del gobierno a Fernando de la Rúa en diciembre de ese año cuando sólo había cumplido la mitad de su mandato, aumentó a grados superlativos el descrédito de los dirigentes políticos que ya se arrastraba de los años 90.

Pero hoy la particular cacería de políticos, a los que se abucheaba y hasta se los golpeaba cuando aparecían en lugares públicos, dio paso a una convivencia pacífica con los ciudadanos y gobernantes y parlamentarios volvieron a caminar tranquilamente por las calles gracias a la acción de la actual administración, aseguran los encuestadores.

No obstante, Berensztein sostuvo que hay que estar atentos a una cierta ”vocación hegemónica” atribuida a Kirchner, a su tendencia a confrontar con empresarios, banqueros, organismos de crédito, otros dirigentes políticos y hasta militares, todo lo cual provoca resentimientos ”innecesarios”.

También se debe cuidad la intención del presidente de influir en los medios de comunicación, sostienen otros. ”Kirchner no da entrevistas pero su presencia en los medios se hace sentir”, dijo a IPS el editor de un semanario que, sin embargo, pidió mantener el anonimato.

Para Berensztein, el fortalecimiento del actual gobierno también se explica por su cercanía con los ciudadanos que se la acercan cada vez que visita una ciudad o localidad, por pequeña que sea, así como a los apoyos que cosechó en los sectores medios acercando dirigentes de las ciudades a su gabinete.

En cambio, la incógnita mayor sobre la futura gestión de Kirchner surge por la relación difícil que mantiene con la estructura central de su propio partido peronista.

Poco después de asumir demostró que no necesitaba el respaldo de Eduardo Duhalde, el líder del poderoso peronismo de la oriental provincia de Buenos Aires, la de mayor concentración de población del país, y quien lo precediera en el cargo por dos años. Mucho menos del apoyo del sector partidario que había postulado a Menem para una tercera presidencia.

Pero los analistas señalan que, al finalizar la luna de miel con los votantes, el presidente puede necesitar del apoyo justicialista para empujar leyes y otras medidas de gobierno, y será entonces el momento de ver si se puede gobernar sin encuestas tan favorables.

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