El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, alcanzó la reelección al obtener casi 68 por ciento de los votos en los comicios del miércoles, lo cual, según la debilitada oposición, despierta el fantasma de un régimen unipartidista.
El partido de Mbeki, el Congreso Nacional Africano (ANC), aseguró su triunfo en ocho de las nueve provincias del país, y este jueves continuaba la incertidumbre en la de KwaZulu Natal, gobernada por el Partido Inkatha Libertad desde el fin del régimen racista blanco en 1994.
La liberal Alianza Democrática (DA) fue el segundo partido más votado, con apenas 13,6 por ciento de los sufragios, cuando se habían escrutado 50,5 por ciento del total este jueves de tarde.
Inkatha Libertad había obtenido alrededor de cuatro por ciento del total, y el Nuevo Partido Nacional —sucesor del Partido Nacional que gobernó durante el apartheid, régimen de segregación racial institucionalizada concluido en 1994—, poco más de dos por ciento.
Más de 20 millones de personas —75 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto— se habían registrado para participar estas elecciones nacionales y provinciales.
La postergación del cierre de los circuitos electorales originó un retraso en el escrutinio de los votos. Así, por ejemplo, aún está por verse el resultado en KwaZulu Natal, una de las dos provincias donde el triunfo del ANC no se daba por descontado antes de los comicios
Las tensiones entre Inkatha Libertad y el ANC desató una ola de violencia política que se cobró una treintena de vidas desde fines del año pasado. De todos modos, los choques fueron mucho más leves que los que precedieron a las primeras elecciones democráticas, en 1994, cuando miles de personas murieron.
La policía investiga tres amenazas de bomba en las provincias de KwaZulu Natal y Gauteng, si bien se trató de falsas alarmas.
De todos modos, hubo escasos incidentes en los 16.966 puestos de votación donde la mayoría de los ciudadanos registrados acudieron a lo largo de 14 horas el miércoles. Compitieron 37 partidos, algunos solo a nivel provincial, aunque muy pocos sudafricanos podrían identificarlos a todos.
En los terceros comicios democráticos desde el fin del apartheid, y los segundos sin la presencia en las listas del primer presidente democrático y líder de la lucha contra el apartheid, Nelson Mandela, el ANC y su abanderado Mbeki tenían la victoria asegurada desde mucho antes de la apertura de las urnas.
La comisionada de la Policía Nacional, Jackie Selebi, dijo el miércoles en Pretoria que durante las elecciones solo se registraron incidentes menores y malentendidos entre personas.
Los principales puntos de debate de la campaña electoral han sido la delincuencia, la corrupción y el desempleo, así como el sida.
El desempleo asciende a entre 30 y 40 por ciento de la fuerza de trabajo sudafricana. El ANC asegura que en su gobierno se crearon dos millones de empleos, pero la oposición advierte que, en realidad, se perdió un millón.
La polémica llegó al punto de que DA prometió en carteles en Pretoria y Johannesburgo un millón de trabajos reales.
El ANC también propuso ampliar los derechos laborales vigentes en la industria y los servicios al sector agropecuario y al servicio doméstico. Mientras, DA prometió recortes de impuestos y desregulaciones para mejorar las condiciones empresariales y la creación de empleos.
Mbeki también recibió numerosas críticas por las dificultades en el suministro de drogas antirretrovirales a portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
Contestando a una pregunta al respecto, Mbeki contestó el miércoles, poco después de votar: Ya hablamos de eso en la campaña electoral. ¿Ustedes no estaban escuchando?
El Instituto para la Democracia en Sudáfrica (Idasa) calculó que hasta 800.000 ciudadanos no concurrirían a las urnas a causa de la debilidad ocasionada por el sida o porque debían cuidar a sus familiares portadores de VIH. (
