TAILANDIA: Más ”guerra contra el terrorismo”

Si Estados Unidos usa toda la fuerza que desea para conquistar Iraq e Israel también para aplastar a la resistencia palestina, ¿por qué el gobierno de Tailandia no puede hacer lo mismo para reprimir a separatistas musulmanes en el sur?

Este pareció ser el razonamiento del primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, al elaborar sus planes para combatir toda forma de insurgencia de la minoría musulmana en cinco provincias del sur.

Todos los diarios nacionales comentaban este viernes la política ”dura” de ”búsqueda y destrucción” que Bangkok aprobó tras una escalada de violencia sin precedentes, que el miércoles dejó al menos 113 muertos en tres de las provincias meridionales.

”El ejército despachó (el jueves) a 500 miembros de las fuerzas de despliegue para una misión de 'búsqueda y destrucción' contra unos 5.000 militantes musulmanes en el Sur profundo”, informó el periódico The Nation.

Además, el ministro de Defensa, Chettha Thanajaro, declaró a la prensa que dos batallones con 1.000 soldados fueron enviados como refuerzo al sur.

”Se ha dicho a las fuerzas de seguridad que sean más cuidadosas, pero si son atacadas, responderán duramente”, declaró a IPS Panitan Wattanayagorn, experto en seguridad nacional de la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok.

El miércoles por la mañana, las fuerzas de seguridad y la policía demostraron toda la fuerza que pueden usar al descargar gran volumen de artillería contra los militantes musulmanes, en su mayoría armados con cuchillos y machetes. El resultado fue 108 rebeldes y cinco soldados muertos.

Periodistas y activistas de los derechos humanos hablaron de ”matanza” y ”masacre”.

”Aparentemente, las tropas del gobierno estaban determinadas a no dejar un solo insurgente vivo”, comentó Sunai Phasuk, representante en Tailandia de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).

La mezquita de Krue Se, en la meridional provincia de Pattani, a más de 1.000 kilómetros de Bangkok, se convirtió en un símbolo para la comunidad islámica porque en ella murieron 32 rebeldes, la mayoría de ellos muy jóvenes, que se protegían de soldados fuertemente armados.

Testigos oculares declararon a la prensa que, en vista de la superioridad militar de los soldados, bien podrían haber obligado a los militantes a rendirse, en lugar de matarlos.

El templo de 200 años de antigüedad es muy apreciado por los seis millones de musulmanes tailandeses dado su valor como santuario del reino islámico de Pattani, anexado hace más de un siglo por Siam, nombre con que entonces se conocía al país.

Las imágenes del suelo de la mezquita cubierto de sangre son un mal augurio para el gobierno de Thaksin, vaticinó Chaiwat Satha-Anand, director del Centro de Información para la Paz de la Universidad de Thammasat, de Bangkok.

”El costo político puede ser enorme”, advirtió. Una consecuencia posible es el resentimiento de los musulmanes hacia las fuerzas del gobierno por haber ”pisoteado la casa de Dios”, dijo Chaiwat, miembro de la minoría islámica.

Además, agregó, los jóvenes que murieron en la mezquita serán considerados ”mártires” en su comunidad. ”Algunas de las familias observaron los rituales especiales para musulmanes que murieron defendiendo su fe”, señaló Chaiwat.

”Ou Mameh, secretario general del Comité Islámico de Pattani, dijo que los guerreros sacrificaron su vida a Dios, por lo tanto sus cuerpos no deben ser lavados”, informó el diario The Bangkok Post este viernes.

Esta idea del martirio conmovió a gran parte de la población tailandesa, de 63 millones de habitantes, mayoritariamente budistas. Los seis millones de musulmanes están concentrados en las provincias del sur, sobre la frontera con Malasia.

”Es la primera vez que vemos a personas de este país dispuestas a sacrificar su vida en ataques a la autoridad central”, comentó Sunai sobre los hechos del miércoles.

Los insurgentes musulmanes, algunos de tan sólo 15 años, habían lanzado un ataque coordinado contra puestos policiales en las provincias de Yala, Songkhla y Pattani. La represión dejó 108 militantes muertos, frente a cinco miembros de las fuerzas de seguridad.

Muchos temen que la respuesta de Bangkok al derramamiento de sangre del miércoles haga que más musulmanes elijan el camino del ”martirio”.

La comunidad islámica acusa al gobierno de postergar el desarrollo del sur. Además de la religión, los musulmanes se distinguen del resto de los tailandeses por su historia, tradiciones culturales y su lengua yawi, un dialecto del malayo. (

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